miércoles, 30 de abril de 2014

Anochece, que no es poco

Anochece, que no es poco

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  Lo vengo diciendo desde hace tiempo, y los estudios confirman la idea una y otra vez: es absolutamente falsa la idea de que los españoles trabajemos menos que los ciudadanos de otros países europeos. Lo que sucede, simplemente, es que nos levantamos (y comenzamos a trabajar) un poco más tarde, pero terminamos de trabajar (y nos acostamos) bastante más tarde que en casi cualquier otro país. Así que trabajamos más, aunque los estudios ponen de manifiesto que producimos menos, por lo que más bien cabría decir que pasamos más horas en el trabajo. Varias son las causas que pueden explicar esta situación. Por un lado, dormimos menos, y eso afecta a la productividad. Tradicionalmente, el español podía compensar ese menor sueño nocturno con la siesta o “cabezadita” de después de comer, pero en la mayor parte de los trabajos eso es casi imposible. Por otro lado, nuestro horario oficial está bastante alterado respecto al horario solar. Tenemos la misma hora que Polonia o Albania, países en los que el sol sale antes y se pone antes; en cambio, tenemos una hora más que el Reino Unido, cuando es obvio que compartimos el meridiano de Greenwich. En estos días en los que nos vamos aproximando al solsticio de verano y la noche no parece llegar nunca, cualquiera puede darse cuenta de que nuestro horario está bastante retrasado, lo que puede afectar a la vida cotidiana (por ejemplo, los niños pequeños que van al colegio, o se tienen que acostar de día, o necesariamente duermen poco). Y aunque este “exceso” de horas de luz existe y es más acusado cuando más al norte nos movamos, los países nórdicos lo tienen en número total de horas al día y no pueden resolverlo “moviendo” la hora oficial para que amanezca y anochezca un poco antes.

image            Todo esto, como digo, se puede apreciar a poco que se reflexione sobre nuestros horarios, y se viaje algo para comparar, pero los estudios más serios lo confirman. Recientemente he podido leer en La Tribuna una interesante entrevista a Ignacio Buqueras y Bach, Presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios Españoles, que va a celebrar su noveno congreso en 2014 en Ciudad Real, con el lema “España en hora”. En la misma deja claro que los españoles dormimos 53 minutos menos que la media europea, lo que afecta a la productividad, al absentismo, al estrés y a la siniestralidad. Que producimos poco porque medimos el trabajo por horas presenciales en lugar de por objetivos, y más en época de crisis en la que podemos estar tentados de “demostrar” al jefe que pasamos más horas en el lugar de trabajo. Y propone como soluciones, entre otras, la racionalización de los horarios de trabajo, que permitiría optimizar el tiempo y reducir los gastos, y la modificación del horario oficial para hacerlo coincidir con el horario solar. No puedo estar más de acuerdo; y aunque no dice nada de la siesta, creo que tampoco estaría mal recuperarla, incluso en el propio trabajo, como he leído que empiezan a posibilitar algunas empresas en otros países. No nos vendría nada mal, al menos hasta que logremos dormir lo necesario.    

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jueves, 24 de abril de 2014

García Márquez

García Márquez
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            Muchos años antes de haber pisado por primera vez en mi vida tierras hispanoamericanas, yo ya tenía una imagen o idea sobre ellas, y a la hora de entender  las sociedades del continente, su forma de vida, su historia, su idiosincrasia; a la hora de imaginarme el ambiente propio de estos territorios tan cercanos a España y a la vez tan diferentes, mucho tuvieron que ver muy diversas lecturas de tantos autores, especialmente hispanoamericanos. Y sin duda las obras de Gabriel García Márquez ocuparon un lugar destacadísimo en ese “descubrimiento”, con independencia de que el mismo se corresponda más o menos con una “realidad” tan compleja y variada como difícil de aprehender, y desde luego diferente (pero no ajena) a ese “realismo mágico” del que este escritor consiguió ser primer exponente. El caso es que el genial colombiano jugó para mí un importante papel a la hora de entender (o al menos de imaginarme) Hispanoamérica y sentirme cercano a ella, de algún modo parte de ella, lo cual es comprensible porque pocos elementos ayudan más a formar y unir comunidades que el idioma compartido. Precisamente ahora, al fallecer el gran autor, se ha visto esa capacidad de unir que ha tenido su vida y su obra, a través de los homenajes que le han rendido México, Colombia, y de algún modo todos los países hispanohablantes.

