España,
en la encrucijada del PSOE
El PSOE es un partido más que
centenario. Y al menos desde 1977 ha sido de forma ininterrumpida un partido
clave y medular en España. O ha gobernado o ha sido la alternativa de Gobierno,
y eso es aplicable no solo al Estado sino a cada una de las Comunidades
Autónomas, ya que al menos hasta tiempos recientes, ha sido el único partido que
ha sido siempre primera o segunda fuerza política en todas ellas, habiendo
participado en algún momento en su Gobierno. Ello le convierte en una pieza
fundamental para la estabilidad, y por ello su futuro es importante para España
y para todos los españoles. Así que, más allá de militantes, simpatizantes, y
votantes, cualquiera puede sentirse
concernido por la encrucijada en la que ahora se encuentra el PSOE, y creo que
cualquiera puede opinar, siempre desde el respeto.
Creo que esta encrucijada es
importante, no tanto porque el PSOE esté a punto de decidir quién será su
secretario general durante los próximos años, sino porque debe decidir cuáles serán
sus señas de identidad. Probablemente, la crisis de votos del PSOE haya venido
por una pérdida de identidad que hace que muchos ciudadanos tengan dudas sobre
su ubicación en determinados aspectos. De ahí que, en mi humilde opinión, lo
que tiene que hacer el PSOE es clarificar su posicionamiento sobre los aspectos
que más preocupan a la sociedad. Y así, por ejemplo, aclarar si es federalista
simétrico, asimétrico, si su federalismo es en realidad un autonomismo
matizado, o si está dispuesto a “flirtear” con la Confederación, el soberanismo
o el “derecho a decidir” de una parte por el todo. Si, en cuestiones sociales o
económicas, quiere seguir siendo un partido que ocupe el espacio de centro
izquierda con el que se identifican más españoles, o prefiere virar a la
izquierda más radical (conviene recordar que las encuestas, en una escala de 1
a 10 comenzando por la extrema izquierda y acabando por la extrema derecha, siguen
ubicando a la mayor parte de los españoles en los puntos 5 y 4). Dicho de otro
modo, y creo que este es un aspecto clave, si quiere mantener o incluso
aumentar su liderazgo de la izquierda constituyendo una alternativa nítidamente
diferente de las fuerzas políticas más radicales de reciente auge, o bien
prefiere ser una copia ligeramente descafeinada de las mismas. Porque en este
segundo caso, quizá los votantes más a la izquierda prefieran los originales a
la copia, y los más moderados se sientan distanciados o defraudados por ese
viraje. Y en fin, ya de paso, que decida si quiere ser un partido republicano, monárquico
por convicción, monárquico por conveniencia, o al menos, si va a seguir
apoyando esta monarquía parlamentaria prevista en la Constitución. En suma, y
de un modo más amplio, si quiere seguir siendo un pilar clave en el desarrollo,
aplicación y preservación de un sistema constitucional que, de forma muy
decisiva, contribuyó a diseñar e implantar en su día (lo cual es compatible con
propuestas de reformas del mismo que no afecten a sus principios esenciales), o
prefiere ponerse frente a ese modelo y poner en jaque sus pilares. Y lo que
decida tendrá consecuencias para toda España, su gobernabilidad y estabilidad.
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