miércoles, 6 de agosto de 2014

Damasquinado toledano

Damasquinado toledano




            Si te regalo un damasquinado toledano, creo que será un buen regalo.  Habré gastado más o menos, pues afortunadamente los hay de muchos precios, pero en todo caso te estaré expresando mi aprecio de una forma especial. En efecto, si te regalo un colgante, unos pendientes, unos gemelos, un sujeta-corbatas, un plato de damasquinado toledano, estoy dándote algo cuyo valor sabemos reconocer los toledanos. He de decirte toda la verdad: al regalarte un damasquinado, no solo te estoy obsequiando a ti, sino que al tiempo expreso el reconocimiento a mi ciudad y a sus tradiciones seculares. Con esa pequeña pieza, quiero contribuir modestamente a que este oficio artesano que vino de oriente y existe en diversos lugares, pero al que sobre todo algunas familias toledanas se han dedicado durante generaciones, y al que algunas personas han dedicado su vida, no desaparezca. A ti te hago un regalo, pero en cada pequeño damasquinado que he obsequiado en mi vida, hay también un homenaje a los artesanos que, de forma manual, paciente y meticulosa, siguen trabajando el hierro o el acero con el buril para dibujar las formas que desean; después incrustan con punzón y martillo las laminas e hilo de oro; para luego someter el trabajo al pavonado al fuego, mediante un baño de nitrato de potasa a una temperatura entre 700 y 800 grados para provocar la oxidación del soporte, y finalmente raspar, bruñir y pulir el objeto para darle su forma final, poniendo en cada uno de esos pasos todo su trabajo y su creatividad para dar lugar a una verdadera obra de arte en cada pieza.




            Cuando te regalo un damasquinado de Toledo, quiero también regalar a mis hijos y nietos una ciudad que siga teniendo en este tipo de artesanía una de sus señas de identidad, porque quisiera que ellos sepan por experiencia propia lo que es el damasquinado, sin necesidad de que se haya que explicárselo como algo del pasado. Y a ser posible que no tengan que ir al Diccionario a comprobar que “damasquinado” es en realidad “ataujía”, y esta es una palabra derivada del árabe hispano “attawsiyya”, y este del árabe clásico “tawsiyah”, y a averiguar el significado de esta palabra. Porque lo conozcan y sepan lo que es. Así que ya lo sabes: si te regalo un damasquinado toledano, no solo te quiero decir algo sobre mi ciudad, su cultura y su artesanía; ni únicamente te doy un pequeño objeto que sé que no abandonarás ni te ocasionará sobrepeso en la maleta (a decir verdad, los objetos de damasquinado que yo regalo son más bien pequeños, hay que pensar en todo…); además de todo eso, cuando te regalo ese pequeño objeto en el que se funden los metales mas comunes con los más nobles, deseo hacer un reconocimiento a los artesanos de mi ciudad (aunque siempre agradezco que me hagan “precio de toledano”, no quiero regatear más de la cuenta porque sé el trabajo que hay detrás y lo respeto); y quiero contribuir a la pervivencia de esta artesanía y a que para las futuras generaciones toledanas resulte algo tan familiar como lo fue para mí desde mi infancia. A ti te hago un regalo, pero de alguna manera tienes que compartir mi afecto con los artesanos de mi ciudad y con las futuras generaciones de toledanos. Pero no seas celoso o celosa: en realidad, te regalo un damasquinado porque es la mejor forma que encuentro como toledano de expresarte mi más sincero afecto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario