jueves, 13 de junio de 2013

¿Hace falta una televisión pública?


¿Hace falta una televisión pública?

 

            El cierre de la televisión pública griega vuele a poner sobre la mesa el debate sobre la necesidad, conveniencia, y sostenibilidad económica de la televisión pública. Desde luego, es difícil pronunciarse sobre esta cuestión con carácter más o menos general, pues hay factores culturales, sociales y políticos que hacen que la tendencia pueda ser diferente en distintos países. En Europa, la tradición es la convivencia de algún medio público con un mercado privado de emisoras de televisión más o menos abierto. Yo creo que este modelo puede ser positivo y equilibrado, siempre que se tengan en cuenta algunos factores. Antes de nada, con o sin televisión pública es importante que el mercado privado de las televisiones sea suficientemente abierto y plural, impidiendo situaciones de oligopolio o posibles acuerdos entre empresas que puedan alterar la libre competencia y el pluralismo.

 

            En ese contexto, el sector privado puede satisfacer razonablemente las demandas de los espectadores, e incluso ofrecer buena parte de los contenidos que exige el interés del servicio público. Con todo, considero necesaria una televisión pública (o tal vez varias, teniendo en cuenta los diferentes ámbitos territoriales) siempre que cumpla algunos requisitos. En primer lugar, y de forma muy destacada, ofrecer una programación de interés público, regida por los principios de neutralidad política (o para ser más precisos, neutralidad partidista, pues en lo relativo a la defensa de los valores constitucionales no se puede ser neutral) y servicio público, y ello incluso aunque parte de estos contenidos puedan ofrecerse a través del mercado.  En segundo lugar, debe ser una televisión que no compita de forma desleal con las emisoras privadas, cerrándoles el espacio y utilizando recursos públicos para “jugar al mismo juego” pero con ventaja, como sería el caso de ofrecer esencialmente contenidos comerciales pero sin necesidad de publicidad al contar con ingresos públicos. En tercer lugar, aunque muy relacionado con los anteriores, debe ofrecer aquellos programas de interés que el mercado no satisfaga, como los que demanden determinadas minorías sociales, religiosas o culturales. En fin, algo mucho más parecido a lo que en España ofrece “La 2” que a los contenidos de “La 1”. Y destaco que entre los requisitos de la televisión pública NO he mencionado la necesidad de que sea rentable económicamente, pues lo importante es que responda al interés público. Sin embargo sí debe ser sostenible…  

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