Lo
del Sáhara
El fondo es discutible, la forma
creo que es abiertamente rechazable. Como siempre, hay quien se ha apresurado a
valorar el abrupto cambio de posición de nuestro Gobierno como una especie de
“jugada maestra”, pero me parece que este tipo de visiones resultan bastante
sesgadas. Como digo, respecto al fondo cabe apuntar razones a favor y en contra
de este radical cambio de postura que nos ha llevado a apoyar abiertamente las
pretensiones de Marruecos de convertir al Sáhara en una región autónoma de este
Estado. Por un lado, nadie duda que la relación con Marruecos es estratégica
para España, que esta relación estaba bastante dañada últimamente (en no poca
medida, por cierto, por torpezas previas del propio Gobierno español); y es
también cierto que no somos el primer país occidental que apoya las
pretensiones marroquíes. Pero en contra, además de otras razones igualmente
estratégicas (como no enfrentarse innecesariamente a Argelia, uno de nuestros
principales proveedores de gas, en este preciso momento…) hay, sobre todo,
poderosas razones jurídicas, que son las que más me interesan y, desde luego,
una razón de coherencia. Como es bien sabido, Naciones Unidas reconoce al
Sáhara Occidental como territorio no autónomo, pendiente de descolonización, y
por tanto no apoya esas pretensiones marroquíes, o al menos no hasta que se
haya celebrado un referéndum de autodeterminación. Y España ha tenido siempre
una responsabilidad especial, porque era la potencia colonial que abandonó
abruptamente el territorio en 1975 tras la llamada “Marcha Verde”, generando
esta situación fáctica que se ha prolongado a lo largo de las décadas, ya que
ese referéndum pendiente no se ha llevado a cabo por múltiples razones bien
conocidas. Eso sí, durante todo este tiempo, y aunque fuera con el mayor tacto
posible con nuestro vecino del sur, España nunca ha variado su posición de
apoyo a la descolonización de este territorio, aunque no haya reconocido
formalmente a la República Árabe Saharaui Democrática.
Pero como decía lo que no parece
admisible es la forma en la que se ha llevado cabo este monumental giro. Una
comunicación del presidente del Gobierno al rey de Marruecos para que este la
hiciera pública, sin previa comunicación ni debate parlamentario, e incluso, como
es evidente, sin acuerdo claro en el seno del propio Gobierno. Porque aunque el
presidente “dirige la acción del Gobierno” (art. 98 CE), es el órgano colegiado
quien “dirige la política interior y exterior” (art. 97), así que no parece muy
adecuado que una medida de tal envergadura se haya adoptado de esta manera.
(Fuente de la imagen: https://www.esglobal.org/sahara-occidental-cambiar-algo-para-no-cambiar-nada/ )
No hay comentarios:
Publicar un comentario