Sí
nos representan
Desde que en 1188 el Reino de León
aportó al mundo la creación del primer
Parlamento (con el nombre de Cortes), no se ha descubierto forma mejor para
gestionar los asuntos públicos. Esta institución, basada inicialmente en una
representación estamental y de Derecho privado, pasó después a regirse por
criterios poblacionales y territoriales,
de manera que con la Edad Contemporánea nace la representación política en la
que todo el Parlamento representa a toda la Nación, y más tarde, con la llegada
del sufragio universal, al pueblo soberano. La Constitución española de 1978
reconoce que la soberanía nacional reside en el pueblo español, pero también
consagra el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones. La
autonomía política necesita potestad legislativa, y esta requiere de una
institución parlamentaria, por eso hace hoy exactamente 30 años nacieron las
Cortes de Castilla-La Mancha. Nunca he sido amigo de las anuales celebraciones
grandilocuentes; además es probable que el lector conozca todo lo anterior,
pero me temo que precisamente en los tiempos que corren conviene recordar con
cierto énfasis estas realidades, porque a veces los árboles de las crisis
(ciertamente económica, política, social e institucional) parecen no dejarnos
ver el bosque de la importante labor colectiva que, entroncando con nuestra
mejor tradición representativa y democrática, hemos logrado implantar entre
todos a partir de 1978.
Creo que hoy no es ni mucho menos
superfluo destacar que la descentralización política articulada a través del
llamado “Estado autonómico” es el modelo más acorde con nuestra Historia y
nuestra realidad política; que fue un profundo acierto la creación de las
Comunidades Autónomas; que estas necesitan ciertas instituciones de gobierno, y
entre ellas una asamblea parlamentaria para que exista la autonomía política. Desde
1983, todos los diputados de Castilla-La Mancha nos representan a todos. Los
que recibieron nuestro voto y los que no. Los del PP, los del PSOE, y los que
en otros momentos han sido elegidos en las listas de otras formaciones
políticas. Cuando piso el convento de San Gil siento que estoy en el “templo”
de la democracia y de la autonomía política. Probablemente hay que pensar más en
cómo asegurar la necesaria proporcionalidad, también en cuáles son las
dimensiones adecuadas (y el coste asumible) de esta noble institución
parlamentaria. Pero estoy seguro de que la misma es imprescindible. Feliz
cumpleaños, democracia autonómica, felicidades a todos.
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