Palmeras
toledanas
“Filomena” fue una nevada de una
intensidad insólita en muchas zonas del centro de España, y particularmente en
Toledo, ciudad que, protegida en el centro del valle del Tajo y caracterizada
por el clima seco -aunque sea un duro clima continental-, muchos inviernos
elude las nevadas, y en otros aparecen de forma testimonial. Aun así, sus
devastadores efectos permanecen, entre otros aspectos, en los árboles dañados,
muy heridos o definitivamente perdidos. Y ello pone sobre la mesa una reflexión
sobre el tipo de árbol más adecuado para nuestra ciudad, teniendo en cuenta su
clima, sus características y su historia. Así, por ejemplo, algunos paisanos
vienen defendiendo desde hace bastante, a través de las redes sociales, la
conveniencia de plantar almeces, ya que estos árboles se caracterizan por su
extraordinaria resistencia, a las plagas, a la contaminación, y también a las
inclemencias meteorológicas, lo cual aparentemente han demostrado también tras
el paso de Filomena.
Sorprende, en cambio, la enorme
cantidad de palmeras que hay en Toledo. Y no me parece mal, la palmera es un
árbol de indudable atractivo. Es verdad que siempre se vincula a zonas más
cálidas y húmedas, así que verdaderamente nuestro clima extremo y seco no
parece el contexto más idóneo para su desarrollo. Pero ahí están, y desde hace
décadas muchas han resistido a todas las inclemencias, desarrollándose hasta
alcanzar un buen tamaño. En cualquier caso, a mí las palmeras me encantan, no
solo por su bella forma, sino también porque de algún modo evocan latitudes
tropicales, y porque en “mi otra tierra”, que es la asturiana, constituyen
desde hace más de un siglo el símbolo inequívoco del indianaje, ya que algunos
de nuestros compatriotas las introdujeron en las mansiones que construyeron
tras regresar de un período, a veces incluso exitoso, en algún país hermano al
otro lado del “charco”. Pero… la verdad es que la mayor parte de las palmeras
toledanas han sufrido, de forma más notoria y visible que otras especies, los
drásticos efectos de Filomena, hasta el punto de que no pocas están secas, y
algunas quizá definitivamente muertas. Sin embargo, como aquel olmo seco al que
cantó Machado, a algunas palmeras les han brotado, como “milagro de la
primavera” y por encima de las grandes hojas secas y muertas, pequeñas y nuevas
hojas verdes. Así que es muy urgente que el Ayuntamiento termine la labor de
cortar la parte yerta para que estos árboles puedan revivir… porque lo contrario
supondría un problema mucho mayor.
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