Toledo olvidado 3
En su día dediqué sendos “miraderos”
a comentar los libros “Toledo olvidado” y “Toledo olvidado 2”. Hace ahora un
par de meses que se presentó el volumen que cierra la trilogía, y no quiero
dejar pasar más tiempo sin publicar este comentario, aunque solo sea porque las
obras de gran valor y calidad, realizadas con mimo y esmero, merecen la mayor
difusión y reconocimiento público. Así que voy a ello. “Toledo olvidado 3”
mantiene desde mi punto de vista todos los valores de los dos libros que le
precedieron en 2012 y 2013, basándose en la fórmula ya inaugurada en el blog
homónimo, de recuperar fotografías históricas de nuestra ciudad, hasta ahora
difícilmente accesibles o perdidas. Pero como digo ello se hace con gran cuidado,
ordenándolas con un criterio cronológico, acompañándolas de comentarios breves
pero muy útiles y precisos, no solo referidos a datos, sino también a veces a
impresiones del autor, Eduardo Sánchez Butragueño; acompañando, en fin, al
conjunto de la obra de índices finales de lugares, personajes y fotógrafos, así
como de referencias QR a las entradas del blog que, junto a las redes sociales
y al propio libro, configuran el completo proyecto “Toledo olvidado”. Por
tanto, este tercer libro, también destacable por su presentación, mantiene los
elevados estándares de calidad de los anteriores en todos los aspectos,
ofreciendo en cambio fotos nuevas y diferentes, cuyo interés o valor no decae
en absoluto si las comparamos con las ya aparecidas en los volúmenes
anteriores.
Buscando quizá lo más específico de
este volumen (y sabiendo que lo que voy a decir es una apreciación
absolutamente subjetiva, casi una sensación que he tenido al leerlo y revisar
sus fotografías), quizá apuntaría que esta tercera entrega es tal vez la más
entrañable e intimista. Lo que quiero decir es que aunque toda la trilogía
destaca por el equilibrio entre los distintos momentos históricos, entre los
lugares más conocidos de la ciudad y otros menos frecuentemente fotografiados, entre
los personajes famosos y los anónimos, en esta entrega quizá destacan más (o a
mí me han llamado más la atención) las fotografías costumbristas, de familias y
personajes anónimos, de lugares no fácilmente recognoscibles, pero sí encantadores.
Por eso, acaso con la evidente excepción de la mayoría de las fotografías de la
Guerra Civil, cuya dureza es en muchos casos inevitable, en el resto del libro
las fotografías nos invitan a viajar, más en el tiempo que en el espacio, y quisiéramos
acompañar en su vida cotidiana a esos toledanos anónimos, que se dedican de
forma aparentemente apacible a sus quehaceres, se solazan en el río (véase por
ejemplo la foto de portada), se afanan o descansan, se distraen o posan para el
fotógrafo. Me quedo con todo el libro, pero sí tengo que destacar algunas fotografías
me quedo con esos personajes anónimos (ese precioso retrato de una niña tomado
por Viggo Rivad, pág. 228) y también con aquellos lugares acaso no mundialmente
conocidos, pero que forman parte de mi infancia, como la calle Sixto Ramón
Parro, en la que al igual que al autor pasé mis primeros años, la plaza de San
Justo (maravillosos por ejemplo los autocromos de las páginas 86/87), o la casa
del Diamantista desde el río. Claro que tampoco puedo dejar de mencionar a
algunos personajes más famosos, como Luis Aragonés o Engonga en el Salto del
Caballo, o desde luego Claudia Cardinale posando en el Tajo, o Audrey Hepburn… Además
por mi aportación como micromecenas me ha correspondido el utilísimo librito “Los
fotógrafos del Toledo olvidado”. En suma, una obra deliciosa e imprescindible.
¡Mil gracias, de corazón! Un fuerte abrazo.
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