martes, 26 de noviembre de 2019

Medio siglo del CUT

Medio siglo del CUT



Ya he escrito alguna vez sobre el CUT, y en Toledo, salvo quizá para los más jóvenes, no es necesaria ninguna aclaración sobre lo que fue, ya que dejó una importante huella en la vida de la ciudad y de la provincia. Pero como esta columna tiene lectores de todas las procedencias y latitudes, especificaré que el CUT fue el Centro Universitario de Toledo, una institución que comenzó su andadura hace ahora exactamente medio siglo, y que permitió a la ciudad recuperar los estudios universitarios, toda vez que la antigua universidad, que contaría ahora con más de cinco siglos de antigüedad, cerró en el siglo XIX. El CUT permitió a generaciones estudiar en Toledo Económicas, Derecho, o el primer ciclo de Químicas y de Geografía e Historia, con títulos de la Universidad Complutense, y generó la infraestructura y la base para la posterior  incorporación de esos estudios a la Universidad de Castilla-La Mancha. Quien escribe conoció el CUT como alumno, y ahora la UCLM como profesor. Muchas cosas han cambiado, y yo no soy de los que piensan que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No recuerdo que hubiese guías del Centro (aunque sí unos calendarios de pared preciosos que lamentablemente no conservo) y de las asignaturas poco más que el programa del catedrático, que estaba en la Complutense y con suerte podíamos conocerle en una conferencia. No había presentación, y para saber cuándo empezaba el curso nos pasábamos un día a finales de septiembre por San Juan de la Penitencia a consultar el tablón… en fin. Pero el caso es que, aun cuando a mí te tocaron años de cierta masificación, jamás se perdió el ambiente familiar y entrañable. Y los profesores siempre dieron lo mejor de sí. Y estaban las fiestas, las de Santa Catalina o las que organizábamos para sufragar el viaje fin de curso. Soy afortunado por dedicarme hoy a lo que me gusta en una Universidad consolidada y con reconocimiento internacional, pero a veces me encantaría volver a aquellos años inolvidables, en los que se disfrutaba sin más de aquel presente… y siempre cabía imaginar el mejor de los futuros.

La UCLM, con muy buen criterio, ha organizado un acto conmemorativo de estos cincuenta años, que incluye la intervención de algunos de sus protagonistas, así como la presentación de una exposición fotográfica con las mejores imágenes de toda una época esencial para Toledo, y la presentación del libro “1969/2019. Del Centro Universitario de Toledo a la Universidad de Castilla-La Mancha”. Será el día 4 de diciembre, a las 18:00 horas, en el Paraninfo del Palacio del Cardenal Lorenzana. Nadie para quien el CUT haya significado algo se debería perder esta ocasión tan especial y seguro que emotiva…

jueves, 21 de noviembre de 2019

Setenta años de la Ley Fundamental de Bonn

Setenta años de la Ley Fundamental de Bonn



            Lo anuncié hace poco, y como comprenderán los lectores no puede pasar el año sin que dedique un “Miradero” a este texto constitucional, ya que es un pilar del constitucionalismo contemporáneo. Lo primero que hay que decir es que, si se llamó “Ley Fundamental” y no Constitución, es porque se era plenamente consciente de lo que podríamos denominar “déficit de legitimidad democrática” existente en su aprobación. Alemania estaba dividida, tras la segunda guerra mundial, en cuatro zonas de influencia, y en las occidentales, bajo estricto control y supervisión de las potencias ocupantes (Reino Unido, Francia y los Estados Unidos de América) se decide elaborar una norma fundamental común. Para ello se nombró una comisión de expertos que se dio cita en el lago Herrenchiemsee, en la Baviera Alta. El proyecto elaborado por esta comisión fue sometido a debate por un Consejo Parlamentario, compuesto por delegados de las Dietas de los once Länder occidentales. En mayo de 1949 este Consejo aprobó el texto de la Ley Fundamental, que en el mismo mes sería ratificado por los gobernadores militares y luego por los propios órganos parlamentarios de los Länder. La idea de provisionalidad del texto, en una Alemania dividida, era tan evidente, que la propia Ley establecía su sustitución, en el futuro, por una “verdadera” Constitución adoptada por todo el pueblo alemán. Sin embargo, tras la llamada reunificación alemana en 1990 no se procedió a aprobar una nueva Constitución; y ello porque, jurídicamente, no se trató de una reunificación, sino de una incorporación de los cinco Länder del este al régimen jurídico-constitucional del oeste, es decir, a la propia Ley Fundamental, que, tras una reforma de cierta intensidad (que se sumó a otras muchas antes y después) ha mantenido su vigencia hasta la actualidad. Con un marcado criterio pragmático, no hizo falta ninguna asamblea constituyente ni otra forma de actuación de un hipotético “poder constituyente originario”, ni siquiera la ratificación directa y conjunta del pueblo alemán. Y la Ley Fundamental siguió siendo, por tanto, Ley Fundamental. 

            En todo caso, lo más importante es explicar por qué hablamos de un hito esencial en la historia del constitucionalismo, y probablemente la referencia más importante del constitucionalismo europeo posterior a la segunda guerra mundial. Y es que estamos hablando de un texto que contiene importantes novedades, y que ha sido notoriamente influyente. Entre las novedades, y en acusado contraste con la Constitución de Weimar (a cuyo centenario me referí hace algunas semanas) está no solo la instauración de la rigidez constitucional, sino también de todo un régimen de “democracia militante” que incluye cláusulas de intangibilidad (es decir, la declaración de ciertos artículos como irreformables, en cuanto recogen los fundamentos del sistema, como el modelo federal, el Estado social y democrático de derecho o la dignidad), así como la posibilidad de declarar inconstitucionales a los partidos políticos contrarios al orden fundamental de libertad y democracia, o incluso de suprimir algunos derechos fundamentales si se utilizan con esa misma finalidad. Estos aspectos, que han sido a veces adoptados en otros sistemas, no han sido en cambio “importados” por la Constitución española de 1978, que más bien ha proclamado un sistema totalmente abierto, en el que caben todos los fines (aunque no todos los medios). Pero sí nos han influido otros, que forman parte de esa “axiología” contenida en la Ley Fundamental. Por ejemplo, la colocación de la dignidad humana como piedra angular del sistema, o la misma proclamación de la república como “Estado federal democrático y social”. Sin olvidar otras cuestiones más “técnicas”, como los mecanismos de distribución competencial entre la Federación y los Länder, instrumentos propios del parlamentarismo “racionalizado”, como el procedimiento de investidura o la llamada “moción de censura constructiva”, y diversos aspectos y competencias del Tribunal Constitucional, en especial lo que nosotros llamamos “recurso de amparo”, que en Alemania se denomina “queja constitucional”. En suma, más allá de su influencia en todo el mundo, no cabe duda de que fue la referencia más importante para nuestro constituyente en 1978. 

