jueves, 16 de julio de 2015

¿Existen los milagros?

¿Existen los milagros?


            No sé si existen los milagros, o si más bien tendemos a llamar milagro a un hecho insólito, difícilmente explicable, o que tiene una apariencia tan fortuita que parece increíble que se haya producido. Probablemente esta segunda visión resulta más acertada, y casi todo tiene una explicación científica o racional, o en todo caso todo se produce por una sucesión de acontecimientos conocidos. Pero esto no resolvería la cuestión de si existe una voluntad detrás de todos esos acontecimientos, alguien que ordena y dispone que las cosas sucedan, un destino al que todo conduce de una manera aparentemente causal o desordenada, pero realmente preconcebida o al menos previamente conocida, o en realidad las cosas suceden por causas conocidas, pero no ordenadas ni previstas, y después de todo la casualidad y el caos son los principios rectores del Universo, como sugieren algunas de las más modernas teorías físicas. Por otro lado, en la Biblia leemos muchos milagros, que suelen responder a un plan divino, pero incluso Jesucristo, que además de Dios era hombre, supo cuándo debía alterar ese plan, por una razón tan poderosa como comprensible, que fue ayudar a sus amigos (aunque tal vez hoy le habrían recusado o acusado de parcialidad). En efecto, hizo su primer milagro antes de lo previsto, porque no podía consentir que unos amigos de la familia se quedasen sin vino en la boda de sus hijos. Y más tarde resucitó a Lázaro, algo aparentemente innecesario o incluso contraproducente desde la perspectiva del diseño del plan de la salvación, pero que hizo motivado por la pena y el dolor que le provocaban la ausencia de su amigo.


            Todo lo anterior es sin duda una divagación por mi parte, pero a ello me han conducido mis pensamientos al conocer la noticia de que un bebé de pocos días ha sido hallado en la localidad madrileña de Mejorada del Campo en un contenedor de la basura soterrado, del que le han salvado dos agentes de la Guardia Civil, tras recibir una llamada de un vecino que había escuchado su llanto. Quizá la primera reacción al conocer la noticia fue pensar en cómo un ser humano puede ser tan atroz y desalmado, o acaso estar tan desquiciado para hacer eso (la presunta autora ha sido detenida, y desde luego uno piensa si será más dolorosa la pena que se le imponga o la tortura que su conciencia habría de imponerle al darse cuenta de lo que pudo ser la consecuencia de su acto). Pero enseguida pensé en qué feliz sucesión de acontecimientos permitió salvar a ese bebé de una muerte prácticamente segura. En cómo la vida, que siempre lucha por abrirse camino, le impulsaría a llorar al encontrarse abandonado, en una mochila en aquel lugar tan inhóspito para él, logrando así ser hallado allí donde nadie podría imaginar la posibilidad de encontrarse con un ser humano tan pequeño e indefenso. La foto que se ha divulgado de Carlos y Andrés, los dos guardias civiles que le salvaron, con el bebé en brazos, tiene algo de chocante y llamativo, de contradictorio e inesperado. Pero definitivamente es hermosa, porque no deja de ser una exhibición y una prueba de que la propia vida es el mayor de los milagros.   

(fuente de la imagen: http://www.abc.es/madrid/20150715/abci-guardia-civil-salva-bebe-201507151004.html) 

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