miércoles, 20 de noviembre de 2013

Blue Jasmine


Blue Jasmine

 


            Me interesa en general el cine de Woody Allen, aunque debo reconocer que alguna de sus últimas películas me había parecido algo más floja, con ese estilo de comedia que quiere ser profunda en sentimientos, pero que finalmente ni llega a ser una gran comedia, ni se le ve la profundidad por ningún lado, quedando como algo un tanto superficial y ridículo. No obstante, nada tan grave o preocupante como para no darle una oportunidad a su último estreno, Blue Jasmine, que entré a ver acaso sin demasiadas pretensiones, pero con esperanzas. Las mismas se vieron sobradamente satisfechas. En el aspecto cinematográfico, se aprecia un guión interesante y una buena dirección, ambos de la mano de Allen, así como un correcto trabajo de los actores, entre los que en todo caso sobresale la soberbia interpretación llevada a cabo por Cate Blanchett.

 

            Pero lo que más me gusta es que la película logra retornar a ese estilo en el que a través de una historia original y entretenida, se logran plantear temas que dejan pensando al espectador; en el que sin caer en esos alardes de profundidad más o menos real, que muchas veces conducen a un verdadero “petardazo”, se ponen sobre la mesa cuestiones interesantes y acaso de más enjundia de la que aparentan. Por lo demás, sin abandonar del todo alguno de sus temas “clásicos” como el sexo y el amor, pone en el centro del argumento otra cuestión, como es la de las clases sociales en Estados Unidos, y más allá, el deseo difícilmente controlable de progresar en la escala social, de subir de posición ante los demás. La película se separa de la tan extendida idea de una gran clase media norteamericana a la que según otros largometrajes parecen pertenecer todos, para buscar más bien dos extremos, acaso no tan frecuentes pero desde luego absolutamente reales. Los mismos vienen encarnados por las dos protagonistas, que sin descartar ciertos tópicos desarrollan de forma muy verosímil el perfil de una mujer “pija” neoyorquina que en realidad nunca tuvo preparación ni sabe hacer gran cosa, y su hermana adoptiva, que vive en San Francisco en un ambiente de relaciones sociales de nivel mucho más bajo. No voy a contar más de lo que debo, para animar al lector a acudir a ver esta película, pero puedo decir que Allen escarba en la condición humana y no logra encontrar más que mezquindades y un deseo generalizado de escalar socialmente o mantener una posición determinada, tanto a nivel económico, como de poder o dominio, como de reconocimiento. Y aunque yo tiendo a ser algo más optimista sobre nuestra psicología, no cabe negar que ese deseo está presente de algún modo en todo ser humano, y que muy pocos podrían decir con total sinceridad que no les preocupa en absoluto lo que piensen los demás o su posición social. Acaso la enseñanza sea la conveniencia de controlar esa tendencia.

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