De periodistas… y otros seres humanos
Ante
una tragedia como el accidente que esta semana ha sufrido el Airbus de la
Compañía German Wings en el vuelo de Barcelona a Düsseldorf, que a todos nos ha
conmocionado, lo primero y más importante es expresar las condolencias a los
familiares y seres queridos de todos los fallecidos. En estos casos, yo siempre
me pregunto si, tras el trágico suceso, se puede hacer algo. Por supuesto,
quienes están más próximos, o quienes están profesionalmente implicados, pueden
prestar apoyo psicológico a estas personas que lo han sufrido, participar en el
rescate o ayudar del modo que sea. Los demás, si somos creyentes, ya poco más
podemos hacer que rezar por las víctimas y sus allegados. Naturalmente, como
seres humanos y como ciudadanos, es lógico que nos interesemos por la
información básica, y que deseemos que las circunstancias en las que se produjo
el dramático accidente se aclaren. Esto, lógicamente, hay que dejarlo en manos
de profesionales, y cuando se produzca, lo sabremos gracias a otros
profesionales, que son los periodistas.
Yo así lo veo. Por eso a la pena que todos
sentimos se añade cierta indignación por algunas actitudes que se han visto
estos días. Cabría empezar por la de aquellos responsables que, hablando en
nombre del Gobierno de una Comunidad Autónoma, aprovechan cualquier oportunidad
para comportarse como si la misma fuera un Estado soberano ubicado al mismo
nivel que Francia, Alemania, o España, lo cual obviamente no es cierto a día de
hoy. Pero peor es la de algunos ciudadanos que, además de tener un manifiesto
deseo de echar “mierda” a todos los lados y exteriorizar sus odios y recelos, utilizan
su cuenta de twitter o de otras redes sociales como si estuvieran tomando una
cerveza en la barra del bar. Como dije hace semanas, hoy cada ciudadano es
figurada y potencialmente un medio de comunicación, y eso requiere
responsabilidad. Pero quisiera centrarme en el tratamiento dado a la
información por algunos medios y profesionales de la información. Considero
absolutamente fuera de lugar la búsqueda de comentarios e imágenes claramente
morbosas, la clara invasión de la intimidad (aunque sea en lugares públicos)
que conlleva el acoso a los pobres familiares y allegados de las víctimas, o la
sucesión de opiniones y especulaciones carentes de fundamento sobre la
seguridad de determinadas compañías aéreas o modelos de aviones. Parece que
para algunos medios lo más importante es captar audiencia o lectores aunque sea
a base de “hurgar en la herida” y en la pena de los afectados, o alimentar los
posibles temores y las lógicas preocupaciones de los ciudadanos. Un periodista,
antes incluso que un profesional, debe ser una persona y respetar el dolor de
sus semejantes. Porque además, precisamente si hace eso será un mejor
profesional. Creo que la más responsable actitud es la de quien intenta
transmitir el mensaje de: pena y condolencias por lo sucedido, tranquilidad
respecto a la seguridad en los vuelos, espera hasta que los hechos del caso se
aclaren.