miércoles, 7 de diciembre de 2016

República.com (I)

República.com (I)


            Tomo para el título de este artículo (con cita inmediata, que es como debe hacerse) el nombre de un interesante libro de Cass R. Sunstein, cuya lectura desde ya recomiendo. En este trabajo del año 2002, el profesor de Harvard reflexiona sobre las implicaciones políticas del actual panorama de medios de comunicación y de Internet. Y pone de relieve que una de las consecuencias del actual pluralismo en lo que podríamos denominar “mercado de las comunicaciones” es que las personas pueden elegir libremente el tipo de informaciones, opiniones, y en general programas o contenidos que desean consumir. Aunque esto tenga un efecto inmediato positivo, tiene también un efecto colateral no deseable, consistente en que, a base de solo recibir noticias y opiniones que van en la misma línea de lo que uno piensa, las personas se van haciendo menos tolerantes, más cerradas y radicales. Creo que Sunstein tiene razón, en líneas generales, en su apreciación, y aunque desde luego esto no es argumento que invalide los incuestionables beneficios de nuestro actual modelo de comunicaciones, sí conviene preocuparse e intentar minimizar estos “efectos colaterales” adversos. Porque además, desde la fecha del citado libro, la situación no ha hecho más que intensificarse, y de hecho los “consumos a la carta” por televisión o Internet, procedentes de empresas o profesionales que suministran diversos contenidos para que el consumidor elija, conviven y yo diría que cada vez más tienden a verse superados por consumos íntegramente en web, y muy mayoritariamente en redes sociales, cuyo origen son ciudadanos no profesionales, que pueden transmitir, junto a sus legítimas opiniones (pero no siempre muy fundadas o razonadas) informaciones que pueden resultar abiertamente falsas, pero que se extienden igual que una mecha en la pólvora.


En efecto, hoy todos somos “prosumidores” (término que utilizó en primer lugar Alvin Toffler y hoy está muy extendido, por ejemplo Jeremy Rifkin ha extraído sus consecuencias con sorprendentes predicciones para las próximas décadas), y ello tiene muy importantes consecuencias en la “Galaxia Internet” (tomo ahora esta expresión prestada de otro título, en este caso de un recomendable libro de Castells). Como he escrito en varias ocasiones, hoy cada persona es un medio de comunicación, y si por un lado esto significa que la libertad de expresión ha dejado de ser una libertad burguesa para tender a una universalización real en el acceso, por otro conlleva no pocos riesgos, como por ejemplo los propios de que la información muchas veces no es filtrada ni contrastada, ni las opiniones fundamentadas, y esto puede generar daños notorios en el debate público, y especialmente en el político. Hace poco leí en un periódico la inmensa cantidad de noticias abiertamente falsas que se difundieron por las redes sociales, especialmente en Facebook y YouTube durante la campaña electoral a la presidencia de Estados Unidos; y casi todas esas noticias alcanzaron rápidamente una gran difusión, cientos de miles de “me gusta”, o fueron compartidas en innumerables ocasiones, sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. Y casi todas esas noticias, dicho sea de paso, favorecían de algún modo a Trump. No se trata de deslegitimar un resultado electoral, pero sí conviene pensar en qué medidas cabe adoptar para afrontar las consecuencias políticas y sociales de estas situaciones en las que resulta difícil controlar las informaciones falsas. A ello me referiré la próxima semana.


(Fuentes de las imágenes: http://www.eldiario.es/agendapublica/nueva-politica/uso-internet-aumenta-dudas-voto_0_284171675.html y https://politicacritica.com/2013/02/11/los-usos-politicos-de-internet-una-nueva-herramienta-para-la-movilizacion/)

No hay comentarios:

Publicar un comentario