Damasquinado
toledano
Si te regalo un damasquinado
toledano, creo que será un buen regalo.
Habré gastado más o menos, pues afortunadamente los hay de muchos
precios, pero en todo caso te estaré expresando mi aprecio de una forma
especial. En efecto, si te regalo un colgante, unos pendientes, unos gemelos,
un sujeta-corbatas, un plato de damasquinado toledano, estoy dándote algo cuyo
valor sabemos reconocer los toledanos. He de decirte toda la verdad: al regalarte
un damasquinado, no solo te estoy obsequiando a ti, sino que al tiempo expreso
el reconocimiento a mi ciudad y a sus tradiciones seculares. Con esa pequeña
pieza, quiero contribuir modestamente a que este oficio artesano que vino de
oriente y existe en diversos lugares, pero al que sobre todo algunas familias
toledanas se han dedicado durante generaciones, y al que algunas personas han
dedicado su vida, no desaparezca. A ti te hago un regalo, pero en cada pequeño
damasquinado que he obsequiado en mi vida, hay también un homenaje a los
artesanos que, de forma manual, paciente y meticulosa, siguen trabajando el
hierro o el acero con el buril para dibujar las formas que desean; después
incrustan con punzón y martillo las laminas e hilo de oro; para luego someter
el trabajo al pavonado al fuego, mediante un baño de nitrato de potasa a una
temperatura entre 700 y 800 grados para provocar la oxidación del soporte, y
finalmente raspar, bruñir y pulir el objeto para darle su forma final, poniendo
en cada uno de esos pasos todo su trabajo y su creatividad para dar lugar a una
verdadera obra de arte en cada pieza.
Cuando te regalo un damasquinado de
Toledo, quiero también regalar a mis hijos y nietos una ciudad que siga
teniendo en este tipo de artesanía una de sus señas de identidad, porque
quisiera que ellos sepan por experiencia propia lo que es el damasquinado, sin
necesidad de que se haya que explicárselo como algo del pasado. Y a ser posible
que no tengan que ir al Diccionario a comprobar que “damasquinado” es en
realidad “ataujía”, y esta es una palabra derivada del árabe hispano
“attawsiyya”, y este del árabe clásico “tawsiyah”, y a averiguar el significado
de esta palabra. Porque lo conozcan y sepan lo que es. Así que ya lo sabes: si
te regalo un damasquinado toledano, no solo te quiero decir algo sobre mi
ciudad, su cultura y su artesanía; ni únicamente te doy un pequeño objeto que
sé que no abandonarás ni te ocasionará sobrepeso en la maleta (a decir verdad,
los objetos de damasquinado que yo regalo son más bien pequeños, hay que pensar
en todo…); además de todo eso, cuando te regalo ese pequeño objeto en el que se
funden los metales mas comunes con los más nobles, deseo hacer un
reconocimiento a los artesanos de mi ciudad (aunque siempre agradezco que me
hagan “precio de toledano”, no quiero regatear más de la cuenta porque sé el
trabajo que hay detrás y lo respeto); y quiero contribuir a la pervivencia de
esta artesanía y a que para las futuras generaciones toledanas resulte algo tan
familiar como lo fue para mí desde mi infancia. A ti te hago un regalo, pero de
alguna manera tienes que compartir mi afecto con los artesanos de mi ciudad y
con las futuras generaciones de toledanos. Pero no seas celoso o celosa: en
realidad, te regalo un damasquinado porque es la mejor forma que encuentro como
toledano de expresarte mi más sincero afecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario