Los
derechos del río Tajo
La reciente Ley 19/2022, de 30 de
septiembre, para el reconocimiento de personalidad jurídica a la laguna del Mar
Menor y su cuenca, que procede de una iniciativa legislativa popular, supone
una novedad importante en nuestro ordenamiento jurídico, ya que es la primera
vez que la protección de un espacio de valor medioambiental en España se lleva
a cabo mediante este mecanismo. Como indica la Exposición de Motivos, el objeto
de la norma es “otorgar personalidad jurídica al ecosistema lagunar del Mar
Menor, para poder dotarlo, como sujeto de derecho, de una carta de derechos
propios”. La idea es deudora de la proclamación de los “derechos de la
naturaleza” que a nivel constitucional tuvo su primera plasmación en la
Constitución de Ecuador de 2008, y que ha tenido traducción en el
reconocimiento jurisprudencial de derechos a concretos ríos, montes, o espacios
naturales en Iberoamérica y en otros lugares del mundo, como Nueva Zelanda. El
concepto en sí, en parte tributario de las culturas indígenas, es en realidad
“intercultural”, es decir, un híbrido entre elementos de lo que podríamos
denominar “cultura occidental”, como es el reconocimiento de derechos, y otros
más indígenas, como el de naturaleza, imperfecta traducción del concepto de
Pacha Mama.
Como puede suponerse, esta idea
choca frontalmente con algunos paradigmas fuertemente asentados en nuestra
cultura jurídica, y por eso mismo la mayoría de los juristas siguen rechazando la
mera posibilidad. Yo mismo fui muy reacio a esta idea, hasta que en cierto
momento, estudiando el problema más despacio, experimenté una especie de
“conversión” que me ha llevado a una posición mucho más abierta y matizada. Es
imposible extenderme en esta columna en argumentos, pero cabría decir que, si
los derechos están de algún modo en una especie de ley natural, no se ve por
qué esta no incluiría la protección de la propia naturaleza como hábitat (eco)
y fuente de vida (bio); y si no dejan de ser un producto de la creación humana,
pues igual que creamos los derechos humanos, podemos ahora hacerlo con los de
la naturaleza. También se dice que existen otras vías que pueden alcanzar un
resultado similar; pero aunque esto sea más o menos cierto, no resta el valor,
emblemático y práctico, a estas proclamaciones. En fin, vamos a empezar a
asistir a la proclamación de derechos de otros espacios naturales en España, y
ya se ha propuesto la Albufera de Valencia; así que me permito desde ya
proponer el reconocimiento de derechos a nuestro espacio más contaminado,
expoliado y amenazado, como es el río Tajo, que los merece y necesita tanto o
más que otros...
(FUente de la imagen: https://elpais.com/sociedad/2012/06/24/actualidad/1340562672_975397.html )
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