¿Hace
falta una televisión pública?
El cierre de la televisión pública
griega vuele a poner sobre la mesa el debate sobre la necesidad, conveniencia,
y sostenibilidad económica de la televisión pública. Desde luego, es difícil
pronunciarse sobre esta cuestión con carácter más o menos general, pues hay
factores culturales, sociales y políticos que hacen que la tendencia pueda ser
diferente en distintos países. En Europa, la tradición es la convivencia de
algún medio público con un mercado privado de emisoras de televisión más o
menos abierto. Yo creo que este modelo puede ser positivo y equilibrado,
siempre que se tengan en cuenta algunos factores. Antes de nada, con o sin
televisión pública es importante que el mercado privado de las televisiones sea
suficientemente abierto y plural, impidiendo situaciones de oligopolio o
posibles acuerdos entre empresas que puedan alterar la libre competencia y el
pluralismo.
En ese contexto, el sector privado
puede satisfacer razonablemente las demandas de los espectadores, e incluso
ofrecer buena parte de los contenidos que exige el interés del servicio
público. Con todo, considero necesaria una televisión pública (o tal vez
varias, teniendo en cuenta los diferentes ámbitos territoriales) siempre que
cumpla algunos requisitos. En primer lugar, y de forma muy destacada, ofrecer
una programación de interés público, regida por los principios de neutralidad
política (o para ser más precisos, neutralidad partidista, pues en lo relativo
a la defensa de los valores constitucionales no se puede ser neutral) y
servicio público, y ello incluso aunque parte de estos contenidos puedan
ofrecerse a través del mercado. En
segundo lugar, debe ser una televisión que no compita de forma desleal con las
emisoras privadas, cerrándoles el espacio y utilizando recursos públicos para
“jugar al mismo juego” pero con ventaja, como sería el caso de ofrecer
esencialmente contenidos comerciales pero sin necesidad de publicidad al contar
con ingresos públicos. En tercer lugar, aunque muy relacionado con los
anteriores, debe ofrecer aquellos programas de interés que el mercado no
satisfaga, como los que demanden determinadas minorías sociales, religiosas o
culturales. En fin, algo mucho más parecido a lo que en España ofrece “La 2”
que a los contenidos de “La 1”. Y destaco que entre los requisitos de la
televisión pública NO he mencionado la necesidad de que sea rentable
económicamente, pues lo importante es que responda al interés público. Sin
embargo sí debe ser sostenible…
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