jueves, 24 de noviembre de 2016

Telediarios

Telediarios



La consideración de lo que es noticioso es siempre subjetiva, y por tanto cuestionable. Cada medio puede tener sus propios criterios para seleccionar noticias, y evidentemente la propia decisión de descartar algunas informaciones, elegir otras, así como la importancia que se dé a las elegidas, no es en absoluto neutra. Vivimos en la era de la globalización, en la que la accesibilidad a los medios para emitir y recibir información es inmensa, convirtiendo casi a cada persona en un medio de comunicación. Pero precisamente por ello, la responsabilidad de los profesionales debe ser mayor, al igual que su compromiso con la veracidad y el rigor informativo. Aun así, en los medios privados el margen de decisión es mayor, sin perjuicio del deber de actuar con responsabilidad; pero en los medios públicos los criterios para la selección de la información han de ser más estrictos, más comprometidos con el concepto de servicio público, menos dependientes de la demanda y más preocupados de la formación de una opinión informada, responsable y crítica. Y, desde luego, totalmente desvinculados de toda orientación política, algo que sin embargo los medios privados pueden tener.


Pero creo que muchas veces la programación de los medios públicos no responde a esta idea. Y particularmente, una emisora de televisión como La Primera de TVE parece bastante alejada de ella. Su programación se elige la mayor parte de las veces con criterios comerciales, lo cual, si tenemos en cuenta que en principio no utiliza la publicidad, no deja de ser una competencia desleal que además pagamos entre todos. La 2, en cambio, puede aproximarse más a lo que se espera de una televisión pública. Pero quiero centrarme especialmente en los telediarios de La Primera, y me voy a referir sobre todo a la cuestión del tipo de noticias y la importancia que se da a cada una de ellas. Tras las obligadas informaciones políticas, llega un batiburrillo de noticias pretendidamente sociales, culturales y deportivas, en las que en realidad pocas veces se aprecia el interés público (que como ya he sugerido, no es lo mismo que lo que demanda el público, porque aquí todo el mundo dice que le gustan mucho los documentales, pero lo más visto es casi siempre la telebasura). Ahí ocupa un gran protagonismo el fútbol, en particular si a Cristiano le duele un dedo, o Messi se ha ido de vacaciones, o cualquier entrenador ha hecho cualquier comentario intrascendente, nuestra televisión pública (al igual que muchas privadas) lo glosa con pelos y señales. Luego viene lo aproximadamente cultural, casi siempre circunscrito a conciertos de música o estrenos de cine, que no digo yo que eso no sea cultura, pero no creo que lo sea más que eventos académicos relevantes sobre historia, humanidades, ciencia o tecnología, que casi nunca merecen mención, salvo que acudan los reyes a inaugurarlos (y a veces ni eso). A continuación entra un anecdotario de curiosidades, que pocas veces tienen verdadera trascendencia. Luego casi siempre las cámaras salen a la calle a preguntar a los ciudadanos sobre las cuestiones más baladíes, y nunca se olvidan de contarnos con todo lujo de detalles e imágenes demostrativas si hace frío en invierno, o calor en verano. Pero peor que todo esto es la publicidad encubierta de los propios productos mediáticos de Televisión Española, que resulta escandalosa por lo exagerada. Cada vez que se estrena una serie, los telediarios informan durante semanas, y el reencuentro de los primeros “triunfitos” ocupó  porcentajes absolutamente inadmisibles en un informativo que debiera estar regido por el criterio del servicio público. Hay que revisar eso a fondo.

(fuente de la imagen: http://www.estrelladigital.es/articulo/television/telediario-tve-traspapelan-papeles-panama/20160406103620279414.html)

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