El
poder de una imagen
Dicen
que una imagen vale más de mil palabras, pero parece increíble que después de
miles de muertos, y centenares de miles de perseguidos y desplazados, haya sido
la imagen del niño fallecido en una playa turca la que parece haber provocado más
de un cambio de posicionamiento (al menos verbalmente) en gobiernos e
instancias oficiales, y sobre todo una toma de conciencia colectiva en la
opinión pública europea, sobre la magnitud y gravedad de la situación. Es, sin
duda, una imagen triste y profundamente conmovedora, que a nadie con
sentimientos puede dejar indiferente. Pero es solo un símbolo de una situación
cuyas dimensiones cualitativas y cuantitativas son muy superiores. Es habitual
entre los fotógrafos el debate sobre lo que se debe o no fotografiar o sobre en
qué medida una foto es prioritaria y oportuna, y entre los periodistas, sobre
cuándo debe publicarse. En este caso, y en mi modesta opinión, si la foto ha
servido para remover conciencias, corazones y hasta entrañas sobre una grave
situación que a todos nos atañe, bien publicada está. Porque seguramente para
muchos, y no me refiero solo ni especialmente a los gobiernos, esta foto haya
sido el detonante para que se pregunten qué se puede hacer para parar esto.
Lo anterior no es obstáculo para que sean
rechazables las reacciones demagógicas, tergiversadas o extremas que también
pueden producirse aprovechando que la foto ha puesto los sentimientos de la
mayoría a flor de piel. Es insensible e inhumano permanecer indiferentes o
ajenos a esta realidad considerándola algo ajeno; es incluso cínico aprovechar
esta circunstancia para afirmar que Europa es el paraíso deseado en materia de
bienestar, y además jactarse de ello; pero también es demagógico y descabellado
afirmar que Europa, o algunos de sus líderes políticos, hipócritas por naturaleza,
son los responsables de esta situación, y por tanto los que han acabado con la
vida del niño. Conviene tener corazón y cabeza, y que ambos vayan en la medida
de lo posible de la mano. Así al natural sentimiento de compasión por los que
sufren, se le puede unir el razonamiento según el cual todo ser humano tiene dignidad
y merece un respeto a sus derechos en cualquier situación. Y además, el
conocimiento de que el derecho aplicable en los países civilizados dispone que,
en estos casos de persecución política, el acogimiento no es una alternativa,
sino la única opción adecuada. Dicho esto, cuando hablamos de millones de
personas, la razón impone que la necesaria urgencia en la actuación más
inmediata que permita salvar las vidas y preservar la dignidad, venga
acompañada del diseño de un proceso ordenado que permita responder
adecuadamente a la situación, repartiendo de forma razonable los esfuerzos que
ello supone. Y en fin, todo esto será un mero “parche” si no viene acompañado
de las medidas necesarias para afrontar el origen del grave problema. Al igual
que la emigración económica seguirá existiendo mientras haya pobreza y desigualdad,
los perseguidos huirán mientras se sientan gravemente amenazados. Y en este
caso la amenaza se hace llamar Estado Islámico, y todavía es muy poco lo que
Occidente ha hecho al respecto.
(Fuente de la imagen: http://www.hispantv.com/newsdetail/Sociedad/55473/turquia-nino-sirio-ahogado-crisis-inmigrantes-foto)
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