(Fuente de la imagen: https://deutsche-mexikozeitung.com/es/noticias/alemania-publica-su-ley-fundamental-en-arabe-para-los-refugiados/ )

jueves, 14 de noviembre de 2019

Fuimos los primeros



Fuimos los primeros            



Ya he escrito, en este mismo espacio, sobre la conmemoración de los quinientos años de la primera vuelta al mundo, un evento que se inició en 1519 y se culminó en 1522, y cuya trascendencia para la historia es difícil exagerar. Por ello me parece que la conmemoración requeriría un realce acorde con la circunstancia. Y aunque no estoy seguro de que España esté dando todo el merecido protagonismo y difusión al evento -y precisamente por ello- es justo reconocer que sí se han adoptado diversas iniciativas culturales, buena parte de ellas enmarcadas en el programa específico V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, coordinado desde el Ministerio de Cultura y Deporte. En el limitado espacio de esta aportación voy a centrarme en destacar dos de ellas, que me parecen de gran interés y oportunidad. En primer lugar, la edición, por parte de Correos, del volumen Magallanes. Elcano. Una aventura filatélica, que incluye un ejemplar de la emisión filatélica conjunta de España y Portugal, consistente en una hermosa hoja ovalada que incluye las efigies de Magallanes y Elcano (el sello contiene la imagen de Magallanes en la versión en portugués, y la de Elcano en la castellana), así como el sobre de primer día de circulación en ambos países. El volumen se completa con un amplio conjunto de textos sobre la época de las navegaciones, la primera vuelta al mundo y su contexto, así como las conmemoraciones filatélicas que en el pasado se habían llevado a cabo de todo eso. Se puede adquirir en la web de Correos, cuesta 50 euros, y en mi opinión merece sin duda la pena.

            La segunda iniciativa de la que quiero hacerme eco es la exposición “Fuimos los primeros. Magallanes, Elcano y la Vuelta al Mundo” que se puede ver en el Museo Naval de Madrid, entrada por la calle Montalbán (para los que vayan desde Toledo, como quien dice a dos pasos de Atocha). Me parece absolutamente recomendable. Es gratuita, aunque se solicita una aportación de 3 euros para el mantenimiento del museo. Y es la mejor manera de recordar, aprender y entender el contexto de aquellos inicios del siglo XVI, y por supuesto los hechos específicos de aquella primera circunnavegación. Comienza con una proyección rigurosa, pero al tiempo emotiva y épica, sobre aquella gesta. Y luego hay un amplio recorrido explicativo, que incluye reproducciones, obras de arte y, sobre todo, valiosísima cartografía de la época. Recomiendo además, si es posible, la visita guiada. Quizá mi única crítica es que el espacio adjudicado a la exposición es bastante reducido, lo que provoca que esta no pueda disfrutarse con cierta comodidad, al menos en fin de semana, ya que las filas y aglomeraciones son frecuentes. 

(Fuente de la imagen: http://vcentenario.es/actividades/exposicion-en-museo-naval-fuimos-los-primeros-la-vuelta-al-mundo-de-magallanes-elcano/ )

jueves, 7 de noviembre de 2019

La Constitución con rigor

La Constitución con rigor



            No es mi intención ni mi estilo -creo que nunca lo ha sido- usar este espacio para valoraciones políticas o partidistas, y mucho menos en campaña electoral. Durante dos décadas vengo utilizando esta “ventana” para las más variadas cuestiones, sin ceñirme en absoluto a temas constitucionales, que por profesión (y también por “pasión”) me interesan especialmente. Pero a fin de cuentas, a veces es difícil resistirse a puntualizar algunas de las incorrecciones que se escuchan en la materia, por desgracia de forma demasiado frecuente. Y el reciente “debate a cinco” no ha sido una excepción. Vaya por delante que me parece muy bien que los candidatos citen y utilicen la Constitución en sus propuestas y argumentaciones, y que además, como no procede hacer dentro de esta jerarquizaciones, todos sus contenidos tienen el mismo rango, y el pluralismo político, como valor superior, permite que cada uno ponga mayor énfasis donde quiera. Así que tan oportuno es recordar que la Constitución proclama enfáticamente la “indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles” (art. 2) como poner de relieve que el derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art. 47) por desgracia está en la práctica lejos de ser una realidad universal. 

            Hasta ahí muy bien, pero los candidatos realizan también propuestas que desconocen o tergiversan, no sé si por ignorancia o de forma intencionada, los preceptos constitucionales, o los utilizan con manifiesta falta de rigor. Hay demasiados ejemplos, pero cabe citar (diré el pecado pero no el pecador) que la Constitución no garantiza que las pensiones han de subir conforme al IPC, sino que “los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos de la tercera edad” (art. 50), lo cual no es exactamente lo mismo; se pueden hacer distintas interpretaciones, pero no decir que la Constitución dice lo que no dice. Por lo demás, quien propone por ejemplo el desmantelamiento del Estado de las autonomías, debería explicar que para ello debe proceder a una reforma agravada que requiere, entre otros requisitos, doble mayoría de dos tercios en ambas cámaras. Por supuesto, no es la menor de las incorreciones afirmar que un presidente del Gobierno (el que sea) puede asegurar que sea entregado a España alguien que está en otro país de la Unión Europea y sobre quien pesa una orden de detención y entrega; y mucho menos añadir posteriormente que ello “está claro” teniendo en cuenta la dependencia de la fiscalía respecto al Gobierno, situación que no se deriva en absoluto del artículo 124 de la Constitución, y menos del Estatuto del Ministerio Fiscal. Señores candidatos, un poco más de rigor… 

(Fuente de la imagen: http://www.rtve.es/noticias/20191028/ana-blanco-vicente-valles-moderaran-unico-debate-cinco-proximo-4-noviembre/1986177.shtml ).

