miércoles, 23 de junio de 2021

Promesas incumplidas

 

Promesas incumplidas




Siempre he valorado mucho el cumplimiento de la palabra. Soy scout, y la primera ley que como tal aprendí es que hay que ser digno de confianza.  Más tarde, en la carrera de Derecho aprendí que no toda promesa obliga jurídicamente (por ejemplo, la promesa de matrimonio no produce la obligación de contraerlo). Y luego, durante años he explicado, como todos mis colegas, que en la representación política propia de la Edad Contemporánea no existe, a diferencia de lo que sucedía en la representación medieval, una obligación jurídica por parte de los representantes de cumplir lo prometido; no se les puede exigir responsabilidad jurídica, aunque sí política, aunque solo sea no volviendo a votar a los mismos. Pero esta idea siempre me ha parecido inquietante y necesitada de algún correctivo o complemento, al menos si creemos de verdad en eso que llamamos “regeneración democrática”.

En fin, entienda el lector, si lo desea, mis palabras de hoy en ese contexto ético y político. Creo sinceramente que en nuestro país podemos sentirnos demasiadas veces “traicionados” por aquellos a quienes hemos elegido. En los inicios de nuestro actual periodo democrático se hizo famoso el “puedo prometer y prometo” de Adolfo Suárez, pero… la verdad es que ningún Gobierno ha dejado de incumplir algunas de sus promesas electorales. Desde el “OTAN, de entrada no” de González, hasta la subida de impuestos acordada por el Gobierno de Rajoy en su primer Consejo de Ministros, encontramos demasiados incumplimientos flagrantes y frontales… y se diría que cada presidente tarda menos en incurrir en ese incumplimiento. El actual, aunque tenía el listón alto, lo superó antes incluso de formar Gobierno, pues en menos de 48 horas después de conocerse el resultado electoral hizo público un acuerdo que daba entrada al Gobierno a la fuerza política respecto de la cual, en la inmediata campaña, había afirmado serio y tajante que su entrada en el Gobierno “le quitaría el sueño”. Con esto batía el récord de incumplimientos electorales tempranos, si no contamos que ya un año antes había alcanzado el Gobierno mediante una moción de censura apoyada por aquellos en los que había dicho que nunca se apoyaría (eso no cuenta porque no había campaña electoral). Así que este récord resulta difícilmente superable, aunque alguien lo intentó sin éxito: en las recientes elecciones madrileñas, sin ni siquiera terminar la campaña, un candidato pasó del “con este Iglesias, no”, al “Pablo, nos quedan doce días para ganar las elecciones”, pero comprensiblemente este incumplimiento no dio ningún rédito, ya que se produjo incluso antes de que los ciudadanos acudirán a votar. En fin… hemos llegado a tal punto que ya a nadie le sorprende que quien ganó las elecciones con promesas como asegurar el cumplimiento íntegro de las penas por los sediciosos, y la recuperación del delito de convocatoria de referéndums ilegales, haya pasado, sin motivación alguna del cambio, a indultar a aquellos sediciosos y anunciar sin ningún rubor que se quiere revisar a la baja la pena del delito de sedición. Quién sabe, acaso la única promesa que piensa cumplir en este ámbito es la de traer a Puigdemont… aunque esa llegada no sea exactamente tal y como la describió. Es una pena que la palabra de nuestros gobernantes valga tan poco, y el único instrumento ante tal situación es la responsabilidad política.

(Fuente de la imagen: https://ifuturo.org/promesas-politicas-incumplidas-una-web-lo-comprueba/ )

jueves, 17 de junio de 2021

Los indultos y el rey



Los indultos… y el rey

 



            Perdonar siempre es bueno, e incluso, casi siempre, olvidar. El caso es que, por esta razón, puede resultar muy fácil empatizar con la idea de “estos” indultos cuando se tratan de justificar como acto de magnanimidad; y más complejo explicar por qué son moral y políticamente rechazables (además de jurídicamente cuestionables). Es verdad que, en la parábola del hijo pródigo, el padre -que representa a Dios- no solo perdona a su hijo, sino que le organiza una fiesta para la cual sacrifica al becerro mejor cebado, pero no hay que olvidar que, para llegar a ese punto, el hijo tuvo que volver y reconocer al padre “he pecado contra el Cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo”. Puede que algún lector, entre sarcástico y descreído, sienta tentación de aprovechar esta reflexión para sugerir que, si eso es así, podríamos suponer que Sánchez es incluso más magnánimo que Dios. Pero yo creo que lo que esto significa es que el perdón hay que merecerlo. Además, esa tentación de desvanece si nos paramos mínimamente a analizar las circunstancias de este caso, en el que la permanencia de Sánchez como “supremo hacedor” depende exactamente del apoyo de los partidos a los que pertenecen los indultados. Y en cualquier caso, además de ser honesto hay que parecerlo.

            Dicho lo anterior, se comprende que hay demasiados motivos para criticar los indultos como para centrarse en el único que no tiene, a mi juicio, ni la menor consistencia, como es el de que estos harían cómplice al rey, por el hecho de que este deba firmarlos. Históricamente, el indulto era una prerrogativa libérrima del monarca absoluto, pero ni ahora el monarca es absoluto (de hecho, carece del menor margen de decisión política) ni tampoco, como ya apunté y acaso desarrolle otro día, son libérrimos. Pensemos, por ejemplo, que todas y cada una de las leyes que han sido declaradas total o parcialmente inconstitucionales llevaron también la firma del monarca. En nuestra monarquía parlamentaria, el rey no es responsable de sus actos, que en gran medida son obligados, y por ello existe el refrendo. Se cita a veces el ejemplo del rey Balduino de Bélgica y la “solución imaginativa” que allí se encontró para dar cobertura a su “objeción de conciencia” a firmar la ley del aborto. Pero este tipo de situaciones, excepcionalísimas, no son un ejemplo, sino más bien algo que convendría a toda costa evitar. No es nada positivo suponer que el rey no querría firmar esos indultos, aunque tampoco lo es sugerir, y menos desde instancias gubernamentales, que los vería con buenos ojos. Eso es totalmente irrelevante. Tiene que firmarlos, y en ningún caso será cómplice de nada.

(Fuente de la imagen: https://www.20minutos.es/noticia/4729624/0/rey-firma-indultos-constitucion-gobierno-condenados-proces-cataluna/?autoref=true )
 

jueves, 10 de junio de 2021

De vacunas y vacaciones

 

De vacunas y vacaciones

 


            Después de un proceso de inicio lento, no pocas veces titubeante e improvisado, no exento tampoco de dudas, decisiones cuestionables y diferencias no muy justificadas, parece que el fin el proceso de vacunación contra el coronavirus ha alcanzado cierta “velocidad de crucero” que acaso permita cumplir el objetivo de alcanzar la ansiada “inmunidad de grupo” antes del fin del verano. Así que vacunas y vacaciones no solo van a coincidir en la raíz, sino en alguna medida en el tiempo. Pero antes y durante ese período vacacional habrá que resolver todavía algunas cuestiones más o menos dudosas o controvertidas. Así, en el momento de escribir estas líneas todavía no se ha apagado el debate sobre si debía vacunarse a los jugadores de la selección española de fútbol. Un debate que, con independencia de que permita encontrar argumentos a favor y en contra, debería haberse resuelto mucho antes, pues a estas alturas ya hemos “perdido” para la Eurocopa a algunos jugadores claves, y si nos descuidamos un poco vamos a poner a jugar a los que puedan mientras tienen el riesgo de experimentar las posibles reacciones o efectos secundarios de la vacuna. Dicho esto, a mí no me parece nada escandaloso que, atendidas las circunstancias, se les hubiera dado prioridad, o al menos darles la posibilidad de vacunarse a su coste, pero claro, parece que esto no es muy concebible en nuestro país.

