La
revolución de los paraguas
Se pueden combinar elementos de los
sistemas liberal-democráticos y de los socialistas de maneras muy diversas. Así
por ejemplo, los países nórdicos –dicho en términos muy generales- mantienen
los parámetros políticos derivados de la libertad, la democracia y el
pluralismo político, aunque en lo económico enfatizan los elementos sociales y
el papel de “lo público”. En cambio, hoy en China parecen haberse quedado con
lo peor de cada casa, pues mientras en lo político tienen un sistema de partido
único, sin pluralismo ni libertades públicas, en lo económico algunos rasgos
actuales parecen inspirados en un capitalismo salvaje y un tanto decimonónico.
En cualquier caso, parece claro que hoy China no tiene un sistema político
democrático. Es verdad que hay en este tema muchos grises entre el blanco y el
negro y que los países occidentales tienen déficits en este terreno, pero unas
instituciones que no son elegidas en un contexto de libertad y pluralismo, no
alcanzan el umbral mínimo de la legitimidad. Pero China tiene una población
trabajadora, inteligente, y cada vez más avanzada en términos económicos,
sociales y culturales. Hay cada vez más clase media, de manera que era cuestión
de tiempo que la misma fuese consciente de sus derechos civiles y políticos y
se rebelase contra el régimen que los ignora.
En este contexto, se comprende la
llamada “revolución de los paraguas” que en estos días ha dado comienzo en Hong
Kong, por lo demás desde muchos aspectos uno de los lugares más avanzados de
China y cuyas peculiaridades históricas son incuestionables. Se trata de un
movimiento cívico para reclamar más democracia y más libertad, además es
pacífico (solo utilizan los paraguas para defenderse de los medios disuasorios
utilizados por la fuerza pública). Así que creo que es algo saludable y
positivo. Desde cierto punto de vista, lo extraño es que tras el aplastamiento
de quienes protestaron en la plaza de Tiananmen en 1989, no hayan vuelto a
tener hasta ahora verdadera incidencia internacional los movimientos
reivindicativos públicos. Quizás esto se entienda por la contundencia de la
represión, la férrea censura de medios (y muy especialmente en la red) que
sigue existiendo en China con el objetivo de que su población desconozca lo que
sucede en el mundo y en la propia China, y desde luego, la práctica falta de
respuesta de Occidente. Es vergonzoso que las potencias occidentales, tan
proclives a condenar con contundencia las violaciones de derechos en otros
lugares y momentos (llegando incluso a intervenir en ciertos supuestos), hagan
absoluto “mutis por el foro” cuando estas situaciones se producen en una de las
grandes potencias económicas del momento, de la cual dependen en muy buena
medida las propias economías occidentales. A veces parece que el verdadero
valor occidental es el capitalismo, y no la libertad y la democracia. Y es una
pena, entre otras cosas porque eso repercute en la imagen que Occidente da al
mundo respecto a cuáles son sus verdaderos intereses. Por ello creo que ahora
es importante que quienes reclaman libertad y democracia en Hong Kong perciban
la solidaridad y el apoyo de la población occidental, ya que me temo que no
obtendrán el apoyo explícito de los Gobiernos. Solo así el movimiento por la
democracia en China llegará a ser imparable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario