jueves, 27 de junio de 2019

Juristas españoles exiliados en México

Juristas españoles exiliados en México




            Hace algunas semanas dediqué mi “miradero” a la conmemoración de los 80 años del exilio que se inició al final de nuestra última guerra civil. Aquel texto terminaba con una alusión específica a los juristas… y este comienza donde aquel terminaba. Porque el próximo 2 de julio la Universidad de Castilla-La Mancha va a dedicar a los juristas que tuvieron que exiliarse en México una jornada monográfica, que me honra codigirir junto a Luis Arroyo Zapatero, que es quien realmente sabe más del tema. La dedicamos a México porque probablemente este fue el más importante país de acogida de los juristas españoles (y en general de exiliados y emigrantes), pero desde luego nos gustaría dar continuidad a la idea incluyendo también otros países iberoamericanos, cuyo papel fue también relevante. Para ello contamos con cerca de 30 especialistas, tan expertos como Fernando Serrano Migallón y Sergio García Ramírez -como simple muestra- que nos hablarán (y escribirán, porque será objeto de publicación) del contexto general, de las embajadas y la diplomacia, del específico y trascendental papel que desempeñó la UNAM y su Instituto de Investigaciones Jurídicas… y que nos ofrecerán la semblanza de algunos concretos juristas españoles, como Felipe Sánchez Román, Niceto Alcalá-Zamora y Castillo, Rafael Altamira, Luis Recasens Siches o Victoria Kent, entre otros. 
 
            ¿Por qué creemos que esto es importante y útil?  No se trata, ni mucho menos, de recordar meramente (y menos, de recuperar) pasados enfrentamientos, dolores y penas de nuestra patria. Pero sí de conocer y transmitir el importante papel que, en esas penosas circunstancias, desempeñaron algunas personas, instituciones y, desde luego, países amigos. Recordar a los juristas exiliados en México es, por tanto, primero de todo, un deber de gratitud hacia la gran patria de acogida que fue México para tantos españoles. Nuestro país hermano abrió sus brazos para recibir a los juristas exiliados (como antes y después lo hizo siempre con tantos y tantos emigrantes españoles). Y les dio la oportunidad de iniciar una nueva vida haciendo lo que sabían, y sobre todo transmitiendo sus conocimientos. Pero recordar a nuestros compatriotas juristas es también reconocer el valor de su magisterio y de sus aportaciones para la vida académica y cultural del país que les recibió. De este modo, contribuyeron a una particular simbiosis cultural, de la que, en términos académicos, derivó una mutua experiencia beneficiosa. Por eso, creo que el homenaje a los juristas exiliados es, también, un acto de patriotismo, un reconocimiento a españoles que aportaron mucho a la Ciencia Jurídica en dos continentes. 

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