viernes, 1 de noviembre de 2019

Weimar 1919

Weimar 1919


            Uno de los hitos del constitucionalismo contemporáneo cumple ahora un siglo. Entre febrero y julio de 1919, en la ciudad de Weimar, la Asamblea Nacional Constituyente elaboró y proclamó esta Constitución, que sería sancionada en agosto, y vendría a sustituir a la Constitución del Imperio alemán de 1871, desmoronado tras la primer aguerra mundial y sustituido, tras este texto, por la llamada “República de Weimar”. Se trata de una Constitución inequívocamente democrática, y en consecuencia, frente a la invocación del texto anterior (Guillermo emperador alemán por la gracia de Dios, rey de Prusia), el artículo 1 del texto de Weimar proclama “El poder del Estado emana del pueblo”. Esta Constitución inaugura, por tanto, un régimen democrático, parlamentario y liberal, pero esto último con matices. Lo de parlamentario, porque la figura del presidente del Reich va a asumir un importante papel protagonista. Y lo de liberal, porque en realidad, si la Constitución de Weimar es recordada como hito del constitucionalismo es por haber iniciado el constitucionalismo social en Europa. No hay que olvidar que la primera Constitución social, en sentido estricto, fue la de México de 1917, llamada Constitución de Querétaro, pero es verdad que Weimar inaugura este constitucionalismo en el Viejo Continente. Contiene títulos específicos sobre “la vida social”, “educación y escuela” o “la vida económica”, incluyendo por ejemplo el control estatal sobre el suelo y la propiedad (arts. 155-156) o la protección especial de “la fuerza del trabajo” (art. 157). Hay, así, una clara influencia en textos posteriores que desarrollarán todavía más esta idea, en especial sobre la Constitución española de 1931, o en la Ley fundamental de Bonn de 1949, que proclamará explícitamente el Estado social.

            La gran crítica al texto de Weimar fue el no haber sido capaz de impedir el ascenso de los nazis el poder, tras vencer en las elecciones al Reichstag de 1933. Este texto no fue derogado explícitamente, aunque sí pervertido a partir de esa fecha, y la acusación se centra en dos aspectos: uno más concreto, ya que esa especie de “dictadura” del presidente del Reich prevista excepcionalmente en el artículo 48 sería utilizada por Hitler, tras aunar la posición de jefe del Gobierno y del Estado, para justificar la concentración total del poder. Y luego, porque su flexibilidad ante la reforma permitió que las leyes contrarias al texto constitucional, en lugar de ser consideradas inconstitucionales, se entendieran como reformas implícitas del texto fundamental, lo que en la práctica impidió que este funcionase como verdadera norma suprema. Estoy seguro de que los nazis, tal como anunció Goebbels, hubieran accedido al poder por cualquier medio y en todo caso, ya que las causas de su ascenso fueron mucho más complejas y mucho más profundas. Por eso creo que es injusto culpar de ello al texto de Weimar. Pero la verdad es que, tras esta dramática experiencia, puede decirse que todas las Constituciones importantes posteriores han establecido mecanismos de rigidez (o incluso de intangibilidad) ante su reforma. Y frente al positivismo weimariano, es imposible negar la influencia de un “iusnaturalismo renovado” en la Ley Fundamental de Bonn. Pero de ello ya hablaremos otro día, ya que este año también se cumplen “números redondos” de ese importante texto de 1949. 

(Fuente de la imagen: https://cadiznoticias.es/la-constitucion-la-republica-weimar/ )

jueves, 24 de octubre de 2019

40 años del Tribunal Constitucional

40 años del Tribunal Constitucional



Mis lectores más asiduos sin duda conocen que tengo cierta afición a los aniversarios de determinados eventos o circunstancias, pero no es por la mera curiosidad del recuerdo de lo pasado, sino más bien porque me gusta detenerme en el comentario de todo aquello que nos hace entender lo que hoy somos. Si este entendimiento se refiere a nuestra realidad jurídico-política, a nuestro sistema de separación de poderes, derechos fundamentales y a nuestro Estado autonómico, el papel de nuestro Tribunal Constitucional es incuestionablemente decisivo. Por eso creo que tiene sentido recordar que el 25 de octubre de 1979 entraba en vigor la Ley Orgánica 2/1979, del Tribunal Constitucional. Así que, aunque la efectiva constitución de este órgano constitucional tuvo que esperar a 1980, y no encontramos sus primeras sentencias hasta 1981, podemos decir que, desde su “creación legislativa” han pasado cuatro décadas, durante los cuales su contribución en todos los aspectos antes mencionados ha sido notoria, hasta el punto de que no me parece exagerado señalar que ha sido uno de los grandes artífices de nuestra democracia y de nuestro modelo de Estado, en la medida en que ha ido aplicando y desarrollando un diseño que nace en nuestra norma suprema. 

Por supuesto, y como en todas las instituciones, no cabe soslayar los problemas y aspectos mejorables del Tribunal Constitucional, por los cuales puede ser justamente criticado, aun cuando no todos ellos dependen exclusivamente de él. Entre ellos está el reparto de “cuotas” entre los partidos en la designación de los miembros nombrados por las Cámaras parlamentarias, ciertas críticas sobre la “dependencia política” o politización en algunas decisiones destacadas, el retraso en ese mismo nombramiento de magistrados, la perversión de la reforma según la cual se daba entrada a las Comunidades Autónomas en la propuesta de los magistrados designados por el Senado y, sobre todo, los retrasos en la solución de los asuntos que le llegan; aunque en este último aspecto se ha mejorado algo desde la aplicación de la reforma de 2007, en algunos casos sigue siendo inexplicable (baste el ejemplo de la ley de salud sexual y reproductiva de 2010, que va camino de una década esperando el pronunciamiento del TC). Con todo, han sido muchas más las luces que las sombras, y creo que entre las primeras hay que destacar su decisivo papel en la interpretación y desarrollo de los derechos fundamentales, así como en la aplicación del complicado modelo de Estado autonómico derivado de la Constitución, incluyendo, por supuesto, su labor clave en la garantía de la aplicación de la norma fundamental frente al abrupto quebrantamiento de esta emprendido desde hace al menos cinco años por las instituciones de Cataluña, a pesar de que en 2010 el propio TC acudió a la técnica de la interpretación conforme (acaso en exceso) para salvar la constitucionalidad de gran parte de los preceptos impugnados del Estatuto de 2006. Algunos le han achacado que no haya sido capaz de resolver el llamado “problema catalán”, pero baste decir a eso que, como escribió Otto Bachof, corresponde al Tribunal Constitucional la solución jurídica a controversias políticas, que es exactamente lo que ha hecho. La respuesta política a esos problemas políticos debe más bien proceder de otros poderes del Estado. En suma, creo todo que ha ido mucho mejor con el TC de lo que hubiera ido sin él, y es justo reconocerlo.

