jueves, 28 de julio de 2016

¿Traten otros del Gobierno?

¿Traten otros del gobierno?

         




   El hartazgo de los ciudadanos con este eterno proceso de formación del Gobierno nos hace a veces recordar inevitablemente los conocidos versos de Luis de Góngora: “Traten otros del gobierno/ del mundo y sus monarquías,/ mientras gobiernan mis días/ mantequillas y pan tierno”. Hay quien ha dicho que el verdadero riesgo que tiene toda esta situación para nuestros representantes políticos es el de que los ciudadanos empecemos a darnos cuenta de que realmente podemos vivir sin Gobierno. Y, desde luego, empieza a haber una sensación de que la cosa no es tan grave, el mundo sigue girando a pesar de esta larga situación de crisis y bloqueo, y ahora que se aproxima el mes vacacional para buena parte de los españoles, seguro que a más de uno le dan ganar de decir: “¡allá se las entiendan! ¡que hagan lo que quieran!”, e intentar disfrutar del descanso que todos consideramos casi siempre merecido cuando lo aplicamos a nosotros mismos, y casi siempre injustificado cuando se trata de que lo disfruten quienes pertenecen a eso que llamábamos “clase política” y ahora más de uno denomina “casta”.

   




         Es indudable que esta sensación tiene un cierto fundamento. Y por otro lado, ciertamente el hecho de que el país siga funcionando razonablemente con un Gobierno en funciones, es una buena señal, pues significa que las instituciones funcionan, y los “vacíos de poder” no son tales en la medida en que las normas prevén una respuesta a este tipo de situaciones. Pero me temo que hay que superar esa impresión de que todo irá igual de bien con o sin Gobierno. Es una mala noticia que sigamos sin un Gobierno en la plenitud de sus competencias, y peor cuanto más tiempo pasa, por varios motivos. En primer lugar, aunque de momento no lo notemos en el día a día, esta situación de limitación conlleva consecuencias que no son positivas: paralización de la actividad legislativa, significativas limitaciones en la acción de Gobierno, así como no pocas dudas jurídicas sobre los propios perfiles concretos del Gobierno en funciones, así como sobre las relaciones concretas entre este y el Parlamento. Dudas que pueden tener sus consecuencias prácticas, aunque hasta ahora los ciudadanos no las advirtamos. Por otro lado, si hasta ahora no hemos notado en exceso las consecuencias adversas, es porque esta situación solo ha durado unos meses, hemos entrado en ella con los presupuestos del año aprobados, y aún no tocaba aprobar los del próximo ejercicio. Pero las cosas se complicarían si entramos en el período en que han de elaborarse y aprobarse los próximos presupuestos sin Gobierno (o incluso con un Gobierno que no tenga los apoyos necesarios para sacar adelante esos presupuestos). Es verdad que nuestro derecho prevé, en tal caso, la prórroga automática de los presupuestos anteriores, situación que además cuenta ya con precedentes, y ha sido relativamente frecuente en los ámbitos autonómico y local. Pero también es cierto que eso sí tendría consecuencias económicas perceptibles en el bolsillo de los ciudadanos. En resumen: para pensar aquello de “ande yo caliente, y ríase la gente”, hay que “andar caliente”, y por desgracia demasiados ciudadanos no viven hoy una situación tan positiva. Es verdad que nuestras normas lo tienen todo previsto. Pero ello solo significa que no hay motivos para el miedo o el pánico, pero sí para una razonable preocupación porque nuestros representantes resuelvan de una vez esta situación, ya que esa misión es esencialmente suya. 

(fuentes de las imágenes: http://www.fotolog.com/diegogenial4/45543565/ 
http://www.publico.es/politica/directo-campana-del-26-j.html)

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