image            Desde luego, siendo esto importante, por lo que realmente le admiro es por su inigualable capacidad para utilizar magistralmente el idioma, para contar historias,  transmitir sensaciones. Logró aunar fondo y forma como pocos lo han hecho. En una época en la que más de uno empezamos a leer “literatura de verdad” desde muy pronta edad en el colegio, pero luego fuimos voluntariamente y con gran gusto ampliando más y más las lecturas (y casi no quiero saber si ahora los colegios fomentan igual la lectura de las obras verdaderamente importantes o con tal de que los jóvenes lean “algo” se busca cualquier otra cosa que se crea erróneamente más divertida o atractiva), algunas obras de Gabriel García Márquez me hicieron disfrutar al tiempo que contribuían a mi propia formación como persona, al igual que las que he leído más tarde a lo largo de mi vida. Los rankings entre escritores son tan absurdos como inútiles, pero otra cosa son las opiniones subjetivas, tan discutibles como respetables. Y según la mía, García Márquez era, junto a Vargas Llosa, el mejor escritor vivo en español. Ahora que ha fallecido, la comparación tendría que ser con otros autores, y creo que no resulta nada exagerado decir que se sitúa por méritos propios como uno de los grandes novelistas de nuestra lengua, siguiendo el nivel de autores como Cela, Baroja, Galdós y más atrás, Quevedo o Cervantes. Aunque toda su obra es excelente, “Cien años de soledad” brillará como una de las grandes novelas de todos los tiempos. Ante esto, poco importa ya su biografía (salvo en lo que interesa para entender o analizar su obra), sus inclinaciones y amistades políticas, o incluso sus cuestionables propuestas de reforma de la ortografía. La inmensa mayor parte de los lectores en lengua castellana le admiraremos siempre por su calidad literaria y su contribución a la cultura y a la formación de la conciencia hispanoamericana. 

jueves, 17 de abril de 2014

La mujer en el Génesis

La mujer en el Génesis

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           El primer libro de la Biblia es fundamentalmente una hermosa alegoría y una interesante pieza literaria, de la que pueden extraerse muchas enseñanzas. Aunque nos habla de Dios y de la creación, está obviamente escrito por uno o varios seres humanos, y con independencia del valor que pueda dársele como forma de revelación de la condición divina, es obvio que de algún modo transmite la concepción del mundo de su autor, y tal vez con ella puede reflejar una mentalidad que hoy consideraríamos susceptible de crítica. Desde esta perspectiva, a veces se ha apuntado el machismo que aparentemente reflejaría el relato de la creación, del que habría muchos ejemplos, pero sobre todo dos aspectos significativos que pondrían de relieve una mentalidad que presupondría la supeditación de la mujer al hombre o la inferior condición de aquella. El primero de ellos sería el hecho de que Eva fue creada a partir de la costilla de Adán, y con la finalidad de que este tuviera compañía; el segundo, la circunstancia de que fue ella quien arrastró a Adán por la línea del pecado y la consiguiente perdición. La mujer aparecería así –siempre según esas opiniones- como un ser creado al servicio del varón, y al tiempo más perverso o con mayor inclinación al pecado que este.


