miércoles, 17 de febrero de 2016

Sefardíes


Sefardíes


            
Aunque eso de la convivencia pacífica entre las tres culturas durante siglos tiene algo de mito, creo que también tiene algo de realidad, o al menos la circunstancia de una coexistencia, no exenta de roces y problemas pero más o menos pacífica (y desde luego uno piensa que en muchos aspectos más pacífica que hoy), entre judíos, musulmanes y cristianos. Esa convivencia se produjo durante el dominio del Islam, y luego también tras la reconquista, en diversas ciudades, siendo Toledo una de las más emblemáticas, lo que le ha valido el título oficioso de “ciudad de las tres culturas”. Como es sabido, los Reyes Católicos acabaron con ese período al expulsar a los judíos en 1492. En todo caso, ese reconocimiento simbólico a Toledo es importante y de alguna manera debe sellar en los toledanos (y en realidad, en todos los españoles) una impronta de tolerancia y de respeto. Hoy, sin embargo, parece que esos conceptos están un poco devaluados. O quedan más bien para el terreno de la demagogia y de lo políticamente correcto, sin que se haga realmente mucho por aplicar esos valores y extraer sus consecuencias prácticas. Más allá de ese apelativo simbólico, no estoy del todo seguro de que Toledo destaque por la amabilidad con los muchos visitantes temporales o con los que vienen a quedarse. Tampoco sé si España se caracteriza por un trato abierto y respetuoso con todo el que llega de fuera, y aunque no se pueda generalizar, he de decir que en varias ocasiones he escuchado versiones que describen situaciones tensas o incluso despectivas con el que pretende entrar en el país, especialmente si es sospechoso de ser inmigrante, o con quien pretende regularizar su situación.

            Pero hoy quiero centrarme en el significado de los sefardíes para la propia identidad española. Es sabido que los descendientes de aquellos judíos que fueron expulsados hace más de cinco siglos conservaron su idioma y su cultura, y hoy algunos cientos de miles de personas (o incluso algunos millones según algunos estudios) dispersas por el mundo son descendientes de aquellos judíos sefardíes, y algunos de ellos conservan todavía esa lengua que es nuestro mismo castellano, pero mucho más parecido al que en la península se hablaba hace siglos. Algunos estudios apuntan que un 20% de los españoles tiene ascendencia sefardí. Se conservan pocas sinagogas históricas, pero en eso Toledo esta a la cabeza con la del Tránsito y la de Santa María la Blanca. Es conocida la anécdota, no sé si más o menos real, de que después de siglos algunos sefardíes volvieron a Toledo con la llave de su casa en nuestra ciudad, que había pasado durante generaciones de padres a hijos, y comprobaron que aún podía abrir la puerta de aquella residencia. Nuestra historia, nuestra cultura y nuestro arte tienen están plagados de huellas de los judíos. Hay infinidad de aspectos que hacen que España siga siendo en parte judía, y que los sefardíes sigan siendo plenamente españoles. Por eso sorprende la falta de reconocimiento oficial a la labor de esta comunidad. Y por ello es de aplaudir la reforma legal aprobada hace unos meses (y que en muchos medios no pasó de ocupar un pequeño párrafo), que permite a los descendientes de aquellos sefardíes, con el cumplimiento de ciertos requisitos, adquirir (aunque quizá fuera más propio decir “recuperar”) la nacionalidad española. Un acto de justicia y reparación que resultaba imprescindible. 

(fuente de la imagen: https://yadbeyad.wordpress.com/tag/refranes-sefardies/)

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