(Fuente de la imagen:https://www.tribunalconstitucional.es/es/Paginas/default.aspx )

jueves, 17 de octubre de 2019

Si no lo consiguieron...

Si no lo consiguieron…




            No comentaré propiamente “la sentencia”, ya hay muy abundantes opiniones de juristas mucho más expertos que yo. Lo importante es que esta se ha publicado después de un proceso con todas las garantías, por un tribunal imparcial, y como parte de un Estado de Derecho que funciona. Pero me gustaría detenerme en una idea relacionada con todo lo sucedido en aquellos aciagos días de 2017, como consecuencia de un largo proceso iniciado años atrás. Porque ciertamente hubo fuerza y violencia, además de un abrupto quebrantamiento del ordenamiento constitucional; y desde luego parece que esa violencia no resultó suficiente para alcanzar el objetivo de la independencia, pues es notorio que esta ni se produjo, ni probablemente estuvo cerca de producirse. Dejaré de lado también la cuestión de si tiene sentido que el legislador penal establezca un delito que nunca puede castigarse (si no alcanza su objetivo no se produce, y si lo alcanza… la soberanía española, y con ella el Código penal, no alcanzaría a imponerse sobre un nuevo Estado). Lo más importante, y que va más allá del ámbito jurídico penal, es recordar por qué la independencia de Cataluña no se produjo en aquel momento.

            No fue, a mi juicio, porque se tratase de una “ensoñación” poco menos que imposible. Los hechos demuestran, y no hace falta irse demasiado atrás en el tiempo, que algunos Estados se independizan de otros, y no siempre (en realidad, muy pocas veces) esa independencia se consigue sin acudir a posiciones de fuerza. Si la independencia no se consiguió, fue por circunstancias totalmente ajenas a quienes la impulsaron de forma ilegal e ilegítima. Fue por una combinación de muchos otros factores. Fue porque el Tribunal Constitucional vino anulando todos y cada uno de los pasos que, en términos jurídicos, se habían dado hacia la independencia, y adoptando las medidas necesarias para imponer esa nulidad. Fue porque inmediatamente se instó la acción judicial, precisamente con la presentación por el Fiscal General del Estado de las querellas que ahora se han resuelto. Fue porque el Gobierno, con el apoyo del Senado, aplicó el artículo 155 desarticulando con ello todo el entramado de dirección de ese quebrantamiento constitucional. Fue porque las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad impusieron el orden. Fue porque el rey pronunció un discurso crucial, y porque seguramente confortados por las palabras del jefe del Estado, esa (al menos) mitad de catalanes que quieren seguir en España se dejaron ver como nunca. Fue porque, aunque quizás el Estado no había sabido dar la “batalla” del relato de los hechos en el plano internacional, si hizo bien su papel a nivel institucional, de manera que NADIE en el mundo reconoció aquella declaración de independencia. Fue porque, por una vez, todos los poderes y la mayoría de ciudadanos que apostamos por un proyecto común en un Estado democrático de Derecho remamos al unísono en la misma dirección. Los que impulsaron la independencia por la vía unilateral y rupturista hicieron todo lo que estaba a su alcance para conseguirla. Y, como muy claramente han dicho, lo volverán a intentar, y si no se vuelven a dar todas esas circunstancias, lo podrían conseguir. La “ensoñación” es pensar que, por algún tipo de razón poco menos que sobrenatural, la independencia no se puede dar.

(Fuente de las imágenes: https://www.lavanguardia.com/politica/20181118/452992682677/tribunal-supremo-1-o-proces-credibilidad-tedh-carles-puigdemont-oriol-junqueras.html y https://www.elperiodico.com/es/politica/20191014/sentencia-proces-catalunya-cataluna-resumen-7680705 ).

jueves, 10 de octubre de 2019

Puy du Fou

Puy du Fou



            Aunque había oído y leído las más variadas opiniones sobre Puy du Fou, este parque temático histórico que abrirá en Toledo en 2021, no he querido opinar hasta no ver este “anticipo” consistente en el espectáculo “el sueño de Toledo” que durante estas semanas se ha podido contemplar. Creo haberme expresado correctamente al decir que se trata de un “parque temático histórico” que de momento nos ha mostrado un “espectáculo”. No hay que esperar, por tanto, un museo, una obra de investigación histórica, ni siquiera exactamente una recreación histórica. Sabiendo lo que es, por lo que ya hemos visto y por lo que cabe imaginar, mi opinión es que estamos ante algo fabuloso, excelente, cuidadosamente preparado, muy sorprendente, y que va a generar un impacto extraordinariamente positivo en nuestra ciudad y en nuestra región. Estéticamente es precioso, impactante pero no excesivo, elegante y, por supuesto, verdaderamente espectacular. En cuanto al contenido, constituye una maravillosa evocación de la historia de Toledo, también de nuestros mitos y leyendas; o quizá sería mejor decir de la historia de España vista desde Toledo, o colocando a nuestra ciudad en el centro. Sin merma del rigor, y sin entrar en polémicas, apela a nuestros sentimientos como comunidad, ya que no hay nación ni sociedad cuyo ser no se base en la historia, pero también en los mitos y leyendas. 

            Como con todas las cosas positivas que Toledo ha logrado en las últimas décadas, no han faltado las críticas, ni las visiones pesimistas de los habituales aguafiestas (como, por ejemplo, cuando algunos decían que el tren de alta velocidad a Madrid sería un fracaso porque resultaba innecesario, estando tan cerca). En el caso de Puy de Fou, desde que se anunció no han faltado las críticas por mil motivos: supuestos impactos medioambientales, posibles costes de todo tipo, o incluso por la actitud decididamente favorable de la administración local y autonómica. Por no decir críticas sobre el rigor histórico, carentes de todo sentido si se entiende de lo que se trata. También están, desde luego, aquellos a los que solo pensar en que hay una “empresa” que pueda obtener un “beneficio” les produce urticaria. Basta tener una mínima visión para comprender que los costes, en todos los terrenos mencionados, son inexistentes o insignificantes, en comparación con los extraordinarios beneficios que el parque aportará a nuestra ciudad. Por supuesto, hay detalles que mejorar, pero en general estamos ante algo realmente “histórico” para Toledo. Me hubiera gustado, desde luego, que una empresa española se “hubiera atrevido” en todos los sentidos, a hacer algo así. Pero lo ha hecho Puy du Fou (aunque quizá podría haber adaptado algo el nombre para su sede española…), así que enhorabuena a ellos, a todos los que han apoyado el proyecto, y por extensión, a todos los toledanos. 

