jueves, 2 de junio de 2016

De la Quadra-Salcedo

De la Quadra-Salcedo


            Lo confieso: siempre me habría gustado ser como Miguel de la Quadra-Salcedo. Nunca he querido tener ídolos, pero sí referencias, y este atleta-reportero-aventurero navarro (aunque nacido en Madrid) era y es una de ellas. Hace unos días que nos ha dejado, y su ausencia es de esas que deja un gran vacío, y además la incógnita de si su gran obra podrá tener continuidad. Ojalá que así sea, pues sería mucho lo que perderíamos todos si desapareciera esa excelente fuente de experiencias y conocimientos para tantas generaciones de jóvenes, y más ampliamente, para toda la sociedad, merced a la difusión alcanzada. En estos días hemos leído diversas semblanzas de su impresionante trayectoria, primero como lanzador de peso, disco y martillo, luego como periodista y reportero de Televisión Española en momentos y lugares tan históricos y peligrosos como la República Democrática del Congo, la guerra de Vietnam o el golpe de Estado de Pinochet en Chile; y finalmente, su etapa al frente de esa experiencia fabulosa primero llamada Aventura 92, y luego Ruta Quetzal BBVA. Yo no voy a detenerme en esos detalles, sino en los motivos por los que he afirmado que es una referencia importante.


            Primeramente, hay que reconocerlo, está el espíritu viajero, ese “gen aventurero” que algunos quizá tengamos por ahí. Como muchas personas, siempre he imaginado viajar a lugares exóticos y remotos, desafiando retos y peligros variados. Hasta ahora lo he hecho muchos menos de lo deseado, pero Miguel de la Quadra-Salcedo pudo viajar emulando la mejor tradición de tantos de nuestros exploradores o evangelizadores, desde Ponce de León o Cabeza de Vaca, al también navarro San Francisco Javier. En segundo lugar, siempre tuvo predilección especial por Hispanoamérica, algo que sin duda yo comparto. No es solo que la Ruta Quetzal se haya vinculado siempre a la cultura hispana en el mundo, y especialmente en América, sino que pocas personas como él han sido conscientes de la importancia de la impronta americana en la propia cultura española. Se me quedó grabada su frase “hay que ser español desde América”, y en la misma entrevista dijo que nuestros políticos creen que nuestros amigos están en Europa, pero los verdaderos compañeros están en América latina. Yo prefiero decir más simplemente: los países europeos son nuestros amigos, los hispanoamericanos son nuestros hermanos. Pero en tercer lugar, el motivo más importante es que detrás de ese espíritu viajero de Miguel siempre ha habido valores. Todo tenía un sentido, nunca era el mero disfrute propio del turista. El conocimiento y difusión de la cultura, así como la educación de las nuevas generaciones en valores nobles, presidió su gran proyecto. Supo distinguir lo importante. Hace solo unos meses, con 83 años, en una entrevista en El Mundo, nos dejaba las siguientes “perlas” para reflexionar: “en esos viajes tratamos de inculcar a los chavales que para vivir una aventura solo hay que abrir un libro, oler sus páginas y dejarse llevar por lo que cuentan”. O que ningún twitter ni ningún youtube pueden sustituir a “mirar a los ojos de las personas”, “oler la tierra húmeda después de la lluvia” o “sentir el aire limpio de una cordillera”. Su secreto para mantener la juventud era “mantener la curiosidad, el hambre de conocimientos, y rodearse de gente joven”. Me gustaría saber transmitir esas ideas a las nuevas generaciones. Si todos los que educamos a jóvenes lo intentamos, el legado de Miguel perdurará.

(fuente de la imagen: http://verne.elpais.com/verne/2016/05/20/articulo/1463725953_792632.html?rel=mas)

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