jueves, 11 de julio de 2013

Star Trek


Star Trek

            La saga de Star Trek constituye probablemente uno de los más interesantes productos cinematográficos y televisivos de ciencia-ficción que jamás se haya realizado. Supera claramente en profundidad y entidad intelectual a La guerra de las galaxias, sin necesidad alguna de llegar al misticismo críptico y bastante ininteligible de 2001. Una odisea en el espacio. Por suerte, no tiene el enfoque tan comercial y un tanto barroco y cargante en su concepción que caracteriza a productos de Spielberg como E.T. o Inteligencia artificial. En mi opinión, solo Blade runner alcanza un nivel similar a la hora de desarrollar la enorme virtud de lograr un producto tan ameno como profundo, tan atractivo como riguroso, que bajo una apariencia de tener pocas pretensiones más allá del entretenimiento, encierra una clarísima invitación a la reflexión sobre lo más profundo de la condición humana. Pero Star Trek tiene la virtud adicional de haber logrado mantener ese tono y esa capacidad de generar interés durante décadas, primero en una serie televisiva de gran cantidad de episodios, y luego en diversas películas sobre la misma temática. De la profundidad filosófica de la saga da idea un excelente trabajo de profesores tan prestigiosos como Robert Alexy y Alfonso García Figueroa, coautores de un libro tan riguroso en términos intelectuales como delicioso en su lectura, titulado Star Trek y los derechos humanos (tirant lo blanc, Valencia, 2007).

           Con estos antecedentes, y ante el reciente estreno de la nueva entrega cinematográfica de la saga, titulada Star Trek. En la oscuridad, cabía plantearse si sería posible seguir manteniendo el interés de la oferta, o incluso ofrecer alguna nueva faceta o dimensión de interés. Con ese espíritu acudí a ver la película, y debo decir que salí gratamente impresionado. Desde luego, en algunos aspectos como los efectos especiales, el film da un paso adelante mejorando los de entregas anteriores, si bien es este un aspecto que en alguna medida cabe esperar. Más destacable es que la película sigue profundizando en la psicología de los distintos personajes (especialmente en el interesante “lado humano” de Spock), mantiene un guión inteligente que contiene conversaciones ingeniosas y no pocos toques de humor, y sobre todo conserva intacta esa capacidad de hacernos reflexionar sobre la esencia de la condición humana. En alguna medida parece sugerirse que esa esencia, que desde luego en toda la serie parece estar más en la intuición, los sentimientos y las emociones que en la razón, se ubica acaso en la genial e imprevisible combinación de todos esos elementos.

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