miércoles, 1 de octubre de 2014

"La revolución de los paraguas"

La revolución de los paraguas


            Se pueden combinar elementos de los sistemas liberal-democráticos y de los socialistas de maneras muy diversas. Así por ejemplo, los países nórdicos –dicho en términos muy generales- mantienen los parámetros políticos derivados de la libertad, la democracia y el pluralismo político, aunque en lo económico enfatizan los elementos sociales y el papel de “lo público”. En cambio, hoy en China parecen haberse quedado con lo peor de cada casa, pues mientras en lo político tienen un sistema de partido único, sin pluralismo ni libertades públicas, en lo económico algunos rasgos actuales parecen inspirados en un capitalismo salvaje y un tanto decimonónico. En cualquier caso, parece claro que hoy China no tiene un sistema político democrático. Es verdad que hay en este tema muchos grises entre el blanco y el negro y que los países occidentales tienen déficits en este terreno, pero unas instituciones que no son elegidas en un contexto de libertad y pluralismo, no alcanzan el umbral mínimo de la legitimidad. Pero China tiene una población trabajadora, inteligente, y cada vez más avanzada en términos económicos, sociales y culturales. Hay cada vez más clase media, de manera que era cuestión de tiempo que la misma fuese consciente de sus derechos civiles y políticos y se rebelase contra el régimen que los ignora.


            En este contexto, se comprende la llamada “revolución de los paraguas” que en estos días ha dado comienzo en Hong Kong, por lo demás desde muchos aspectos uno de los lugares más avanzados de China y cuyas peculiaridades históricas son incuestionables. Se trata de un movimiento cívico para reclamar más democracia y más libertad, además es pacífico (solo utilizan los paraguas para defenderse de los medios disuasorios utilizados por la fuerza pública). Así que creo que es algo saludable y positivo. Desde cierto punto de vista, lo extraño es que tras el aplastamiento de quienes protestaron en la plaza de Tiananmen en 1989, no hayan vuelto a tener hasta ahora verdadera incidencia internacional los movimientos reivindicativos públicos. Quizás esto se entienda por la contundencia de la represión, la férrea censura de medios (y muy especialmente en la red) que sigue existiendo en China con el objetivo de que su población desconozca lo que sucede en el mundo y en la propia China, y desde luego, la práctica falta de respuesta de Occidente. Es vergonzoso que las potencias occidentales, tan proclives a condenar con contundencia las violaciones de derechos en otros lugares y momentos (llegando incluso a intervenir en ciertos supuestos), hagan absoluto “mutis por el foro” cuando estas situaciones se producen en una de las grandes potencias económicas del momento, de la cual dependen en muy buena medida las propias economías occidentales. A veces parece que el verdadero valor occidental es el capitalismo, y no la libertad y la democracia. Y es una pena, entre otras cosas porque eso repercute en la imagen que Occidente da al mundo respecto a cuáles son sus verdaderos intereses. Por ello creo que ahora es importante que quienes reclaman libertad y democracia en Hong Kong perciban la solidaridad y el apoyo de la población occidental, ya que me temo que no obtendrán el apoyo explícito de los Gobiernos. Solo así el movimiento por la democracia en China llegará a ser imparable.


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