Toledo
olvidado 2

En su día dediqué uno de mis “miraderos”
al libro “Toledo olvidado”, plasmación física de parte de las fotos del blog
homónimo a cargo de Eduardo Sánchez Butragueño, con sus correspondientes
créditos y textos explicativos. Por lo que sé, desde entonces comenzó a
gestarse este segundo volumen de fotografías de Toledo en el último siglo y
medio. Y aunque conociendo el rigor y meticulosidad de su autor y el nivel de
calidad y cuidado de la edición del primer libro, cabía esperar que estas
características se mantuvieran en el “Toledo olvidado 2”, siempre podía quedar
la duda de si las fotografías incluidas en este nuevo volumen tendrían también el
mismo interés y un valor equiparable al de las del primer volumen. Pues bien,
un repaso a esta nueva obra confirma sin lugar a dudas que dicho nivel también
se mantiene, y hasta en lo personal creo que en algunos casos hay fotografías
con un encanto o atractivo especial.


No se
puede resumir un libro de estas características, y cualquier mención ejemplificativa
omitirá otras referencias relevantes, pero como simple muestra cabe decir que
entre los personajes que aparecen en Toledo encontramos a Alfonso XIII, el
marqués de la Vega-Inclán, Grace Kelly, Dalí,
Buñuel, Konrad Adenauer, De Gaulle, Federico Martín Bahamontes, Ronald y Nancy
Reagan o Diana de Gales; entre los fotógrafos, Louis León Masson, Alfonso
Begue, Casiano Alguacil, Josep Gaspar i Serra, Hans Namuth y Georg Reisner, John
Fyfe, sin olvidar las aportaciones de Luis Alba, Juan Ignacio de Mesa o David
Utrilla. Entre los lugares, vistas generales y lugares emblemáticos, pero
también los más variados rincones y parajes de Toledo. Reviso una y otra vez el
libro y encuentro tantas fotografías deliciosas que me resulta muy difícil
elegir siquiera un pequeño grupo de “favoritas”. Hay fotos de gran valor histórico,
pero me gustan especialmente algunas como las de Federico Martín Bahamontes (no sabría si quedarme con la que tiene en la
puerta del bar Ludeña, con Vespa y 600 incluidos, o con aquella en la que
aparece casi niño empujando un carro de reparto), y muchas otras con personas
anónimas en variados rincones de la ciudad: desde la excelente foto de la
portada, que es la primera que recoge a bañistas en el Tajo (¡nada menos que en
1864!) hasta la barbería callejera en el callejón de la Soledad, pasando por el
niño repartiendo periódicos en Zocodover en 1957, o el retrato de la miliciana
en la calle de las Armas en 1936, entre tantos ejemplos que cabría señalar, que
conjuntamente reflejan, junto a la presencia en nuestra ciudad de tantas
personalidades, el fluir de la vida cotidiana y la actividad de los “toledanos
de a pie” en distintos momentos históricos. Me alegro enormemente de haber
participado como “micromecenas” en la financiación de esta obra, porque sé que
se mantendrá en el futuro como una gran referencia imprescindible en la
bibliografía fotográfica sobre Toledo.

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