viernes, 5 de febrero de 2016

Carlos, rey emperador

Carlos



            De repente, llegar a la noche del lunes y no poder ver la serie “Carlos, rey emperador” ha supuesto un notable vacío. Ya me había acostumbrado a seguir la intensidad de las intrigas, sentimientos, ideales y pasiones de los personajes de esta ficción histórica que durante 16 episodios nos ha ofrecido Televisión Española. Y que, tratando de ser objetivo, me ha parecido una muy buena serie. Es verdad que, siguiendo la estela de “Isabel”, no pretende ser una serie estrictamente apegada a todos los acontecimientos históricos, sino que se permite a veces especular con cómo podrían haber sucedido los hechos. Pero a mi juicio eso, sabiendo el género al que pertenece, no le resta valor, pues, por un lado, nunca contradice los acontecimientos históricos bien conocidos, limitándose a “imaginar” cómo pudieron ser algunas relaciones, conversaciones o cuáles podrían haber sido las motivaciones de cada personaje; y, por otro lado, todos los capítulos han ido acompañados de un breve documental, así como de diversas informaciones en su web, que confirman lo que está históricamente documentado y lo que forma parte de esa ficción. De este modo, incluso lo que puede ser ficción o especulación, siempre resulta algo posible, y verdaderamente muy creíble, integrándose perfectamente en la realidad histórica para constituir una posible explicación de la misma.


            Por otro lado, uno de los aspectos que me ha gustado es el tratamiento de los personajes. Lejos de todo maniqueísmo, la serie ayuda a entender a cada uno en su complejidad, con sus luces y sus sobras, sus virtudes y sus defectos. No se toma partido a favor de nadie, aunque en alguna medida se comprende, si el espectador sabe trasladarse a las circunstancias del siglo XVI, lo que cada uno hace. Así, resulta posible identificarse de alguna manera, y simultáneamente, con Carlos y con los comuneros, con Fray Bartolomé de las Casas y con los virreyes, con Cortés, con Moctezuma y con Cuauhtémoc, con Francisco de Francia y con Enrique de Inglaterra (y hasta con estos personajes, más bien enemigos de España en la época, hay algo de empatía)… Cada uno tenía sus razones para actuar como actuó. Estamos demasiado acostumbrados a valorar los acontecimientos del siglo XVI con nuestros valores del siglo XXI, y esta serie nos ayuda a trasladarnos al momento y al lugar en el que se produjeron, y de este modo entenderlos. Y comprender así al hombre más poderoso de su época, y comprobar cómo supo enamorarse y amar, pero también enfadarse, odiar y competir casi como un adolescente a su gran rival francés, y buscar, a su manera, lo mejor para “las Españas” en cada momento. Considero que series de este tipo podrían utilizarse con fines docentes para que nuestros jóvenes adquieran la afición por la historia, que hoy me parece demasiado perdida en demasiadas personas. Porque la serie ayuda mucho más a entender que a reprochar o avergonzarse, como tantas veces hacemos los españoles.  Por lo demás, el trabajo de los actores, entre los que se incluyen algunos consagrados como Juanjo Puigcorbé, y otros más jóvenes y sobre todo mucho menos acostumbrados a este tipo de papeles que exigen tanto rigor y seriedad, como el propio Álvaro Cervantes, ha sido en general completísimo.  Casi la única pega que le pondría es que “han corrido demasiado”, pues a diferencia de “Isabel”, que duró tres temporadas, han despachado este largo y complejo reinado en unas pocas semanas, y a mí me habría gustado que profundizasen más en muchos de los hechos, sobre todo en la última parte. En todo caso es muy recomendable y todavía puede verse en la web de reve.

(fuente de la imagen: http://www.20minutos.es/noticia/2544888/0/estrenos/television/septiembre/)

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