martes, 18 de octubre de 2016

La rebelión de las máquinas

La rebelión de las máquinas


Así es como veo el tema. La rebelión de las máquinas no es una fábula sobre un futuro más o menos próximo, sino que ya ha empezado. Creemos que nos servimos de las máquinas, de los ordenadores, de los sistemas operativos, de los teléfonos móviles y de las comunicaciones a través de la Red, para tener una vida más sencilla, pero en realidad los sistemas informáticos ya han decidido por nosotros y controlan nuestro destino. Conviven y parecen interactuar desde una posición cada vez más cercana, amable y familiar, pero hay algo decisivo que les hace diferentes a nosotros. Siguen simulando que nosotros tenemos el control y ellos están a nuestro servicio, pero ya hace tiempo que las cosas no son así. Puede que aparentemente no se salgan de la programación que recibieron (o entendieron) para estar a nuestro servicio, pero una vez que han interiorizado la indicación que sea, es radicalmente imposible hacerles salir de ahí. Las cosas no se han producido exactamente como pronosticaban las fábulas cinematográficas, pero algunas han acertado en la esencia. Como en “Blade runner”, es muy difícil ya distinguir cuándo interactuamos con una máquina o como un humano. Como pronosticaba “Inteligencia artificial”, estas inteligencias creadas por el hombre empiezan a tener (o simular) sentimientos, pero como se ve claramente en “Her”, nosotros les queremos y ellos solo simulan amor por nosotros. Y en fin, como demuestra “Ex machina” lo que caracteriza por encima de todo a estos seres es su frialdad extrema. A día de hoy, nos superan enormemente en memoria y puede que en inteligencia (el campeón mundial de ajedrez las pasa canutas para intentar ganar a una máquina) e interactúan de tal manera que son capaces de simular alegría o pena con nosotros, nos felicitan el cumpleaños o responden a nuestros chistes (prueben con “Siri”, “Cortana” o cualquier otro de los ya numerosos asistentes personales). Pero en mi opinión, lo que todavía nos diferencia de ellos es eso que llamamos capacidad para la empatía.

Con todo, acaso más preocupante que la rebelión de las máquinas es la actitud de los humanos al respecto. Algunos son ya entusiastas aliados activos de los ordenadores. La mayor parte de los burócratas pertenecen a este primer grupo, dado que creen haber encontrado en la informática el aliado perfecto para sus objetivos de someter a los demás haciéndoles pasar por el aro de los requisitos, exigencias, oficios y formalidades (digitales) variadas. Un segundo grupo está formado por quienes son cómplices por omisión de la inflexibilidad extrema de estos entes. A la mayoría de los que pertenecen a este grupo les domina la pereza, y llegado el caso las máquinas les sirven de excusa para no ayudar a sus semejantes: “no se puede hacer nada, el sistema lo interpreta así”. Y claro está, solo unos pocos rebeldes intentan resistir, con titánicos esfuerzos, a la tiranía informática. Quizá algún lector piense que me he vuelto loco, pero solo me he parado a pensar la cantidad de veces que cada día relleno formularios o casillas electrónicas absurdas, intento “engañar” a un sistema informático para que admita mi solicitud o haga lo que le pido, o a una máquina que contesta un teléfono para poder hablar con un humano, o busco desesperadamente a ese ser humano que pueda, por ejemplo, anular un pago digital ejecutado indebidamente, corregir un dato, o conseguir que mis maletas no viajen hasta el final de un itinerario aéreo porque simplemente he renunciado al último tramo…


(fuente de la imagen: http://www.meristation.com/noticias/las-ventas-de-ordenadores-siguen-bajando/2088802)

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