Checks and balances?
Con tantos políticos que incumplen
sus promesas electorales, no deja de resultar llamativo que el recientemente
investido presidente de los Estados Unidos esté empleando sus primeras semanas
en intentar cumplir lo más destacado de aquello que prometió, o quizá sería más
propio decir, “de aquello con lo que amenazó”. Creo que muchos disculparíamos,
o más bien nos alegraríamos, aunque fuera solo en este caso, de que se
incumpliera lo que se dijo antes de las elecciones. El caso es que este
populista-nacionalista, que pretende ser muy defensor de las esencias
americanas pero que en algunos aspectos parece un antisistema, en efecto está
ya poniendo a prueba el sistema. Y cuando hablo del “sistema” me refiero a una
de las democracias más sólidas y antiguas del planeta, que históricamente ha
destacado por su articulación de la soberanía popular y la separación de
poderes, así como su creencia en los derechos humanos (aunque a veces pareciera
que estos derechos son solo las libertades individuales, y solo de los
ciudadanos americanos…). Y ello aunque este sistema tenga también paradojas
evidentes, explicables en términos históricos pero difícilmente justificables,
sin ir más lejos que alguien pueda ser presidente con menos votos populares que
otro candidato.
Desde luego, el respeto a la propia
democracia, implica de forma inescindible el respeto a las reglas del juego,
aunque se proponga su reforma. En cualquier caso, un presidente con este perfil,
aunque de acuerdo con dichas reglas tenga toda la legitimidad para serlo, puede
actuar de forma ilegítima. Y en este caso ese sistema de democracia y
separación de poderes debe actuar para corregir o anular esas actuaciones
ilegítimas, por ejemplo aquellas que atenten contra los derechos fundamentales.
Creo que ya hemos empezado a comprobar, y lo seguiremos haciendo en el futuro
próximo, la salud del sistema democrático de Estados Unidos. Este se
caracteriza por un modelo rígido de separación de poderes, que se completa con
un sistema de “checks and balances” (frenos y contrapesos) de manera que cada
uno de ellos limita y controla a los demás. Así que frente a los posibles
excesos del presidente pueden actuar varios elementos, algunos previstos en la
Constitución, y otros fuertemente arraigados en la realidad sociopolítica
actual. Solo me queda espacio para enumerarlos: 1) A pesar de la mayoría
republicana, no cabe descartar los controles que corresponden al Congreso de
los Estados Unidos (Senado y Cámara de representantes), que ha de ratificar
algunas de las decisiones más trascendentes del Ejecutivo. 2) Desde luego, el
Poder Judicial, que en Estados Unidos, con algunas sombras, muestra muchas
luces desde la perspectiva de un actuar independiente demostrado muchas veces
en la historia (aunque ojo al nombramiento del noveno juez de la Corte Suprema).
La suspensión judicial del decreto que
prohíbe toda entrada de los procedentes de determinados países es un ejemplo
gráfico de lo que digo; 3) La libertad de prensa, pilar fundamental de la
Constitución y de la realidad norteamericana, permite la existencia de medios
independientes que pueden denunciar cualquier exceso; 4) Le guste o no al
presidente, vivimos hoy en un mundo globalizado, en el que es relevante el
papel de otros Estados, de empresas multinacionales, o incluso de
organizaciones internacionales (aunque Estados Unidos siempre ha sido algo
reacio a pertenecer a estas si cree que merman algo de su soberanía). Iremos
viendo si todo esto funciona, ya que a todos nos interesa que así sea…
(Fuente de la imagen: http://www.congressforkids.net/Constitution_checksandbalances.htm)
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