jueves, 3 de julio de 2014

España, en la encrucijada del PSOE

España, en la encrucijada del PSOE




            El PSOE es un partido más que centenario. Y al menos desde 1977 ha sido de forma ininterrumpida un partido clave y medular en España. O ha gobernado o ha sido la alternativa de Gobierno, y eso es aplicable no solo al Estado sino a cada una de las Comunidades Autónomas, ya que al menos hasta tiempos recientes, ha sido el único partido que ha sido siempre primera o segunda fuerza política en todas ellas, habiendo participado en algún momento en su Gobierno. Ello le convierte en una pieza fundamental para la estabilidad, y por ello su futuro es importante para España y para todos los españoles. Así que, más allá de militantes, simpatizantes, y votantes,  cualquiera puede sentirse concernido por la encrucijada en la que ahora se encuentra el PSOE, y creo que cualquiera puede opinar, siempre desde el respeto.


            Creo que esta encrucijada es importante, no tanto porque el PSOE esté a punto de decidir quién será su secretario general durante los próximos años, sino porque debe decidir cuáles serán sus señas de identidad. Probablemente, la crisis de votos del PSOE haya venido por una pérdida de identidad que hace que muchos ciudadanos tengan dudas sobre su ubicación en determinados aspectos. De ahí que, en mi humilde opinión, lo que tiene que hacer el PSOE es clarificar su posicionamiento sobre los aspectos que más preocupan a la sociedad. Y así, por ejemplo, aclarar si es federalista simétrico, asimétrico, si su federalismo es en realidad un autonomismo matizado, o si está dispuesto a “flirtear” con la Confederación, el soberanismo o el “derecho a decidir” de una parte por el todo. Si, en cuestiones sociales o económicas, quiere seguir siendo un partido que ocupe el espacio de centro izquierda con el que se identifican más españoles, o prefiere virar a la izquierda más radical (conviene recordar que las encuestas, en una escala de 1 a 10 comenzando por la extrema izquierda y acabando por la extrema derecha, siguen ubicando a la mayor parte de los españoles en los puntos 5 y 4). Dicho de otro modo, y creo que este es un aspecto clave, si quiere mantener o incluso aumentar su liderazgo de la izquierda constituyendo una alternativa nítidamente diferente de las fuerzas políticas más radicales de reciente auge, o bien prefiere ser una copia ligeramente descafeinada de las mismas. Porque en este segundo caso, quizá los votantes más a la izquierda prefieran los originales a la copia, y los más moderados se sientan distanciados o defraudados por ese viraje. Y en fin, ya de paso, que decida si quiere ser un partido republicano, monárquico por convicción, monárquico por conveniencia, o al menos, si va a seguir apoyando esta monarquía parlamentaria prevista en la Constitución. En suma, y de un modo más amplio, si quiere seguir siendo un pilar clave en el desarrollo, aplicación y preservación de un sistema constitucional que, de forma muy decisiva, contribuyó a diseñar e implantar en su día (lo cual es compatible con propuestas de reformas del mismo que no afecten a sus principios esenciales), o prefiere ponerse frente a ese modelo y poner en jaque sus pilares. Y lo que decida tendrá consecuencias para toda España, su gobernabilidad y estabilidad.  


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