            Yo, la verdad, no sé mucho de nada de esto, pero me parece que el relato puede interpretarse en un sentido muy diferente, y si se profundiza adecuadamente en el mismo nos manifiesta, muy al contrario, una superior valoración de la mujer, dentro de la esencial igualdad de ambos. Para empezar, el hecho de que el autor eligiese como símbolo la costilla del varón puede interpretarse como una afirmación de la igual dignidad de hombre y mujer, que estarían así “compuestos” de un mismo material, de una misma carne (aunque finalmente con origen en el barro, lo que nos recuerda nuestra insoslayable pertenencia a la Tierra y no deja de ser un “guiño ecologista”, si se me permite la expresión, aunque esto sería ya tema para otra ocasión). Hombre y mujer son así radicalmente iguales. Es más, si se sigue el relato de la creación, se ve que Dios se supera a sí mismo con cada nueva criatura, comenzando por el cielo y la tierra, siguiendo por los seres inanimados, y luego por los seres vivos que van “evolucionando” hasta llegar… a la mujer, que es así, de algún modo, el ser más elevado de la creación. En cuanto al origen del pecado, baste decir, en primer lugar, que en el mismo resulta consustancial el deseo de incrementar el conocimiento y de alcanzar la conciencia del bien y del mal (“eritis sicut Deus, scientes bonum et malum”), que parecen así más acentuados en la mujer. Y en segundo lugar, que cuando Dios les interroga, Adán demuestra no haberse enterado de nada de lo que ha pasado al echarle la culpa a Eva, poniendo una torpe excusa, y es ella la que con pleno acierto pone el dedo en la llaga al señalar que fue la serpiente quien les engañó. En fin, frente al varón confundido y cobarde, aparece ahí la mujer más inteligente y sagaz. O eso pienso yo…                

jueves, 10 de abril de 2014

Es por esto, hijos

Es por esto, hijos
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            Hijos míos, sé que ya tenéis edad para entender que, como el padre del anuncio, cuando os explicaba por qué somos del Atleti me tocaba a veces pasar por no pocas dificultades. Era obvio que nuestro equipo no es habitualmente el que más goles marca, ni el que más gana, ni el que más títulos obtiene, así que había que recurrir a otros logros, y así, durante tantos años de sequía había que recordar aquella Recopa de Europa  (título además nunca conseguido por nuestro eterno rival) obtenida antes de que yo naciera, finales épicas que más de una vez no nos sirvieron para alcanzar el título, victorias singulares en campos muy difíciles, o el famoso doblete. Por suerte, en los últimos años han vuelto a llegar los títulos y los partidos memorables como aquella Supercopa contra el Chelsea, y todo parecía un poco más fácil. Pero de todos modos sé que, durante muchos años, demasiados lunes os ha tocado aguantar el cachondeíto y las “pullas”, quizá sin estar demasiado seguros de la necesidad de soportar esas burlas con lo fácil que sería cambiarse de equipo. Y sé que eso os volverá a tocar más de una vez.

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            Hijos, no somos del Atleti por eso. Somos del Atleti porque, a pesar de no estar acostumbrados al éxito y a los títulos, sabemos que podemos alcanzarlos. Porque somos conscientes de que es mucho mayor la alegría por un premio infrecuente y conseguido con mucho esfuerzo, que por una recompensa cotidiana y prácticamente gratuita, cuya obtención se tiende a considerar como una consecuencia natural de un estado casi inmutable de las cosas. Porque siendo del Atleti comprendemos mejor el valor de los sueños, pero sabemos también que existe una posibilidad real de logar que esos sueños se hagan realidad. En la vida, hijos míos, no hay nada importante que se consiga de manera fácil, pero no hay tampoco nada inalcanzable si os lo proponéis con firmeza y perseveráis en su consecución. Somos del Atleti porque yo no quiero que vuestros modelos sean quienes creen poder lograr todo sin apenas esfuerzo, ni que penséis que en la vida todo se consigue con el dinero suficiente. Prefiero que os deis cuenta de que es más importante el esfuerzo, el trabajo en equipo y la constancia que el dinero, e incluso que el talento. Y que cuando os marquéis un objetivo (“ganar, ganar y ganar”), seáis perseverantes y lo busquéis día a día (“partido a partido”), sin perder de vista lo que queréis lograr, pero sin ir cada día más allá de ese pequeño gran esfuerzo del momento. Y así podréis sentiros enormemente satisfechos de algunos de esos logros parciales. Escribo sin saber si este año el Atleti conseguirá dos títulos, uno o ninguno, pero estoy seguro de que sus resultados y trayectoria constituyen un buen ejemplo, y de que en ese “partido a partido” se han alcanzado ya logros quizá impensables al principio. La suerte estará ahora más o menos de cara, pero ya se ha demostrado que con menos presupuesto y más esfuerzo y trabajo de equipo se puede alcanzar el mismo nivel. Y por esto somos del Atleti. O, tal vez, lo llevamos en los genes… 

