jueves, 11 de mayo de 2017

Los del Atleti

Los del Atleti


        
    Lo primero de todo: sabemos que, antes de todo y por encima de todo, el fútbol es un juego y un deporte. Nada más… y nada menos. Se puede ganar y se puede perder. Pero ambas cosas hay que saber hacerlas con “espíritu deportivo”. Siempre respetamos al rival, pero nunca lo tememos. Damos la enhorabuena al que gana, aunque sea nuestro “eterno rival”. No despreciamos a nadie. Pero además de todo eso, nos sabemos diferentes. Ni mejores, ni peores, pero de algún modo especiales. No en todos los estadios, los aficionados del equipo local permanecen tras su eliminación para aplaudir y jalear a sus jugadores. Tampoco siempre se ve que, tras perder una final de la Copa del Rey, 50.000 aficionados permanezcan en el estadio animando más que los ganadores (como sucedió hace unos años en el Camp Nou frente al Sevilla). Ni que una la afición apoye a un equipo grande todos los fines de semana durante dos largas temporadas en segunda división. Algunos se apresuran a interpretar esto como una señal de falta de exigencia, frente a otras aficiones que abandonan o increpan a su equipo en la derrota, porque no aceptan otra cosa que la victoria. Yo creo que algunos tampoco entienden esto: mientras otros exigen siempre resultados, los atléticos exigimos entrega, “coraje y corazón”, y cuando esto se cumple, lo reconocemos aunque el objetivo no se haya logrado.


            Realmente no somos una secta. Somos un colectivo de personas muy diferentes, heterogéneo desde casi todos los puntos de vista. Pero sentimos que tenemos algo en común. No es un simple sentimiento, más o menos aleatorio o vacío. Es una manera de entender muchos aspectos de la vida. Sabemos que “si se cree, y se trabaja, se puede”. Sabemos también que lo que parece imposible se puede conseguir en ocasiones. Que la fe, la voluntad y el esfuerzo a veces pueden tanto o más que el dinero y los medios materiales. Solo eso explica que, desde hace ya algunos años, nuestro equipo esté deportivamente muy por encima de sus posibilidades económicas, derrotando o eliminando a equipos con mucho mayor potencial, incluyendo a todos los más grandes equipos europeos. Pero también sabemos que a veces, en la vida, se hace todo lo que se puede, se da todo, y sin embargo no se consigue el objetivo. Sabemos que pueden influir la suerte y muchos otros factores. A fin de cuentas, hablamos solo de un deporte y de un juego. Pero sobre todo sabemos que de las derrotas también se aprende, incluso más que de las victorias. Hemos aprendido a levantarnos siempre tras una caída, y a conseguir que, en nuestro estado de ánimo y nuestra moral, las derrotas dejen pronto de influir, mientras que recordamos los éxitos próximos o remotos con todo lujo de detalles. Y aunque nos llamen “sufridores”, está claro que no nos gusta perder ni sufrir. Pero sí nos gusta mejorar, y en ese continuo deseo de crecimiento probablemente influyen más las derrotas que las victorias. Los que creen que lo ganan todo y siempre lo van a ganar, dejan poco espacio a la capacidad de mejorar.  Yo no sé si todos los aficionados del Atlético sienten hoy esto, pero yo sí siento que todo esto, y mucho más, es lo que significa “ser del Atleti”. Y creo que esto encierra valores que se pueden defender con orgullo y transmitir a las nuevas generaciones. Para que cuando vean a la afición apoyando y jaleando al equipo tras su caída, lo entiendan de inmediato. 

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