(Fuente de la imagen: https://www.atrapalo.com/entradas/puy-du-fou-espana-el-sueno-de-toledo_e4835358/ )

jueves, 3 de octubre de 2019

Amenábar y Unamuno

Amenábar y Unamuno




            He sido un gran admirador del cine de Alejandro Amenábar, aunque la verdad sea dicha, esa admiración ha ido decreciendo, de manera paralela a (en mi modesta opinión) el valor de sus trabajos. Como en artículos anteriores, a lo largo de los años, he ido escribiendo sobre casi todas sus películas, no me extenderé ahora en ello. Basta decir que “Tesis” me pareció un magnífico ensayo cinematográfico sobre el “éxito” de la violencia audivisual; “Abre los ojos” una verdadera obra maestra; “Los otros” una gran largometraje, al que comparé con el mejor Hichtcock; “Mar adentro” es una buena muestra de cómo se pueden narrar unos hechos tomando partido activo por un personaje o por una posición, y sin dejar de hacer una muy buena película de autor (aunque reconozco que ya me resultó demasiado poco creíble que el cura pudiera resultar en la realidad tan sumamente patético como en la película). En todo caso, la recomiendo siempre que se plantea en mis clases o charlas el debate sobre la eutanasia. Sin embargo, con “Ágora” empecé a perder el interés en este director, porque me pareció que, si se trata de reflejar hechos históricos o más o menos reales, ahí se pasaba ya de la legítima interpretación o incluso toma de postura, al sectarismo más sesgado, con desprecio notorio al más elemental rigor histórico, quedando como única cualidad la gran calidad visual de la obra. Con estos antecedentes, “Mientras dure la guerra” despertaba todavía en mí el indudable interés del personaje de Unamuno, pero he de reconocer que lo he perdido al ver el tipo de promoción que director y actor protagonista han querido hacer de la película. 

            Porque si Amenábar es un director al que he admirado, Unamuno es, directamente, uno de mis escritores favoritos del siglo XX. Empecé a leer sus novelas con menos de 12 años (“Niebla” fue la primera), y creo haber leído la mayoría de sus obras tanto en ese género novelístico, como en el del ensayo o en la poesía. La comparación es incluso ridícula, entre creadores de diferentes épocas y de géneros que en principio poco tendrían que ver. Pero no puedo dejar de pensar, como mero ejemplo, en el profundo respeto que el novelista vasco mostró siempre por las creencias religiosas que, sin embargo, nunca compartió, a pesar de su profunda inquietud intelectual en la materia, que para él era fundamental. Por el contrario, Amenábar se ha limitado, en su filmografía, a retratar de forma ridiculizada y despectiva aquello que no comparte, y probablemente no entiende. Sin embargo, no me quería centrar en eso, sino en la cuestión política. Unamuno sufrió en sus propias carnes la intolerancia y el fanatismo, y despreció la falta de libertad y de democracia, pero en realidad nunca fue sectario ni extremista, y se situó mucho más cerca de esa “tercera España” incomprendida por ambos bandos. Frente a ello, está ese intento sesgado de promoción que han hecho Amenábar y Karra Elejalde, intentando demostrar la actualidad de los hechos reflejados en la película por la vía de señalar que hoy estamos igual que en 1936. Con todo, ese intento, que en mi caso ha conseguido el objetivo contrario al pretendido, ha tenido la virtualidad de provocar en mí la idea de imaginar lo que pensaría o diría hoy Miguel de Unamuno, si viviera. Y creo que sería crítico con esta sociedad y con el poder político, porque siempre lo fue, iba en su carácter y en su espíritu. Pero de lo que estoy seguro es de que jamás suscribiría la idea de que no nos hemos movido “ni un milímetro” desde 1936, como afirmó sin mayor fundamento Elejalde; ni, por supuesto, afirmaría jamás que vivimos en la España que quería Franco, como se ha permitido señalar el que fuera gran promesa de nuestra dirección cinematográfica. Precisamente porque Unamuno vivió la radicalización, la intolerancia, el fanatismo, y por supuesto el golpe de Estado que dieron origen a nuestra guerra civil, sabría perfectamente señalar las diferencias mayúsculas que, en mi opinión -y creo sinceramente que en la de cualquier observador mínimamente objetivo y mínimamente informado- existen entre el régimen franquista y la etapa de democracia y progreso inaugurada tras nuestro texto constitucional de 1978. 

(Fuente de las imágenes: https://elpais.com/cultura/2018/05/26/actualidad/1527313017_552955.html y https://www.biografiasyvidas.com/biografia/u/unamuno.htm )

domingo, 29 de septiembre de 2019

Ad astra

Ad astra


            Si tuviera que clasificar esta película, diría que pertenece a un género (o subgénero) bastante original: la ciencia ficción intimista. No lo inaugura porque, al menos, cuenta con antecedentes tan remotos como 2001. Una odisea en el espacio (aunque en este caso yo hablaría más bien de ciencia ficción filosófica…), y otros tan próximos como Passengers, a la que en su día dediqué un comentario en este mismo espacio. Acaso el film que acabo de mencionar tiene una mayor profundidad, en cuanto apela a los sentimientos humanos más básicos, como son la soledad y el amor. Pero Ad astra también nos hace reflexionar, en el sentido que voy a comentar más adelante, y tiene además otras grandes virtudes. Consigue, en primer lugar, transmitirnos la sensación de estar en el espacio, con una imagen impresionante, que recrea muy bien (al menos aparentemente) lo que debe de ser un viaje interplanetario. En segundo lugar, cuenta con interpretaciones magistrales. Por supuesto, el protagonista Brad Pitt, que es quizá el mejor actor de este momento, además de poseer un manifiesto atractivo, incluso creciente con la edad. Pero también Donald Sutherland, o Tommy Lee Jones, que hacen un trabajo excelente. Estas brillantes interpretaciones, así como el cuidado de la imagen, del retrato, contribuyen indudablemente a acercarnos a los personajes y entender su forma de pensar y su forma de actuar, lo que también, sin duda, es mérito del director, James Gray.

