miércoles, 18 de enero de 2017

El grajo

El grajo


            Una de dos: o llevo varios días viviendo un prolongadísimo déjà vu, o todos los años, más o menos por estas fechas, una ola de frío siberiano invade la Península, acompañada de los típicos comentarios sobre el frío que hace, sin olvidar las opiniones de los más “gallitos” sobre que no hace tanto frío, y un buen elenco de chistes y bromas, en especial sobre la minimización del frío siberiano, ya sea en comparación con “nuestro” calor sevillano, o con el frío de Ávila o Huesca, que son las auténticas “centrales del frío”, respecto a las cuales el inmenso territorio del este ruso es una mera sucursal. En los últimos años, las nuevas tecnologías contribuyen de forma notoria al chiste y el chascarrillo, y en esta ocasión el protagonismo parece que se lo han llevado las bromas sobre el conocido refrán castellano que hace referencia al grajo y al frío, pues es sabido que si esta ave vuela bajo, hace un frío de algo que rima, y si se posa en los balcones, pues el frío es de los que rima con mejillones (por no hablar de la intensidad del frío, cuando vuela rasante...), así que si el grajo va andando, cabe pensar que habremos superado el récord de bajas temperaturas de la historia castellana. Aunque seguramente algunos de nuestros mayores puedan (o ya no sé si decir “podamos”) corroborar que esto no es nada en comparación con el “frío de verdad” que hacía en los años de nuestra ya lejana infancia. Por lo demás, en nuestras ciudades la existencia del grajo viene a ser una mera suposición, con lo cual la posibilidad de verlo volando bajo, en nuestro balcón (si es que tenemos balcón), o andando, es bastante remota.  


            Siendo todo esto bastante tedioso, se comprende no obstante que hablemos de ello cada vez que hace frío. Aunque resulte paradójico, las conversaciones sobre el frío son idóneas para “romper el hielo”, como lo son todas las del tiempo. Lo que se entiende menos, y es sin embargo cada vez más frecuente, es el amplio despliegue informativo que la mayor parte de los medios dedican al asunto. No se trata solo de los espacios monográficos sobre el tiempo, que han pasado de ser una parte de los informativos, a convertirse en programas autónomos, en los que ya no se habla de frío, calor, anticiclones y borrascas, sino de ciclogénesis explosivas, frentes ocluidos y capas altas de la atmósfera, que suena mucho más técnico, a la vez que alarmante. Es que además, aparte del monográfico el tiempo se cuela en el informativo general, ocupando porcentajes desproporcionados de su contenido. Si la noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro, no entiendo muy bien qué es lo reseñable en el hecho de que, en enero, haga un frío que pela en los Pirineos, los Picos de Europa, Sierra Nevada o las mesetas castellanas (en Murcia la cosa puede ser diferente). Pues nada, ahí mandan a un reportero a pasar frío “in situ” y a contárnoslo con detalle, así como a preguntar a los paisanos qué opinan del asunto. Cabría pensar que es buena noticia esto, pues si nos entretenemos con ello, es que nada grave está pasando. Pero no, puede haber terremotos, ataques terroristas, desgracias con decenas de muertos, que nunca falta el reportero demostrando el frío de Soria. Quiero romper una lanza a favor de los reporteros, que tanto para las noticias del tiempo como para cualesquiera otras, tienen que informar a pie de calle exhibiendo el último repertorio de abrigos o plumas del Decathlon, cuando quizá podrían decir lo mismo desde un estudio u oficina, poniendo un fondo de imagen adecuado. Pero bueno, quizá alguno logre finalmente grabar en vídeo al grajo que anda…  

(Fuente de la imagen: http://berceo-salamanca-spanish-courses.blogspot.com.es/2013/01/spanish-proverb-refran-meteorologico.html)

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