jueves, 17 de septiembre de 2015

Un día perfecto

 Un día perfecto


            Cuando de una película se dice que es no fácil de clasificar en un género determinado, no siempre se trata de expresar una virtud o una cualidad positiva. A veces esa consideración pone de relieve una característica que la hace menos atractiva para los aficionados a determinados géneros, o simplemente le resta sustancia o la hace más confusa. Pero en otras ocasiones, esa circunstancia le puede dar un interés adicional, cuando el largometraje sabe reunir distintas facetas y combinarlas de una manera constructiva y positiva.  A mi juicio, este es el caso de “Un día perfecto”, la última cinta del director español Fernando León de Aranoa. No es una película bélica, aunque se desarrolla en un escenario y ambiente claramente bélico, como es el de la antigua Yugoslavia en los años 90 del pasado siglo. No es un drama, aunque refleja situaciones realmente dramáticas, como la que vive la población de esa zona en la que el odio, el enfrentamiento y el miedo han reinado durante demasiado tiempo; y también la de unos cooperantes que, con una inconcebible escasez de medios, han de afrontar el reto de sacar un cadáver de un pozo en 24 horas, ya que alguien lo arrojó en ese lugar como acto de sabotaje, para que se pudriera y dejase sin abastecimiento de agua a la zona. No es, desde luego, una comedia, pero el sentido del humor está tan presente que es difícil no reír en muchos de los pasajes de la película.

El caso es que con esta combinación un tanto extraña (y con riesgo de ser altamente explosiva, si se me permite aquí la metáfora) de elementos aparentemente contradictorios, como guerra, drama, relaciones humanas, humor…, se consigue en mi opinión un producto realmente original y atractivo. Quizá porque no hay exceso en ninguno de ellos: no se oculta la realidad, pero la película evita regodearse en las situaciones más crudas, desagradables o sangrientas. Hay –y esta es una de las principales virtudes- mucho humor, a veces sutil y a veces más explícito, pero siempre inteligente, nunca grosero, nunca negro (siendo como es obvio muy elevado el riesgo de haber caído en excesos de este tipo), y probablemente con un fin determinado, que es hacer más soportable la dura situación. Nunca se trivializa, pero tampoco se quiere extremar el dramatismo de la situación. Los personajes no son buenos o malos, ni mucho menos unidimensionales; son seres humanos, cada uno con sus objetivos, aspiraciones y situaciones vitales, que han ido a confluir en ese duro escenario y en esa difícil situación. Es, en fin, una visión de cómo es la vida misma en ese contexto extremo, acaso no meramente descriptiva, pero en la que el narrador no valora ni juzga excesivamente. Es un pedazo de una escena, que no tiene un principio ni un final nítido, porque ¿creen ustedes que hay un desenlace feliz o trágico, triste o satisfactorio? Naturalmente dejaré sin contestar esta pregunta… Pero no puedo terminar sin aludir al magnífico trabajo de los actores, como Benicio del Toro, Tim Robbins, Olga Kurylenko o Mèlanie Thierry, algunos estrellas consagradas y otros no tan conocidos, pero que conforman un equipo ideal para una obra realmente coral, con la que Fernando León supera a mi juicio el que hasta ahora había sido su mayor éxito, “Los lunes al sol”.  

(fuente de la imagen: http://www.filmaffinity.com/es/film577820.html )

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