            Pero como creo que ya saben mis lectores, siempre destaco que ninguno de estos aspectos de una película serviría de nada si no se combinan adecuadamente para el logro de un fin, que es transmitir “algo”. Y, en este caso, más allá de la concreta historia imaginada, mover a la reflexión. Diría, sin desvelar a mis lectores nada que pueda estropearles el interés de la película, que el film nos hace pensar en de dónde venimos y a dónde vamos; pero no -en absoluto- en el sentido habitual de si hay un más allá o si hemos sido creados, sino más bien en un sentido mucho más cercano, que considera a la humanidad como especie, pero también interpela a cada persona. Y ello nos remite, por un lado, a los padres, en quienes, en lo bueno y en lo malo, siempre tendemos a reconocernos a nosotros mismos. Y ahí la pregunta es si realmente, frente a ese determinismo genético, somos dueños de nuestro destino. Y por otro lado, a nuestro imparable deseo de ir más allá, de descubrir otros mundos, de conocer a otros seres, probablemente muy diferentes, pero en el fondo iguales a nosotros. Un deseo que yo creo que también está inserto en nuestros genes de especie nómada, pero que acaso se intensifica hasta la patología en personas concretas…

(Fuente de la imagen: https://www.filmaffinity.com/es/film307333.html )

miércoles, 25 de septiembre de 2019

El rey no tiene la culpa

El rey no tiene la culpa


   
         La siempre indeseable nueva convocatoria de elecciones generales por aplicación de la disolución automática prevista en el artículo 99 de la Constitución ha generado (como ya sucedió en 2016) toda una “lista de culpables” a los que las diversas fuentes echan la culpa. Por supuesto, los líderes de los principales partidos políticos cruzan reproches entre ellos. Pero tampoco faltan quienes apuntan a la deficiente regulación del artículo 99 de la Constitución, o incluso al jefe del Estado, por no mediar más activamente o llevar a cabo alguna propuesta alternativa. En cuanto a la redacción del precepto constitucional, es verdad que tiene algún aspecto mejorable, pero en este caso no está ahí la causa de que no se haya logrado la investidura. La propuesta de reformarlo para establecer una especie de proclamación automática del cabeza de la lista con mas votos y escaños, aunque sea la solución ofrecida en la Comunidad de Castilla-La Mancha y en los municipios, choca con la misma esencia del parlamentarismo, sistema en el que todo Gobierno requiere la confianza de la cámara. Más llamativa aun es la posición de quienes imputan al rey una falta de actuación o ausencia de medios para dar solución al problema. Algunas opiniones, y entre ellas la del líder de uno de los partidos más republicanos de todo el arco parlamentario, apuntan que el jefe del Estado debería haber mediado para sacar adelante una propuesta, fórmula o combinación determinada. Seguramente a quien ha opinado de ese modo no le importa lo más mínimo el descrédito o daño en su imagen que tal actitud habría implicado al monarca. No olvidemos que, en el extremo contrario, otros han criticado la afirmación que hizo Felipe VI este verano, en un sentido tan genérico y obvio como que era preferible que hubiera Gobierno antes de ir a nuevas elecciones. En fin, la forma en que Italia (¡una vez más!) ha logrado resolver una crisis de Gobierno sin ir a elecciones, acaso con un cierto papel mediador del jefe del Estado, les puede servir a algunos para pensar que en una República habría mejores salidas a esta situación. Y no es así, en modo alguno.

            Para empezar, todas las regulaciones constitucionales dejan siempre aspectos abiertos a la práctica, de manera que la experiencia en el funcionamiento siempre es un aspecto a considerar. Para seguir, ni en Italia, ni en España, ni en ningún sistema parlamentario, se logra formar Gobierno si no hay mayorías absolutas ni acuerdos entre los partidos. Las “soluciones imaginativas” como un presidente más alejado de los concretos partidos, caben en cualquier sistema parlamentario, pero resultan bastante ajenas a nuestra experiencia. Añadido a lo anterior, el monarca parlamentario debe limitarse a “ser consultado, animar y advertir” y una actitud más protagonista nunca será positiva. Y en fin, no olvidemos que la propuesta de candidato a presidente viene refrendada por el presidente del Congreso, quien asume la responsabilidad por ella. Así que si alguien debe adoptar una actitud más implicada en la búsqueda de soluciones, sería en este caso la presidente del Congreso. Aunque es claro que para ello debería ser una persona con un perfil realmente neutral. El papel del rey, aparte de su importante función simbólica que da un gran realce a todo el proceso, se limita a mi juicio a cuestiones de cierto detalle sobre todo el proceso previo, en particular el modo y procedimiento de las consultas, a su eventual repetición, y aun en esa función actuará en estrecha comunicación con la presidencia del Congreso. Precisamente en ese aspecto, en el que los precedentes no planteaban ninguna complejidad, Felipe VI ha afrontado en 2016 y ahora en 2019 situaciones novedosas, desde el rechazo de una propuesta hasta la conveniencia o no de nuevas consultas si la primera propuesta fracasa, antes de proponer (o no) al mismo u otro candidato. Y todas ellas las ha resuelto de forma impecable, estableciendo un razonable criterio que sin duda se tendrá en cuenta en el futuro. 

(Fuente de la imagen: https://www.elindependiente.com/politica/2019/05/22/rey-se-reune-batet-aun-no-fijara-consultas-investidura/)

jueves, 12 de septiembre de 2019

Música de mi vida: pop de los 80 en español

Música de mi vida: pop de los 80 en español




            Vuelvo a esta miniserie de “miraderos” con un amplísimo grupo de canciones que, sin duda, podrían agruparse en diversos géneros, entre los que destacaría el pop. Para muchas personas, la música de la adolescencia es la que de forma más intensa nos va a acompañar siempre, y la que con más agrado nos va a gustar escuchar una y otra vez. Eso es lo que me sucede a mí con la música de los 80, no solo la española, pero acaso especialmente la española. Intuyo que lo mismo les sucederá a muchas personas de mi generación, o incluso de otras posteriores, a juzgar por la profusión de listas de reproducción en las diversas plataformas que hoy se han convertido en la base de nuestro estilo de escuchar música, y también la frecuencia de orquestas y todo tipo de eventos que son convenientemente animados con música de los 80. No hace mucho estuve en una de esas “noches de los 80” y comprobé una vez más, con una mezcla de diversión, alegría y cierta nostalgia porque los años van pasando que… me sabía prácticamente todas las letras de todo. Y como eso les pasaba a gran parte de los asistentes, el público cantaba los suficientemente alto -aunque sin duda con mucha menos calidad musical- para acompañar y solaparse con la música que sonaba por los altavoces…

