jueves, 16 de noviembre de 2017

Chiquito

Chiquito


           
¡Qué sería de nuestras vidas sin el humor! El humor es conveniente en casi todas las ocasiones. Incluso se diría que es particularmente necesario en las situaciones de crisis, pues es un medio que puede ayudar muy bien a afrontar las dificultades. En España, desde que me alcanza la memoria (que es la más o menos desde la transición) siempre hemos tenido humoristas de nivel, desde Gila a Tip y Coll, y poco después Martes y Trece o Cruz y Raya. Hoy, el género del monólogo nos ha traído a algunos humoristas excelentes, como Goyo Jiménez, Luis Piedrahita o Eva Hache, pero el humorista total solo lo veo encarnado en Florentino Fernández o el gran José Mota (a quien ya dediqué un comentario en su día, y sugiero como doctor honoris causa de nuestra Universidad), sin olvidar humoristas con múltiples vertientes como Santiago Segura. Pero Chiquito… era acaso el más exclusivo e irrepetible de todos.


Actuando de algún modo como enlace entre estas generaciones de la transición y los 80, por un lado, y nuestro siglo XXI, por otro, “Chiquito de la Calzada” rompió moldes. Su verdadero nombre era Gregorio Sánchez Fernández, había nacido en 1932 y dedicado casi toda su vida al cante flamenco, destacando como palmero, hasta que a los 62 años empezó su actividad televisiva que le hizo de inmediato famoso en toda España por su inconfundible estilo. Se trataba simplemente de contar chistes, muchos de los cuales, para ser sinceros, harían poca gracia en boca de cualquier otro. Pero contados por Chiquito (o quizá habría que decir más correctamente “escenificados” por Chiquito) toda España se moría de risa. Sus inconfundibles andares y sus expresiones repetidas nos encandilaron a todos. Una fórmula aparentemente simple, pero exclusiva. En los últimos años, Chiquito había desaparecido de la escena pública, y cuentan que quedó muy apenado tras el fallecimiento de su inseparable esposa Pepita en 2012. Ahora nos ha dejado él, pero quedarán sus expresiones inolvidables, pronunciadas como él hacía (“finstro”, “pecadorrr de la pradera”, “al ataquerr”…). Si no existiera, habría que inventarlo… pero es irremplazable, y por ello nuestro humor queda un poco huérfano. Campofrío ha hecho la mejor propuesta, al pedir al rey que lo nombre “Conde Mor” (que es un lugar de Galicia), por la “gloria de tu madre”. D.E.P. Chiquito, “hasta luego Lucas”.

(Fuente de la imagen: http://www.elmundo.es/andalucia/2017/10/15/59e37dbf268e3e73318b45ea.html)

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