miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Desaparecerá el capitalismo? (I)

¿Desaparecerá el capitalismo? (I)


          
  Que vivimos una época de cambios profundos en nuestras sociedades es algo tan evidente que hoy ya prácticamente nadie lo niega. Casi en cualquier faceta o perspectiva que se analice, se aprecia ese tránsito en el que ya estamos inmersos, hacia un nuevo mundo cuyas características son ya apreciables, pero cuya evolución y destino son difíciles de prever. Las formas de denominar este nuevo escenario son tan variadas como los propios aspectos que están transformándose, pero quizá el término “globalización” es el más utilizado para referirse globalmente a este conjunto de fenómenos, entre los cuales sin duda el protagonismo más acusado lo desempeñan las nuevas tecnologías, hasta el punto de que se habla de la “Galaxia Internet” como sustitución de la “Galaxia Gutemberg” en la que hemos vivido unos cinco siglos. Quienes nos dedicamos al análisis jurídico-político centramos el enfoque en la crisis del Estado, quizá hasta hoy la más elaborada de las formas de organización política, pero que desde hace décadas viene sufriendo profundas transformaciones, vinculadas tanto a procesos de integración supranacional, como a otros de acercamiento del poder político a los ciudadanos, como a la gran pluralidad, dinamismo y heterogeneidad (de ahí el término “multiculturalismo”) que hoy muestran las sociedades que lo sustentan.

            Pero no menos importantes e inciertos son los cambios que viene experimentando la economía, y en particular el capitalismo como sistema económico que en los últimos siglos parece haber triunfado y superado a todas sus alternativas. El capitalismo, como el Estado, no existe desde siempre aunque algunos de sus elementos basilares sean más o menos permanentes. Nació, se desarrolló, y por supuesto puede sufrir variadas transformaciones, o incluso desaparecer para ser sustituido por otro sistema económico. Hasta ahora, cada vez que eso ha estado más o menos cerca de producirse, las alternativas han resultado mucho peores y no han sido capaces de superar al modelo, ni en términos de bienestar ciudadano ni en resultados macroeconómicos. Pero al igual que fue el propio Estado liberal el que tuvo la capacidad de “regenerarse” dando lugar al Estado social, frente a las alternativas del Estado comunista o de otros modelos totalitarios (algo que sucedió en un largo proceso, que se inicia hace un siglo tras el final de la primera guerra mundial) quizá sea el propio modelo capitalista el que tenga la capacidad de transformarse para dar origen a un nuevo paradigma económico, que supere al tiempo al capitalismo y a las alternativas que hasta ahora se han ofrecido al mismo. Resulta paradójico, pero si bien la globalización parece por un lado apuntar a una “tiranía de los mercados” que acentúa sus consecuencias desigualitarias alejando al ciudadano de la participación en la economía, por otro lado las nuevas tecnologías ofrecen una magnífica oportunidad para abrir la puerta a un sistema económico más participativo y democrático. Es lo que se llama “economía colaborativa”, un interesante concepto en el que conviene detenerse… Pero será la próxima semana.


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