 
            Si la música puede tomarse de algún modo como resumen o emblema de toda una forma de vida o de la cultura de un momento, podría decirse que los 80, al menos en España, fueron años de diversión y superficialidad. Algo de eso trata de expresar seguramente el asentado término “movida”, acaso la mejor definición de aquella época. Se fueron apagando los cantautores con letras más o menos profundas de protesta contra todos los males del mundo, los cantos contra todas las formas de opresión, para dar paso a la generación a la que pertenezco, que nunca podrá presumir de haber corrido delante de los “grises”, pero sí de haber disfrutado de la frescura de la libertad que nos encontramos como un regalo, no solo desde una perspectiva jurídica sino también social. Y si en el primer terreno quizá las cosas se hayan mantenido, en el segundo ámbito (el del reproche social), sin duda hemos retrocedido. Basta recordar algunas de aquellas letras para comprender perfectamente lo escandalosas que resultarían hoy en día, y creo que no estamos lejos de llegar a su retirada o prohibición, como no sea que la invocación de un espíritu “retro” permita “salvar” estas letras… Para muestra un botón, desde “y mi mujer se encierra en la cocina” que decían los Toreros Muertos en “Manolito” (y gran parte de las leras de este grupo, desde la historia de “Yo no me llamo Javier” a “Soy falangista”), hasta “Seremos de nuevo un imperio” que se canta en “El Imperio contraataca” (los Nikis), pasando por “Bailaré sobre tu tumba” (Siniestro Total) o “Todos los negritos tienen hambre y frío” (Glutamato yeyé), las letras de los años 80 -cuyo sentido, como pueden comprender los lectores, no comparto en la mayoría de los casos- son un verdadero canto a lo políticamente incorrecto. Y también una prueba de lo bien que le sienta un ambiente de libertad a la creatividad humana, aunque sea en temas y contenidos abiertamente superficiales…

(Fuente de las imágenes:https://cadenaser.com/emisora/2019/04/11/radio_cartagena/1554987934_342739.html ; http://www.coveralia.com/caratulas/Los-Toreros-Muertos-30-Anos-De-Exitos-Frontal.php ; y http://lafonoteca.net/disco/bailare-sobre-tu-tumba )

jueves, 5 de septiembre de 2019

El Parlamento británico y el Brexit

El Parlamento británico y el Brexit



            No es cierto que el Parlamento británico sea el más antiguo del mundo (ese privilegio queda para las Cortes de León, que datan de 1188), pero sí es verdad que su continuidad, e incluso su fortalecimiento en plena Edad Moderna, le han convertido en el principal emblema y referencia del parlamentarismo. En ese sentido se afirma a veces que Inglaterra es la democracia más antigua del mundo, ya que ha mantenido de forma ininterrumpida su institución representativa durante unos ocho siglos. Naturalmente, en ese período dicha institución ha sufrido significativas evoluciones, pero también es verdad que ha logrado mantener bastante reconocibles algunas esencias, como el vínculo más estrecho entre electores y diputados, o la misma centralidad del Parlamento. De hecho, podría decirse que una visión dinámica del constitucionalismo británico nos llevaría a definirlo como una larga lucha de poder entre el parlamento y el monarca, que finalmente, sobre todo a partir de las revoluciones del siglo XVII, conduciría a la preeminencia del primero. Por ello se llegaba a decir que el Parlamento británico podía hacerlo todo… excepto convertir a un hombre en mujer. Eso, en otras épocas, quería decir algo así como que podía hacer todo menos lo imposible. Hoy, que esa “conversión” es posible, parece claro que sí la podría hacer el Parlamento británico…

             El caso es que, en la actualidad, el Reino Unido es una monarquía parlamentaria plena en la que el monarca carece de un verdadero poder de decisión política, ya que el poder ejecutivo recae en el Gobierno encabezado por el primer ministro. Pero la centralidad del parlamento se mantiene. Por ello es tan importante su intervención en todo el proceso del Brexit, y por eso, su negativa a aprobar todas y cada una de las opciones propuestas por la anterior primer ministra Theresa May acabaron con la caída de esta. Y por la misma razón, me parece enormemente grave el intento de Boris Johnson de bloquear la actividad parlamentaria por la vía de modificar su calendario e impedir sus sesiones durante algunas semanas claves para el proceso. Aun cuando los jueces, al menos en una primera instancia, han declarado la legalidad de esa medida, y aun cuando esta se haya tratado de justificar en otras razones, desde el punto de vista de la preservación de la separación de poderes y del papel que corresponde al legislativo, no deja de resultar un importante quebrantamiento. Es verdad que en todo este proceso el Parlamento ha mantenido una actitud de rechazo a prácticamente todo lo que le han propuesto. Pero aun así, la democracia exige que la forma en que deba producirse el Brexit no pueda determinarse sin la aprobación de los órganos que representan la soberanía popular.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Las vacas no tienen la culpa

Las vacas no tienen la culpa 



         Algunos estudios de Naciones Unidas aconsejan reducir el consumo de carne y sustituirlo por alimentos cultivables, justificando esta propuesta en que el aprovechamiento del terreno es muy superior cuando se destina al cultivo. Somos muchos en el planeta y vamos a ser más, así que conviene sacar el máximo rendimiento a la tierra. Es verdad que en algunas zonas del mundo aún puede ser necesario el incremento del consumo de proteína, pero no en otras… y especialmente, no en Europa y en occidente. Por lo demás, se añaden los consabidos argumentos sobre lo que se considera una dieta más sana. Por último, en el caso concreto de las vacas, yo diría que los expertos se la tienen jurada a esta especie, pues añaden a los argumentos anteriores que sus ventosidades producen metano y parecen ser la causa, en un porcentaje no desdeñable, del cambio climático, ahora llamado preferentemente “emergencia climática”. 

