miércoles, 8 de noviembre de 2017

Aun cuando...

Aun cuando…



            El Derecho no es una ciencia exacta y, por suerte o por desgracia, en este ámbito casi todo es susceptible de diversas interpretaciones y valoraciones. Toda resolución judicial es susceptible de crítica, jurídica y política. Desde el punto de vista de la libertad de expresión, incluso las opiniones más disparatadas tienen amparo, y en aras del derecho de defensa casi todo se permite. Pero en una sociedad que aspira a un debate maduro, hay que valorar muy negativamente las opiniones desprovistas de un mínimo fundamento o argumentación. Yo, aunque creo que es muy interesante el debate jurídico sobre las resoluciones que han acordado recientemente la prisión provisional de algunos ex consejeros del Gobierno catalán, no voy a entrar ahora en esa cuestión. Voy a dar por buenas, a los solos efectos dialécticos, las críticas jurídicas que se les han formulado, para poner de relieve que ninguna de ellas permite sostener que España no es un Estado democrático, o que tiene baja calidad democrática, es franquista u otras lindezas del estilo.


            Aun cuando admitiéramos que el Ministerio Fiscal actúa al servicio del Gobierno, su actuación no vincula en absoluto a los jueces, así que no existe base alguna para cuestionar la independencia de estos. Y aun cuando diéramos por cierto que la prisión provisional es desproporcionada, ello no permitiría hablar de presos políticos. Porque aun cuando aceptásemos que no había base suficiente para imputar el delito de rebelión, permanecen otras imputaciones igualmente graves. Y aun cuando defendiéramos que no había riesgo de fuga (a pesar de que medio Gobierno se había fugado ya) ni de reincidencia (aunque las propias declaraciones de los exconsejeros apuntaban a lo contrario), ello no sería obstáculo para que tengamos que reconocer, si pretendemos ser mínimamente objetivos, que el auto de prisión provisional es una resolución judicial legítima, fundada en derecho, y como tal plenamente respetable. Y, por cierto, susceptible de revisión, en la vía judicial, constitucional y europea. Se puede criticar e instar estas vías de recurso, precisamente porque España es un Estado democrático en el que cabe la libertad de expresión, y están plenamente vigentes las garantías procesales. Pretender descalificar la calidad democrática de España con ese argumento me parece una tergiversación interesada e indigna, que solo busca dañar nuestra imagen.     

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