miércoles, 13 de julio de 2016

Burocracia digital

Burocracia digital



“Me gustan mucho más los murciélagos que los burócratas. Vivo en la Era del Dirigismo, en un mundo dominado por la Administración. El mayor mal no se hace ahora en aquellas sórdidas "guaridas de criminales" que a Dickens le gustaba pintar. Ni siquiera se hace, de hecho, en los campos de concentración o de trabajos forzados. En los campos vemos su resultado final, pero es concebido y ordenado (instigado, secundado, ejecutado y controlado) en oficinas limpias, alfombradas, con calefacción y bien iluminadas, por hombres tranquilos de cuello de camisa blanco, con las uñas cortadas y las mejillas bien afeitadas, que ni siquiera necesitan alzar la voz. En consecuencia, y bastante lógicamente, mi símbolo del Infierno es algo así como la burocracia de un estado-policía…”. Muchas cosas han cambiado desde que C. S. Lewis escribiera lo anterior en la obra “Cartas del diablo a su sobrino”, en 1942. Más aún desde que Kafka describiera esa apabullante y angustiosa burocracia judicial en “El proceso”, obra publicada en 1925, o Mariano José de Larra publicase en 1833 su célebre artículo “Vuelva usted mañana”. Hoy todo se mueve rápidamente, a través de internet, las transacciones se formalizan a distancia y en segundos, los trámites pueden llevarse a cabo sin levantarse de la silla, a golpe de “clic”, teclado y ratón. Todo parece fácil… en los casos fáciles.


Y sin embargo… La situación no resulta tan cómoda ni tan sencilla como pudiera parecer en un primer vistazo. Los abogados se quejan de la complejidad y los fallos de la plataforma Lexnet. Muchas personas con una amplia cualificación intelectual quedan apartadas o marginadas del mundo digital por su menor familiaridad con las nuevas tecnologías. E incluso los más expertos han de afrontar las dificultades que ofrece el mundo digital: bloqueos o fallos técnicos, escaso o nulo margen de error para el administrado, cliente o simplemente ciudadano, total apartamiento del “factor humano”, que si bien puede implicar  posibilidad de error, conlleva también un elemento de empatía, comunicación personal, y adaptación a las circunstancias del caso concreto, que jamás puede ofrecer una máquina. El mundo digital puede estar relativamente adaptado a la aplicación de reglas, pero en su seno resultan inviables conceptos como la equidad, la justicia material y tantos otros principios necesarios para un mundo más o menos razonable. Y lo peor de todo: los burócratas no descansan, a veces son los propios responsables de esos automatismos digitales, y otras veces se amparan en ellos o los usan como excusas para hacer más difícil una gestión, o ignorar la solución justa. Nos venden la “Administración electrónica” como un gran avance de nuestro siglo, pero ahora lo que tenemos es “burocracia digital”. No hay papeles, pero lo que habría que leer antes de consentir cualquier contrato electrónico o trámite administrativo, es inabarcable (por falta de tiempo) para cualquier ciudadano medio, que por supuesto pulsa “aceptar” sin enterarse de nada. Por poner otro ejemplo, facturar el equipaje y embarcar en un avión era algo sencillo en la era analógica, mostrando billete y pasaporte a un ser humano que llevaba a cabo los trámites y nos preguntaba el asiento de preferencia. Hoy, en cambio, suele requerir gestiones digitales en los días previos, más otras en el aeropuerto, ya casi siempre con máquinas, y sin opción a un trato personal. Y así estamos, un trámite analógico se sustituye por tres o cuatro en el mundo digital…      

(fuente de la imagen: http://www.diarioinformacion.com/suscriptor/dominical/2015/03/15/burocracia-papel/1610031.html)

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