miércoles, 28 de septiembre de 2016

Bloqueos


Bloqueos

            A diferencia de los sistemas presidencialistas, en los cuales el presidente del Gobierno (también Jefe de Estado) es elegido directamente por el pueblo y no puede ser políticamente derribado por el Parlamento, en el modelo parlamentario de Gobierno la dependencia del Gobierno respecto al Parlamento es total: el presidente es elegido por el Parlamento y responde políticamente ante él, que lo puede obligar a cesar, aunque como contrapartida puede darse la disolución anticipada de las Cámaras. No se puede hablar de que un sistema sea mejor o peor que el otro, pero sí hay que saber lo que cada uno de ellos tiende a generar: si el presidencialismo garantiza gobiernos estables con independencia de los cambios o vaivenes parlamentarios, también puede generar situaciones en las que la acción de gobierno se dificulta u obstaculiza, al permitir una convivencia o “cohabitación” entre un Gobierno de un signo político y una mayoría parlamentaria de otro. En cambio, nuestro modelo parlamentario, que de uno u otro modo tiende a garantizar una mayor afinidad entre el Gobierno y la mayoría parlamentaria, provoca por otro lado Gobiernos menos estables, siempre expuestos a ser derribados como consecuencia de cambios de posicionamiento en los grupos parlamentarios. Es paradigmático el caso italiano: desde la Constitución de 1947 han sido muy numerosos los cambios de Gobierno dentro de la misma legislatura. Pero también es verdad que, a base de décadas de acusado pluralismo partidista, los italianos se han hecho maestros en el arte de formar gobiernos a pesar de que no exista una mayoría parlamentaria clara.

            Los españoles, resulta obvio decirlo, estamos bastante lejos de esa maestría, y por lo que se ve, a las primeras de cambio (en el modelo de partidos) parecemos incapaces de formar Gobierno. Y es así como se ponen de relieve situaciones de bloqueo, que pueden afectar a la formación del Gobierno  (caso del Gobierno central desde hace ya nueve meses) o a las posibilidades de acción de un Gobierno ya formado, caso que quizá vamos a presenciar en Castilla-La Mancha, que parece entrar en una situación en la que el Gobierno se puede quedar sin un apoyo parlamentario mayoritario. No son fallos del modelo. Este, que es muy similar a los de la mayoría de las democracias parlamentarias europeas, ofrece distintas posibilidades tanto para desbloquear estas últimas situaciones (moción de censura, cuestión de confianza, disolución anticipada), como para formar Gobierno: mayoría absoluta, mayoría simple, sucesivas propuestas… y una salida si todo falla: la convocatoria electoral “automática”, que es una apelación al pueblo para que arbitre, y que por cierto no existe en Castilla-La Mancha ni el País Vasco. Si todo esto no ha funcionado hasta ahora, no es por un diseño constitucional equivocado (ni mucho menos por una actuación errónea del rey, que ha hecho lo que puede y debe hacer), sino más bien por la torpeza de algunos en su aplicación. Y aunque queda muy bien echar la culpa a todos los políticos, creo que en esta segunda ocasión objetivamente unos la tienen más que otros. No porque nadie esté obligado a votar afirmativamente o a abstenerse ante una concreta propuesta de Gobierno, sino porque si alguien supuestamente comprometido con la Constitución, la estabilidad institucional y la gobernabilidad rechaza un Gobierno del partido con muchos más votos y escaños, que tiene además una combinación de apoyos casi mayoritaria y bastante acorde con los resultados electorales… debería simplemente tener una “opción B” para no ir a terceras elecciones.  

  
 (fuente de la imagen: http://www.christiandve.com/2016/08/whatsapp-bloquear-contacto-saber-bloqueado-iphone-android/)

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