jueves, 5 de mayo de 2016

Billetes de 500

Billetes de 500


      
      A pesar de todos los pesares, sigo siendo europeísta convencido, y creo que a España la entrada en la Unión Europea, y más tarde en la moneda única, es de lo mejor que le ha podido pasar en las últimas décadas. Y si la crisis ha sido muy intensa, y aun no puede en modo alguno afirmarse que esté superada, cabe imaginar cómo habría sido si estuviéramos aislados y fuera del euro. Sí, fuera de Europa hace mucho frío. Pero no quiero hoy “meterme en este jardín”, así que añado que, además de europeísta, siempre he tenido cierta afición a la filatelia y a la numismática, y desde que salieron los billetes de euro me interesé por ellos, por su diseño muy cuidado, por su estudiado simbolismo, por sus medidas de seguridad. Desde el mapa hasta los motivos de cada billete, siguiendo por el tamaño o el color, e incluyendo desde luego los mecanismos tendentes a dificultar su falsificación, todo tiene su porqué. Así que ahora que anuncian que en 2018 se dejarán de fabricar billetes de 500 euros, lo primero que siento es que esta colección de papel moneda, en su momento una de las más avanzadas del mundo, estudiados incluso para facilitar su identificación por personas invidentes, se queda ahora un poco “coja”. A esa simbólica evolución de la arquitectura en la historia de Europa, le faltará la representación de la arquitectura contemporánea, esa colección de puentes (es difícil imaginar una mejor imagen que simbolice los lazos de unión entre distintas naciones) quedará incompleta.

            Pero bueno, de momento la cosa no parece que pase a mayores, porque la decisión finalmente anunciada parece reflejar el consenso o posición intermedia entre la postura inicial del BCE y la del Bundesbank, de manera que los billetes que ya circulan podrán seguir haciéndolo o ser canjeados por otros indefinidamente. La medida ha sido meditada y no carece de fundamentos, el principal de los cuales parece estar en la frecuente utilización de estos billetes en el blanqueo de dinero y otras actividades ilegales. Varios datos parecen apuntar en esa línea, y así durante los años de la burbuja en España circulaba el 25% de los billetes de esta denominación. Parece que la facilidad para transportar grandes cantidades de dinero en muy poco espacio ha posibilitado en ocasiones que este billete, que es la tercera denominación de mayor valor en papel moneda del mundo, haya sido el soporte de operaciones ilícitas. Sea como fuere, parece absolutamente obvio que no puede presumirse ni afirmarse de forma generalizada su procedencia ilícita o utilización más o menos fraudulenta. Yo tengo para mí que el fraude, el blanqueo de dinero y las ilegalidades se van a seguir llevando a cabo, ya sea con billetes de menor denominación o adoptando otro tipo de soportes. Y en cambio, como casi siempre, esta medida, y sobre todo otra en la misma línea que muchos países van adoptando, consistente en limitar el montante máximo de cualquier operación en efectivo (o incluso algunas empresas, que no admiten ya ciertos pagos en efectivo), generará molestias a gran cantidad de ciudadanos honrados. Dicen que en modo alguno esto es el principio del fin del dinero en efectivo. Solo el tiempo dirá si eso es cierto. Yo creo que, igual que los sellos de correos ya son casi una reliquia del pasado (casi siempre son sustituidos por máquinas o pegatinas), puede que nuestros nietos se asombren de saber que hace décadas la gente pagaba con monedas y papeles que llevaba en su bolsillo, sin que ninguna red, oficina virtual cualquier otro “gran hermano” registrase cada pago.



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