 

            Se plantea también estos días otra cuestión de interés que, se resuelva de uno u otro modo, convendría también resolver ya, para evitar luego dudas o problemas de gestión. Se trata de si a las personas que estén de vacaciones cuando les corresponda ser vacunados, les podrían poner la vacuna (o la dosis que les toque) en el lugar en el que estén pasando esos días de asueto y descanso. Algunos se han apresurado a poner el grito en el cielo, o incluso a llamar egoístas a quienes pretenden tal cosa o sugieren la idea. Según este posicionamiento, la salud estaría antes que el ocio vacacional, y no hay más cuestión. Francamente, no puedo estar de acuerdo con esta visión. La vacuna no es obligatoria, pero además no solo está al servicio de la salud individual del vacunado, sino de lo que podemos llamar salud pública. Pero me temo que en los últimos tiempos nos hemos acostumbrado a que cambiar de Comunidad Autónoma pueda tener más efectos que salir al extranjero. Siempre he defendido el modelo autonómico, y donde este puede y debe demostrar sus ventajas, su eficacia y su mayor cercanía es en la educación, en la justicia y, desde luego, en la salud. Pero eso requiere gestión y coordinación. Los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio español, y creo yo que somos un Estado lo suficientemente avanzado como para coordinar un proceso de este tipo, llevando más dosis aquel lugar en el que hagan más falta en período vacacional. Veremos…   


(Fuente de la imagen: https://www.ocu.org/salud/medicamentos/noticias/vacunas-vacaciones )

martes, 1 de junio de 2021

Dos botellas de vino

 

Dos botellas de vino

 


            Toda la vida había escuchado (y leído) la anécdota. Cuando en 1904 don Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, marqués de Villaviciosa, y Gregorio Pérez “el Cainejo” culminaron la primera ascensión al Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes, llevaban dos botellas de vino: una, para celebrarlo en el momento, y otra, para dejarle un mensaje al siguiente escalador, y de paso demostrar así que en esa cumbre, acaso la más codiciada y difícil de todo el panorama montañero español, los pioneros habían sido estos dos singulares compatriotas. Cuando dos años después Gustav Schulze se convirtió en el tercer hombre en hollar la mítica cima, habría encontrado el mensaje y la otra botella “de regalo”; y un poco después de su hazaña se reuniría con Pidal en la fonda “Velarde” de Bustio (Ribadedeva) y disfrutarían recordando el detalle y la broma, y se reirían juntos con la anécdota, mientras compartían otros vinos y recuerdos de aquella escalada que cada uno había hecho en su momento. La anécdota es tan simpática, y a la vez tiene tanto “gancho”… que yo siempre la creí. Pero hace poco tiempo he leído que la investigadora Elisa Villa ha demostrado que la anécdota del vino en el Urriellu no es cierta, y ha publicado varios artículos aportando indicios bastante concluyentes de su falsedad. O al menos, de la falsedad del elemento central de la anécdota (las dos botellas de vino en la cima del Pico), ya que las demás circunstancias sí parecen ser correctas.

 

            Y en fin, este es uno de los casos en los que a uno le gustaría que el mito o la ilusión fueran realmente verdad histórica. Pero… al parecer, y según Villa, lo que sucedió fue que, en ese encuentro (real) entre Pidal y Schulze en la fonda de Bustio, ambos debieron beber y fantasear y tal vez bromear con posibilidad de llevar y dejar las botellas de vino en el Urriellu y… la joven Delfina Velarde lo escuchó, y creyó siempre que realmente Pidal y el Cainejo dejaron las dos botellas. Siendo ya anciana, le contó esta historia a Juan Antonio Odriozola, que la incluyó en un artículo y, más tarde, al parecer, la incorporó como licencia en la traducción de la obra de Saint-Saud sobre los Picos. De ahí, la historia pasó a engrosar los mitos y leyendas. Y aunque es una pena que no sea cierta… como tal leyenda permanece en algunos ámbitos. Pero, si bien se mira, bastante épicas fueron ya las escaladas de Pidal-Cainejo y Schulze, y mítico también debió ser aquel encuentro, esta vez sí entre vinos, en ese emblemático establecimiento a la orilla del Deva. Eso sí fue épico y real, me habría encantado verlo. Lo otro… ¿importa tanto?