jueves, 9 de enero de 2014

A propósito de… compromiso

A propósito de… compromiso

image           

 Después de unas fiestas navideñas en las que en mi criterio la cartelera cinematográfica ha estado un poco insulsa, el mes de enero trae varios estrenos interesantes. Estas líneas son mi comentario a propósito de “A propósito de Llewyn Davis”, si se me permite la redundancia. No soy experto en cine, y mis lectores ya saben que mis comentarios de películas suelen centrarse en las impresiones o reflexiones personales que el largometraje me provoque, siempre que merezca la pena. El caso es que la película que ahora comento no me atraía especialmente por la historia o el argumento, que cuenta simplemente un trozo de la vida de un cantautor de música folk en el año 1961, incluyendo las penurias que ha de pasar para salir adelante. Sin embargo, acudí a verla sobre todo por la alta valoración que me suelen merecer los hermanos Coen, y no me decepcionó en absoluto. Por un lado, la historia –a pesar de lo alejado del contexto- se hace siempre atractiva y es fácil para el espectador introducirse en ella e identificarse con el protagonista, aunque sea a veces para cuestionar sus decisiones. Hay a mi juicio, además de la dirección y el guión, dos aspectos cinematográficos muy destacables: primero, que “ha nacido una estrella”, porque aunque el actor latino-norteamericano Óscar Isaac ya había hecho algunos papeles significativos, creo que este va a ser el de su consagración definitiva. Y segundo, como puede suponerse hay una encantadora banda sonora, muy agradable incluso para quienes no somos particularmente aficionados a la música folk.

image
            
     Pero es –además del fino y sutil humor que rezuma- el mensaje que logra transmitir la película lo que más me ha llegado. A Llewyn Davis (personaje parcialmente inspirado en las memorias del músico folk Dave Van Ronk) parece no importarle realmente nada, lleva estoicamente todas sus desventuras y se diría que “pasa” de todo, pero en realidad hay una gran excepción y es su música y su forma de entender la música folk. Por eso la película nos habla del compromiso de una persona con aquello que sabe y le gusta hacer, nos muestra a alguien que no está dispuesto a ceder ni transigir en la fidelidad a su vocación y su forma de entender su trabajo. Opina mi mujer que es fácil mantener ese compromiso con lo que uno hace aunque no dé rendimiento, siempre que a uno no le importe ser un absoluto gorrón y vivir de los amigos; pero claro, eso no está bien. Y sin duda tiene razón, y por ello quien más, quien menos, todos, aunque nos apasione lo que hacemos, aceptamos a veces un cierto grado de equilibrio entre lo que nos encanta hacer y lo que de algún modo nos demandan o produce algún beneficio. Pero eso es precisamente lo que hace más sorprendente y admirable esa actitud indómita de Llewyn Davis. Y no cuento más, véanla y juzguen.          

No hay comentarios:

Publicar un comentario