Esa
sonrisa idiota
Dicen que no hay optimistas, solo pesimistas
que carecen de toda la información. Y con la que está cayendo, casi parece de
mal gusto estar siempre “de buen rollo” y en plan positivo. Una cosa es el
sentido del humor, y otra muy diferente las gracietas constantes, o la
exhibición de un estado de felicidad y optimismo que muchas veces resulta a
todas luces superficial y artificial. Se comprende que nadie quiera estar al
lado de cenizos ni de esa gente que parece disfrutar contando desgracias y
problemas, pero ya no sé si es peor eso o lo de estas personas que vemos (sobre
todo en Facebook y en WhatsApp, que viene a ser lo mismo) continuamente
transmitiendo energías positivas y buenas vibraciones, compartiendo frasecitas
hechas, compartiendo consignas obvias o deseos que, de tanto repetirse, parecen
vacíos (“que pases muy buen día”, “que Dios te bendiga”, “quiérete a ti mismo”,
es decir, sé egoísta… en fin). Tras años de observación del fenómeno, he
elaborado diversas hipótesis sobre estas personas: 1) no existen, en realidad
son algoritmos creados para hacernos más soportable y almidonada nuestra visita
a la red social. En principio, esta me parecía la hipótesis más verosímil, pero
en alguna ocasión he podido comprobar que personas de carne y hueso que
conozco, e incluso son amigos míos, ponen estas cosas, e incluso les he
preguntado directamente y no se han avergonzado de hacerlo, a pesar de que es
manifiesto que “en la vida real” estas personas tienen otra actitud, mucho más
“normalita”; 2) son personas que han padecido una sobredosis de “libros de
autoayuda” o de cualquier otra forma de autoayuda; quizá han superado algún
trauma o depresión gracias a este tipo de tratamientos, pero se han quedado un
poco “raritos” y eso se nota en su relación “virtual” con los que los rodean; y 3) hay alguna razón profunda en estas redes
sociales que nos impulsa a dar una imagen absurda y ridícula, pero siempre
simpática, amable y positiva, así que nos comportamos de tal manera que nada de
lo que decimos resulte discutible, sino que más bien todos estarán de acuerdo
con ello y aplaudirán cada una de nuestras ideas obvias y vacías.
Sin
descartar las otras opciones, creo que la explicación más plausible es esta
última. Desde luego “sé feliz”, “ayuda a los demás”, “la democracia y los
derechos humanos son muy importantes” o “yo creo en la igualdad” son siempre
valores seguros si lo que buscamos es la aprobación y el aplauso generalizado a
nuestras afirmaciones. Y supongo que esta puede ser una excelente terapia para
quienes están bajos de autoestima, situación bastante frecuente en nuestras
sociedades. Como alguien sugirió hace tiempo, por alguna razón Twitter nos
empuja a creernos ingeniosos, Instagram a pensar que somos grandes fotógrafos,
y Facebook… a creer que tenemos muchos amigos. Y para esto último, obviamente,
nada como transmitir frases enlatadas con las que es imposible estar en
desacuerdo. ¿O no? Pues no estoy tan
seguro, porque a veces pienso que tiene razón la letra de aquella canción de
Sabina que decía: “Oiga doctor, devuélvame mi depresión, ¿no ve que los amigos
se apartan de mí? Dicen que no se puede consentir esa sonrisa idiota”. Pues
eso…
(Fuente de la imagen: https://www.bloghemia.com/2020/02/los-libros-de-autoayuda-un-fraude.html )
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