jueves, 6 de septiembre de 2018

Asturias

Asturias





            Hace años que un eslogan con fines turísticos se refiere a Asturias como “paraíso natural”, y desde luego esta es una definición sintética y apropiada de este lugar maravilloso. Pero Asturias es mucho más. Es (además de las insulares) la única comunidad autónoma de nombre plural, y acaso eso da idea de que hay varias Asturias: la costa y la montaña; la minera, la industrial, la ganadera, la marinera; la urbana y la rural; occidente, centro y oriente… Pero todas ellas configuran una Asturias a la que nadie puede dar lecciones de eso que ahora llaman “identidad propia”. Esta identidad, tan arraigada y profunda, nunca es excluyente. El bable, la lengua asturiana, convive habitualmente de forma armónica con el castellano, y en las fiestas la mayoría de los asturianos exhiben con orgullo la bandera rojigualda, al lado de la enseña asturiana, que incorpora de forma destacada y sin complejo alguno la cruz de don Pelayo. Y detrás de esta identidad están los asturianos, gentes que -en general- no se “hacen bolas” con estos temas, discreta pero profundamente acogedoras, y sobre todo, esencialmente nobles.



            El 8 de septiembre se celebra el día de Asturias, y este año esta celebración es muy especial, por lo que han llamado el “triple centenario”: 1300 años desde el origen del reino de Asturias, y un siglo de la declaración del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, así como de la coronación canónica de la Virgen de Covadonga. Porque para la inmensa mayoría de los asturianos, creyentes, agnósticos o ateos, “la mi Santina” es un emblema, un símbolo profundo de esa identidad, que va mucho más allá de su sentido religioso. A la Santina no se la toca, y todos la respetan. Yo presumo de tener una parte asturiana, aunque en esto de la sangre, los genes y los sentimientos, es absurdo hablar de porcentajes, así que es perfectamente compatible con ser toledano, castellanomanchego, español y europeo, y sobre todo un ciudadano del mundo, hermano de cualquier otro ser humano. Pero hoy quiero felicitar a los asturianos, y estoy seguro de que mis lectores toledanos compartirán esta felicitación a los habitantes de la única Comunidad Autónoma cuyo himno -letra y música- conocemos perfectamente todos. Y también mis lectores hispanoamericanos, de los cuales más de uno será descendiente de Asturias y se sentirá también asturiano. Nunca olvidaré que, celebrando el Mundial de fútbol que España ganó en 2010, yo estaba en México, y allí unos paisanos me ofrecieron sidra que escanciaban, y cuando les pregunté de dónde eran me respondieron: “¡De Llanes!”. Muchas felicidades a todos los asturianos, estén en Asturias o en cualquier lugar del mundo. 

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