Los
graduados
Los actos de
graduación son casi siempre solemnes y emotivos. Yo he vivido varios en la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo, como Vicedecano que fui en
su día, y como profesor. Este año, los alumnos que obtienen el Grado en Derecho
me han pedido que sea yo quien les llame y les dirija unas palabras. Eso es
algo que me ilusiona enormemente, porque sé lo que significa para ellos, que
han planeado el acto con detalle a lo largo de casi todo el curso. Queridos
alumnos, la participación en vuestro acto también es importante para mí, ya que
ser vuestro profesor contribuyó a mi formación como docente y como persona. A
la mayoría os conozco y os aprecio sinceramente. En algunos casos hemos mantenido
el contacto (ya con mis asignaturas aprobadas) a través de las redes sociales,
pero vosotros siempre me habéis tratado como profesor y yo como mis alumnos,
que es lo que corresponde. Ahora termináis el Grado, y si en el futuro en algún
caso puede hablarse de amistad, sería muy bonito, pero en todo caso me gustará
conservar la comunicación con la mayoría de vosotros.
Quisiera deciros muchas cosas, y como jamás he
mentido a mis alumnos (ni a mis hijos), todas serán verdad. Sé que es difícil
valorar colectivamente a un grupo, cuando en realidad cada persona que lo
compone es única, diferente, exclusiva; pero todos los profesores sabemos que,
por razones que a veces no se alcanzan a comprender, en términos generales hay
grupos con los que nos sentimos más compenetrados, con los que trabajamos más a
gusto, con los que se produce un mayor “feeling”. Si os digo que sois la mejor
promoción de alumnos que he tenido, alguien podría decir que ya lo dije alguna
vez, pero yo alegaría que siempre que lo dije fue cierto. Como también es
cierto que, lamentablemente, no puedo ahora decir que el futuro vaya a ser
fácil para vosotros. Entre otras cosas porque todos sabéis que no es así. Sin
embargo, creo que no hay que ser demasiado pesimistas. Durante años habéis
trabajado duramente para alcanzar este momento, afrontando las más variadas
dificultades, preparándoos para mil y una formas de evaluación. Probablemente
lo que profesores y autoridades universitarias os anunciábamos al presentarnos
en el primer curso no se haya correspondido del todo con la realidad, pero ello
es porque nunca hemos desistido de intentar cambiar dicha realidad para
mejorarla. Y si bien casi nunca los objetivos llegan alcanzarse en plenitud,
nunca hay que desistir. En cualquier caso, creo que los profesores hemos hecho
lo que hemos podido, pero de lo que no tengo duda es de que ha sido vuestro
esfuerzo el que os ha conducido a este acto de graduación. Y aunque quizá hoy
no sea el día más idóneo para decirlo, es conveniente tener presente que este momento
no debe considerarse un punto y final, sino un punto y aparte. Quiere eso decir
que hay que seguir formándose, que hay que seguir esforzándose, que en el
contexto actual hay que darlo todo. Lo primero esfuerzo, lo segundo esfuerzo,
lo tercero esfuerzo, y luego todo lo demás que os digan. El camino que ahora se
inicia no acabará nunca (como no ha acabado el que otros emprendimos en su día),
y se presenta difícil y tortuoso. Pero la buena noticia es que, si bien lo
pensáis, el futuro esta por conquistar, y no hay nada que no esté a vuestro
alcance.
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