miércoles, 2 de abril de 2014

¿Nos lo podemos saltar?

¿Nos lo podemos saltar?
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            La reciente sentencia del Tribunal Constitucional que declara la inconstitucionalidad de la llamada “declaración soberanista” del Parlamento de Cataluña, si bien puede tener puntos discutibles política o jurídicamente, como toda sentencia, tiene a mi juicio la virtualidad de dejar claros dos puntos realmente importantes: uno, no por obvio menos necesario de afirmar, que Cataluña carece de soberanía en nuestro sistema constitucional, dado que el único soberano es el pueblo español, y por lo tanto no es admisible en términos jurídicos ninguna decisión que presuponga esa soberanía (como sería, obviamente, la declaración de independencia, consecuencia o no de una consulta); otro, igualmente interesante, que las instituciones de Cataluña, y en concreto su Parlamento que tiene iniciativa para ello, siempre pueden proponer la reforma de la Constitución, y que en tal caso el principio de lealtad constitucional obligaría a las Cortes generales a considerar la propuesta, aunque no obviamente a aprobar una reforma exactamente en ese sentido.
image            La sentencia (unida a lo que ya han señalado claramente los responsables políticos implicados) nos permite ya pronosticar con bastantes posibilidades de acierto lo que va a suceder si el proceso iniciado por las instituciones de Cataluña sigue su curso: el Congreso rechazará delegar la competencia para celebrar consultas, y si el Gobierno de Cataluña insiste en seguir el proceso y convocar la consulta prevista sobre la independencia, los sucesivos actos jurídicos, incluido si llega el caso la convocatoria, serían impugnados ante el Tribunal Constitucional y serán sin duda anulados. Por tanto, no hay a día de hoy posibilidad alguna de celebrar esa consulta de forma legal, ni de que la independencia de Cataluña pueda producirse unilateralmente dentro de nuestro ordenamiento. Por tanto, llegado el momento, el Gobierno de Cataluña tendrá que decidir si quiere seguir adelante incurriendo en manifiesta ilegalidad, o ha de buscar otras vías para conseguir sus propósitos, o bien moderar los mismos buscando alguna alternativa aceptable para todos. Lo de las “elecciones plebiscitarias” aparte de no tener ningún sentido en términos jurídicos, nos llevaría de nuevo (en caso de ganar las fuerzas políticas independentistas) al punto cero y a un reinicio de un proceso que ya sabemos claramente ilegal. Por supuesto, también el Gobierno de España puede considerar en qué términos tendría sentido plantear una reforma constitucional, no desde luego para reconocer soberanía a Cataluña, pero sí para buscar un nuevo consenso asumible por todos. Como creo que los responsables de las instituciones que existen porque están reconocidas en el ordenamiento no querrán hacer nada fuera del ordenamiento,  esa será posiblemente la salida más razonable al reto que tenemos delante. Pero para llegar a ese momento, sería muy positivo saltarse esta fase de “proceso a ninguna parte”, que probablemente solo generará nuevas tensiones y enfrentamientos.    

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