Happy…
en Irán
Happy we are from Tehran: http://www.youtube.com/watch?v=RYnLRf-SNxY#t=251. Es solo un vídeo en youtube. Uno de
miles. Nada realmente importante. Una curiosa coreografía, más esforzada y
voluntariosa que profesional, del gran éxito musical del verano, la canción
“Happy” de Farrell Williams. Chicos y chicas bailando, imágenes juveniles, simpáticas
y alegres. Está hecho en un país del medio oriente, pero en principio nada
sorprendente en un mundo globalizado, en el que los jóvenes cantan y bailan las
mismas canciones de moda, llevan las mismas camisetas de sus admirados
jugadores de fútbol del Barça, del Madrid, del Chelsea, en cualquier lugar del
mundo. Todo normal. Algo inocente y gracioso, se ve en cuatro minutos, y a otra
cosa. Pero resulta que no, en este caso no es tan simple. Las autoridades del
país han estimado que el vídeo en cuestión es “vulgar, muestra relaciones
ilícitas, y ofende a la castidad pública”. Y han condenado a sus autores a seis
meses de prisión y a 91 latigazos. Al parecer, ha molestado que las tres chicas
aparezcan sin el obligatorio velo por las calles de Teherán, y además bailen
con los chicos, lo que supone un contacto ilícito.
Y
uno se queda pensando. Porque se puede llegar a asumir que alguien juzgue
inadecuados comportamientos y actitudes que a la mayoría nos resultan
simpáticos e inocentes, pero por mucho esfuerzo de tolerancia y de comprensión
que se haga, hay que rechazar con contundencia que esa valoración se imponga a
los demás violentando la dignidad, la igualdad y la libertad de las personas.
Hoy estos últimos son valores universalmente admitidos, y ninguna peculiaridad
religiosa o cultural debería poder utilizarse para justificar su vulneración.
Es verdad que, según parece, la ejecución de la condena ha sido suspendida. Y hay
que reconocer que, por desgracia, nos encontramos hoy en diversos lugares vulneraciones
más graves de los derechos, especialmente en el caso de las mujeres, que
todavía en demasiadas ocasiones son tratadas como seres subordinados al hombre,
y han de sufrir desde matrimonios impuestos hasta abusos de todo tipo. Podría
pensarse que, en este contexto, este asunto no es tan trascendente. Pero creo
que tiene mucha importancia, porque es emblemático. De hecho, muy pronto
personas y organizaciones en todo el mundo, desde Amnistía Internacional a
quienes han escrito bajo el hastag #freehappyiranians, se han solidarizado con
los jóvenes autores. Yo, cada vez que lo veo, no puedo evitar, por un lado, la
sonrisa que provoca la frescura, gracia e inocencia de estos hombres y mujeres.
Pero por otro, alguna lagrimita, porque es muy triste ver que tantas personas tengan
que sufrir esta represión tan absurda e injusta. De todos modos, creo que casos
como este, con la incuestionable valentía de unos autores que sabían a lo que
se enfrentaban, con el apoyo de tantas personas en el mundo y con el efecto
gigantesco que provoca internet, ponen de relieve que todo eso se acabará, y
que, en un mundo en el que todos sabemos lo que pasa en todos los sitios, es
imparable que al fin se impongan universalmente unos estándares mínimos de libertad.
Costará, y desde luego requerirá el apoyo de muchos, pero llegará.