La
memoria
La memoria es una de las más
importantes facultades humanas. Y eso suele apreciarse, de forma tan clara como
lamentable, cuando se empieza a perder. Las personas que, por edad o
enfermedad, empiezan a perder la memoria, de algún modo empiezan a dejar de ser
ellas mismas, y solo en la medida en que logran preservar los recuerdos más
permanentes y más firmemente grabados, que son los de la juventud y la
infancia, se mantiene de forma visible la identidad. De algún modo somos,
primero de todo, lo que somos capaces de recordar. Por lo demás, mi madre
siempre me repetía aquello de “lo que bien se aprende, tarde se olvida”, y
afortunadamente eso se cumple, así que hoy es un placer aprender o repasar
letras de canciones o poemas con ella. En
cambio, no puedo ver con buenos ojos esas tendencias, cada vez más acentuadas,
a minusvalorar o directamente abandonar el aprendizaje memorístico en la
escuela.
Ninguno de los argumentos que suelen
utilizarse para justificar este abandono del aprendizaje memorístico resulta convincente.
En primer lugar, ya desde hace mucho tiempo se viene destacando que es mucho
más adecuado aprender los contenidos razonando y entendiendo, que memorizando.
Pero esto, que sin duda puede ser cierto en algunos casos, deja de serlo en
muchos otros. Está bien que los alumnos sepan que la multiplicación es una suma
de sumandos iguales, pero ello no justificaría que no memoricen las tablas de
multiplicar. En un chiste alguien decía que se había aprendido la guía de
teléfonos de Madrid, y cuando le preguntaban: “¿de memoria?” respondía: “no
hombre, razonando”. Buscando ejemplos más creíbles y prácticos, no tiene ningún
sentido intentar aprender un poema o una oración sin utilizar la memoria (otra
cosa es, obviamente, la necesidad de entender lo que se memoriza); porque este
tipo de textos necesita un aprendizaje literal. En segundo lugar, el otro gran
argumento que se utiliza contra la memoria es la accesibilidad inmediata de
casi cualquier contenido que se quiera aprender, gracias a internet y a las tecnologías.
Ya cuando empezaron a popularizarse las primeras calculadoras algunos apuntaban
que dejaba de tener sentido aprender ciertas operaciones. Pero solo desde una
consideración errónea de lo que es “útil” alguien podría defender que no tiene
sentido hoy aprender aquello que podemos localizar a golpe de clic desde
nuestro móvil o un ordenador. Gracias a que memoricé aquellas poesías, aquellas
canciones, aquellas oraciones, y a que intento seguir aprendiendo algunas
nuevas (aunque compruebo que la edad cada vez hace más difícil ese aprendizaje,
tan cómodo y sencillo en la infancia), hoy puedo disfrutar de recordarlas en la
calma de un paseo por el campo, mientras hago ejercicio, o me pueden ayudar en
una noche de insomnio…
(Fuente de la imagen: https://elpais.com/ciencia/el-hacha-de-piedra/2021-10-24/la-memoria-el-olvido-y-la-pildora-de-agua.html )
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