Confianza
mutua
La Unión Europea supone un largo,
lento y complejo proceso de integración entre Estados, que se reconocen a sí
mismos como democráticos. Por ello un Estado no puede entrar en la Unión si no
alcanza un “umbral mínimo” de calidad democrática (como le pasó a España antes
de 1978), y si pierde o pone en peligro ese umbral puede ser objeto de diversas
medidas o sanciones por parte de la Unión. En estas premisas se asienta un
principio de confianza mutua, que presupone que cada Estado reconoce a los
demás su carácter democrático y su condición respetuosa con los derechos
fundamentales, y no cuestiona estos parámetros. Además, y como es sabido, uno
de los grandes objetivos de la Unión es la eliminación de las fronteras
internas y la libre circulación de personas. Teniendo en cuenta estos dos
parámetros, y considerando que esa libre circulación es en principio predicable
también de delincuentes o presuntos delincuentes, se hizo necesario establecer
un mecanismo que facilitase una entrega inmediata y ágil entre Estados, de
aquellos ciudadanos perseguidos por la comisión de delitos en uno de ellos, que
se han trasladado a otro. Fue así como nació la orden europea de detención y
entrega, que trataba de superar los complejos y a veces lentos procesos de
extradición que existen en general entre los Estados que no comparten ese
proceso de integración.
Creo que basta lo anterior para
señalar que el hecho de que un prófugo de la justicia en España, al que se le
imputan graves hechos por los que otras personas han sido condenadas por
sedición y malversación, campe prácticamente a sus anchas por el territorio de
la Unión durante cuatro años, no solo es una anomalía y una afrenta a España,
sino que supone también un torpedo que se ha disparado directamente contra la
línea de flotación de la propia Unión. Podría explicar a mis lectores que las
cosas son algo más complejas, porque la euroorden no siempre (dependiendo de
los delitos) es tan automática, porque este ciudadano adquirió posteriormente
la condición de eurodiputado, y aunque el Parlamento, con buen criterio,
levantó después su inmunidad, ahora la última
palabra la tiene el Tribunal de Justicia, y por otra serie de factores.
Pero la verdad, casi siempre que hay que acudir a la manida idea de “no es lo
que parece, puedo explicarlo” es que se trata de algo muy difícil de explicar.
Y probablemente, más allá de argumentos estrictamente jurídicos, la actitud de
poca lealtad a ese principio por parte de algunos jueces pueda influir también
en que se haya generado esta lamentable situación, que tampoco parece molestar
en absoluto a nuestro Gobierno. Solo queda esperar que esta situación acabe de
una vez, con la aplicación práctica de los principios que sirven de sustento a
la propia Unión. Pero eso no se ve demasiado cerca…
(Fuente de las imágenes: http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/beaune-europa-mas-alla-de-la-covid-19 )
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