            No soy experto, pero estos argumentos no me cuadran. Puede que la misma extensión de tierra sea más “productiva” dedicada al cultivo, pero hay que considerar otros factores. Mucho antes de que existieran las manipulaciones genéticas, el ser humano había “creado” nuevas especies, mediante la domesticación de otras, con la finalidad de ayudar al ser humano en sus labores, o para el consumo de su carne o de otros productos. Durante milenios, estos animales han acompañado al ser humano. Pero de la misma manera que estas especies se “crearon” para satisfacer necesidades humanas, desparecerán cuando dejen de cumplir esa función. Sorprende que en Naciones Unidas, tan concienciados con el asunto de la biodiversidad, no se preocupen por los desastrosos efectos que tendría la desaparición de una especie, ya sea total o solo en algunos lugares. Por lo demás, quienes no comen carne por respeto a la vida de los animales, deberían considerar que no les ayudan en mucho si, en lugar de ser sacrificados para consumo, ayudan a su desaparición como especie. Y también sorprende que el respeto a las tradiciones y culturas no abarque una forma de alimentación profundamente asentada en muchos lugares (por no hablar de la forma de vida para tantas familias). Por otro lado, parece extraño que una causa importante del cambio climático que se viene produciendo en las últimas décadas sea… algo que venimos generando hace miles y miles de años. Por último, afirmar que es más sano dejar de comer aquello que ha constituido parte esencial de nuestra alimentación desde nuestros orígenes como especie, resulta un poco llamativo. Y no hablo solo de la carne… sino también del queso y otros lácteos. Y eso son palabras mayores. Lo siento, pero esto me lo tienen que explicar mucho mejor.

sábado, 31 de agosto de 2019

Ciudades de Europa: Madrid



Ciudades de Europa: Madrid








         Es, en muchos sentidos, la ciudad de las contradicciones. Es villa, pero es Corte. Es, de alguna manera, moderna, porque a pesar de su origen anterior, su “verdadera historia” comienza con nuestros reyes de la casa de los Austrias. Pero es castiza y tradicional en muchos aspectos. Es hostil e inaccesible, como lo son de algún modo casi todas las grandes ciudades. Pero es profundamente acogedora con los que vienen de fuera… que son casi todos. Hace no tantas décadas, Dámaso Alonso proclamaba que “Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas)”. Hoy... esa cifra ha aumentado sensiblemente. En fin, como dice Sabina, Madrid es invivible, pero también insustituible. Para añadir una contradicción más, es la ciudad que ha sufrido el mayor atentado terrorista de la historia de Europa… pero tan segura que ha sido capaz de organizar sin incidencias reseñables, y en menos de un año, la final de la Copa Libertadores entre los dos equipos argentinos de máxima rivalidad (que no pudo celebrar Buenos Aires), y la final de la Champions entre dos equipos ingleses…



            Y es que Madrid es única. Si no existiera, habría que inventarla. No tiene quizá el clasicismo innovador de Londres, ni el glamour y la elegancia de París, ni la apabullante monumentalidad de Roma. No tiene los rascacielos y la verticalidad de Nueva York. No tiene el modernismo y el mar que acompañan a Barcelona. No tiene siquiera una catedral gótica que se precie… pero tiene esa combinación única de todo que la hace insuperable. No, no tiene sentido destacar el Madrid de los Austrias, ni el Palacio de Oriente, ni la Gran Vía, ni la Puerta de Alcalá, ni la espectacular avenida de la Castellana, ni el Bernabéu ni el Metropolitano, ni las modernas y altas torres que crean, al norte de la Plaza de Castilla, ese moderno skyline… Porque Madrid no es para verlo. Es para vivirlo. Y disfrutarlo. Madrid no se visita, se saborea. Y mejor, a pie. Es así como cabe apreciar los olores, los colores, la gente que pasea y va y viene, las tiendas, los bares, los restaurantes… Hay que decirlo, seguramente Madrid es la ciudad del mundo con más y mejores bares. Y una de las mejores en opciones para comer, beber y disfrutar de la vida. Pero también están las sombrererías de la Plaza Mayor, los puestos de libros callejeros, las tiendas clásicas de comestibles, de tejidos, de pelucas, de todo, que sobreviven a la globalización… y tantos y tantos lugares para disfrutar. Sí, Madrid es especial. El compendio de todos los sabores de España. Y para los aficionados al fútbol, Madrid cuenta con el mejor derbi del mundo, con la mayor rivalidad, el mejor nivel… y, después de todo, una extraña solidaridad entre las aficiones. 

martes, 20 de agosto de 2019

Aracnofilia

Aracnofilia






            Hace poco hablaba de animales con “mala fama”… y creo que un caso peculiar es el de las arañas. La reacción más generalizada, y casi cabría pensar que instintiva, ante una araña, es de rechazo o repugnancia. Es verdad que hay algunas especies cuya picadura puede resultar venenosa, incluso en casos excepcionales, mortal. Pero eso no explica un rechazo que no se produce (o no es del mismo tipo) ante otros animales objetivamente más peligrosos para el ser humano. “Aracnofobia” expresa un miedo irracional o ilógico, que va, sin duda, mucho más allá del riesgo o amenaza (habitualmente casi inexistente) que las distintas especies de araña pueden representar para el ser humano. No existe, en cambio, la palabra “leofobia”, a pesar de que este animal también puede implicar riesgos para el ser humano. No obstante, simultáneamente a ese rechazo, las arañas suelen generar cierta admiración por sus curiosas y sorprendentes facultades. No es solo que la imitación a las arañas ha inspirado incluso a un superhéroe como Spiderman, cuyos poderes imitan a los de estos pequeños seres; sino que hay algo en su capacidad y en su dedicación que llama la atención y les otorga un cierto “poder” en el mundo de las pequeñas criaturas.


            No soy biólogo, ni tengo un amplio conocimiento de las arañas, entre las cuales existen millares de especies y de variantes, distintas por su tamaño y costumbres. Pero a través de mi afición a la macrofotografía he aprendido algo sobre los usos y costumbres de algunas de las arañas más comunes en nuestra geografía, sobre su curiosa anatomía, sobre su lucha por la supervivencia. La araña es un prodigio de la evolución. Es un ser  con numerosos ojos, cuya capacidad y complejidad ya resulta admirable para los científicos. Un ser con numerosas patas, y sobre todo con esa sorprendente capacidad de crear, una y otra vez, esas telas que teje con rapidez, y que sirven de trampa mortal para tantos insectos. La araña es constante, paciente, enormemente trabajadora. Aunque sea un depredador nato, no parece que su vida sea fácil. Teje una y otra vez su tela, y ha de tener la paciencia para esperar a que un insecto caiga en ella. Luego ha de ir a inmovilizarlo y “empaquetarlo”, y solo entonces podrá alimentarse. Y todo eso puede frustrarse fácilmente por mil factores, desde el viento a cualquier movimiento brusco… o la intervención de un humano. Por eso he aprendido a observar pacientemente a las arañas y respetarlas, salvo que sea estrictamente necesario intervenir. Nunca acabo gratuitamente con su vida, y me pregunto en qué medida le afectará, como ser sintiente que es, el golpe del flash. Es así como he ido desarrollando mi “aracnofilia”, porque una de las cosas que más admiro en la vida es el trabajo, y de eso las arañas saben bastante.