De
la Quadra-Salcedo
Lo
confieso: siempre me habría gustado ser como Miguel de la Quadra-Salcedo. Nunca
he querido tener ídolos, pero sí referencias, y este
atleta-reportero-aventurero navarro (aunque nacido en Madrid) era y es una de
ellas. Hace unos días que nos ha dejado, y su ausencia es de esas que deja un gran
vacío, y además la incógnita de si su gran obra podrá tener continuidad. Ojalá
que así sea, pues sería mucho lo que perderíamos todos si desapareciera esa
excelente fuente de experiencias y conocimientos para tantas generaciones de
jóvenes, y más ampliamente, para toda la sociedad, merced a la difusión
alcanzada. En estos días hemos leído diversas semblanzas de su impresionante
trayectoria, primero como lanzador de peso, disco y martillo, luego como
periodista y reportero de Televisión Española en momentos y lugares tan
históricos y peligrosos como la República Democrática del Congo, la guerra de
Vietnam o el golpe de Estado de Pinochet en Chile; y finalmente, su etapa al
frente de esa experiencia fabulosa primero llamada Aventura 92, y luego Ruta
Quetzal BBVA. Yo no voy a detenerme en esos detalles, sino en los motivos por
los que he afirmado que es una referencia importante.
Primeramente,
hay que reconocerlo, está el espíritu viajero, ese “gen aventurero” que algunos
quizá tengamos por ahí. Como muchas personas, siempre he imaginado viajar a
lugares exóticos y remotos, desafiando retos y peligros variados. Hasta ahora lo
he hecho muchos menos de lo deseado, pero Miguel de la Quadra-Salcedo pudo
viajar emulando la mejor tradición de tantos de nuestros exploradores o
evangelizadores, desde Ponce de León o Cabeza de Vaca, al también navarro San
Francisco Javier. En segundo lugar, siempre tuvo predilección especial por
Hispanoamérica, algo que sin duda yo comparto. No es solo que la Ruta Quetzal
se haya vinculado siempre a la cultura hispana en el mundo, y especialmente en
América, sino que pocas personas como él han sido conscientes de la importancia
de la impronta americana en la propia cultura española. Se me quedó grabada su
frase “hay que ser español desde América”, y en la misma entrevista dijo que
nuestros políticos creen que nuestros amigos están en Europa, pero los
verdaderos compañeros están en América latina. Yo prefiero decir más
simplemente: los países europeos son nuestros amigos, los hispanoamericanos son
nuestros hermanos. Pero en tercer lugar, el motivo más importante es que detrás
de ese espíritu viajero de Miguel siempre ha habido valores. Todo tenía un
sentido, nunca era el mero disfrute propio del turista. El conocimiento y
difusión de la cultura, así como la educación de las nuevas generaciones en
valores nobles, presidió su gran proyecto. Supo distinguir lo importante. Hace
solo unos meses, con 83 años, en una entrevista en El Mundo, nos dejaba las siguientes
“perlas” para reflexionar: “en esos viajes tratamos de inculcar a los chavales
que para vivir una aventura solo hay que abrir un libro, oler sus páginas y
dejarse llevar por lo que cuentan”. O que ningún twitter ni ningún youtube
pueden sustituir a “mirar a los ojos de las personas”, “oler la tierra húmeda
después de la lluvia” o “sentir el aire limpio de una cordillera”. Su secreto
para mantener la juventud era “mantener la curiosidad, el hambre de
conocimientos, y rodearse de gente joven”. Me gustaría saber transmitir esas
ideas a las nuevas generaciones. Si todos los que educamos a jóvenes lo
intentamos, el legado de Miguel perdurará.
(fuente de la imagen: http://verne.elpais.com/verne/2016/05/20/articulo/1463725953_792632.html?rel=mas)
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