jueves, 12 de enero de 2017

Del iPhone... al Internet de las cosas

Del iPhone… al Internet de las cosas


       
     No recuerdo muy bien cómo era mi vida antes del iPhone. Tengo algunos flashes borrosos, de los que deduzco que, si quería llamar, usaba ya un teléfono móvil; si quería hacer fotos, una cámara; si deseaba consultar informaciones o hacer alguna que otra gestión, tenía un ordenador con conexión a Internet; si me apetecía ver un vídeo, ponía el DVD, e incluso si se me antojaba escuchar música, ya tenía un reproductor de mp3. Si necesitaba luz, buscaba una linterna, si quería orientarme, una brújula, y si tenía que hacer cálculos, iba por la calculadora. Diría que todo esto forma parte de un pasado remoto y con cierto encanto (con las ventajas e inconvenientes de poder estar relativamente “desconectado” y aislado), previo al momento en que llegó el smartphone para hacer todo eso… y mucho más. Pero resulta que no, que en estos días hemos conmemorado solamente 10 años desde la aparición del iPhone (y yo no fui, desde luego, de los primeros en tenerlo). Quizá no sea del todo justo decir que con Apple nació el smartphone (ni el ratón, ni las tabletas, ni…), pero sí fue el iPhone el que mejor materializó y popularizó la idea del dispositivo total, desplazando en muy poco tiempo a los anteriores terminales avanzados, que resultaron ser menos funcionales y cómodos, con sus pequeñas pantallas, sus teclados físicos, sus punteros. El iPhone era totalmente táctil, totalmente intuitivo en su funcionamiento, se podía manejar con una mano… y era precioso y elegante. Su presentación, su diseño, su embalaje… nada se descuidaba. La comunicación entre el ser humano y la máquina inteligente empezó a ser algo bonito y amable. “Alguien” nos acompañaba siempre y nos ayudaba ante cualquier necesidad. Y ni siquiera tenía instrucciones, ni las necesitaba. Ante este hecho, se minimizaron sus desventajas, como la imposibilidad de utilizar un pendrive, de introducir una tarjeta para ampliar la memoria, o la ausencia de algo parecido a un “explorador de archivos”.  Luego vendrían algunos complementos sin los cuales el dispositivo no sería lo que hoy conocemos, y especialmente los millones de aplicaciones que han ampliado casi hasta el infinito su utilidad y la sencillez de su manejo.

            Pero las cosas cambian a velocidad de vértigo en este mundo, y una década después, ya desaparecido ese genio odioso y admirable a partes iguales llamado Steve Jobs, principal responsable de la “creación” de un concepto absolutamente novedoso, otras compañías han desarrollado, perfeccionado, y eventualmente abaratado la “creación”, mientras nadie ha creado algo radicalmente nuevo. Así que seguimos funcionando con el mismo “invento”, eso sí, muy crecido y desarrollado. De momento el smartphone sigue ocupando un gran protagonismo en nuestras vidas, pero ya se vislumbran las posibles novedades que las cambiarán en los próximos años: el “Internet de las cosas” permitirá que todos los dispositivos, desde los coches hasta los frigoríficos, sean realmente “inteligentes” e interactúen entre ellos, y también con nosotros. El dispositivo personal no se sabe si será algo mucho más pequeño que pueda conectarse a cualquier pantalla, o proyectar imágenes en el aire, con las cuales podremos interactuar con ayuda de nuestras manos, nuestros ojos, nuestra voz, o todo ello. O un simple chip que llevemos ya incorporado a nuestro cuerpo. Lo que sea, ojalá que podamos verlo y sea positivo, o al menos sepamos superar sus riesgos y amenazas, porque por muy fácil que sea el uso de una tecnología, lo difícil es saber utilizarla con responsabilidad.   

(Fuente de la imagen: http://computerhoy.com/noticias/moviles/hoy-cumplen-10-anos-del-lanzamiento-del-primer-iphone-apple-56692)

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