jueves, 30 de junio de 2016

Hora de entenderse

Hora de entenderse


    
        Al día siguiente de las elecciones del 20 de diciembre, escribí un artículo titulado “La hora de la responsabilidad”, que en síntesis decía que, ante la falta de mayorías absolutas, había que buscar fórmulas que posibilitaran el entendimiento, al menos entre los partidos constitucionalistas, para formar Gobierno. Me parece que, en este medio año, los españoles hubieran querido que ese Gobierno se hubiera podido formar, pero eso requería el acuerdo de distintas fuerzas políticas, y estas no estuvieron a la altura, probablemente porque cada uno de sus líderes interpreta la voluntad de sus votantes como le viene en gana, y de ese modo hace con esos votos lo que considera conveniente. Tras el 26-J, hay algo en común con la situación de diciembre, pero hay algo diferente. Lo que hay en común es que nadie tiene mayoría absoluta, ni siquiera está próximo a dicha mayoría. De hecho, la única combinación de dos partidos que alcanzaría dicha mayoría sería PP-PSOE, y en cualquier otro caso sería necesario el acuerdo entre tres o más partidos. La diferencia, en cambio, es que en esta ocasión hay un partido cuyos resultados han estado mucho más notoriamente por encima de los demás, al cual le debe corresponder, en buena lógica, formar Gobierno, en solitario o en coalición con otros. Los editoriales de los tres diarios más importantes de tirada nacional el 27-J coincidían en esta visión: lo más lógico es un Gobierno del Partido Popular, ya que en este caso ninguna combinación que lo excluya parece viable. Algunos ya han dicho que ellos quieren pasar a la oposición. Eso es respetable, pero no hay que olvidar que no puede haber oposición sin Gobierno, y en este caso parece que la formación de dicho Gobierno requiere al menos la abstención de quienes quieren pasar a la oposición. Una situación de bloqueo que conduzca a unas terceras elecciones, es tan posible como indeseable y ridícula.


            En consecuencia, toca entenderse. Es lógico que cada partido reclame algo, normalmente vinculado a la esencia de su programa, para apoyar al Gobierno. Por poner un ejemplo, se entendería que el PSOE exija una política más social, o Ciudadanos un programa concreto de regeneración democrática. Y quien vaya a formar Gobierno debe tener una actitud abierta y receptiva. Lo que no se entiende son los vetos previos personales, o las negativas inmediatas que ni siquiera esperan a escuchar lo que se puede ofrecer. Quiero imaginar que nuestros representantes harán esta vez de necesidad virtud, y que en esta legislatura no solo tendremos Gobierno en un plazo razonable, sino también lograremos ver los acuerdos en los grandes temas que algunos venimos reclamando hace años: educación, Estado social, ley electoral y, desde luego, la cada vez más necesaria reforma constitucional. Lo he escrito muchas veces: para construir algo en común, el consenso no suele ser nunca el punto de partida, sino el de llegada. Pero este requiere actitudes que hace mucho tiempo no encontramos en nuestros líderes políticos: escuchar antes de decir no, proponer, tener una actitud constructiva y no destructiva, evitar vetos y “líneas rojas” y estar dispuestos a ceder en algo, aunque no se deba renunciar a los principios esenciales. Si fue posible en 1977-78, tendría que serlo hoy. Primero, un Gobierno acorde con lo que deriva de las urnas, pero que debe ganarse el apoyo de otros. Y después, esos grandes proyectos comunes que deben contar con el apoyo de la inmensa mayoría. Tal vez me creo que vivo en el país de las hadas. O tal vez, solamente es que no pierdo la fe en España, en los españoles y en quienes nos representan.        

(fuente de la imagen: http://camarotecapitan.blogspot.it/2013/07/cuestion-de-entendimiento.html)

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