De
plantas, árboles y flores
Una de dos: o no pude ir a clase el
día que se explicaba eso, o en mi libro no venían ni las nociones más básicas
de Botánica. Aunque me suena que aparecían algunos dibujos de árboles, y tengo un remoto
recuerdo de la explicación de los estambres, los pistilos y la reproducción de
las flores. En cualquier caso, he de confesarlo: siempre tuve una laguna enorme
en esta materia. Una laguna que la infancia toledana no contribuía a colmar,
teniendo en cuenta que mediante contrastación empírica o conocimiento directo
no logré distinguir más allá de los cipreses del cementerio, tal vez algún
sauce en la orilla del Tajo, y entre las flores, poco más que los alegres geranios
que casi todo el año adornaban los balcones de la casa en que yo vivía y otras
del barrio. A decir verdad, puede que todo ello se deba a una falta de interés en
la materia, no sé si innata o adquirida, y tal vez mis profesores me lo
explicaron mucho, mis libros estaban llenos de ilustraciones de plantas, y
Toledo es un vergel, pero el caso es que esta carencia solo me ha generado
problemas y dificultades en mi vida.
Así, por ejemplo, durante mi
adolescencia escribí una novela y media. La media era continuación de la una, y
hablaban de experiencias, y sobre todo de sentimientos. Y eran no poco
románicas. O pretendían serlo. Porque claro, no se puede ser romántico sin
saber de flores y plantas. Y por lo que recuerdo, en estas novelas no se
hablaba ni aparecían siquiera unos geranios, no digamos ya buganvillas, algo
que como luego he podido comprobar es un elemento imprescindible en todo
escrito romántico que se precie. La verdad es que en algún momento perdí esos
manuscritos, entonces no había Word ni archivos así que esa pérdida es ya
irrecuperable. Siempre lo he lamentado enormemente, pero ahora que lo pienso,
¿qué éxito podrían haber tenido una novela y media románticas sin buganvillas?
Así que bien perdidas están. Por otro lado, en años más recientes he ido
desarrollando cierta afición por la fotografía, que incluye la fotografía de
plantas y flores, pero claro, sin saber nada de Botánica esa parte esta
condenada al fracaso. Con independencia de la mayor o menor calidad técnica o
artística de las fotografías, lo que está claro es que no se pueden titular las
fotos “flor-1”, “flor-2”, “flor-3”, y pretender que alguien se interese en
ellas. Otra cosa sería “orquídea”, o por supuesto, “estambre de buganvilla”. En
fin, los hándicaps que acabo de describir no son nada al lado de lo que mis
lagunas botánicas me han supuesto en el terreno propiamente romántico, y en
especial el día de los enamorados. Es obvio que un hombre que pretende pasar
por sensible tiene que saber de árboles, plantas y flores. Por lo menos saber
distinguirlos y nombrar correctamente algunos de ellos. Con mi elenco de
cipreses y sauces no podía ir ni a la vuelta de la esquina, ni siquiera sumando
pinos y palmeras como fruto de la experiencia posterior. Intenté defenderme con
los baobabs de “El principito”, pero la clave estaba en las flores. Y
especialmente en regalar flores. Logré enterarme de que a mi amada le
encantaban las rosas, de todos los colores (resulta que hay rosas de colores, y
no solo rosas rosas). Y desde entonces me manejo con eso. Todos los años,
rosas. 27 años ya. Pero he pasado muchos apuros. Feliz San Valentín a todos los
enamorados.
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