Producto
de la imaginación
Ya escribí sobre los argumentos
jurídicos por los que creo que la amnistía, y sobre todo esta amnistía que
ahora se propone, es frontalmente inconstitucional. Hoy hablaré en términos más
políticos y éticos. La amnistía de 1977 no fue ilícita. Por decirlo muy sintéticamente,
si el indulto es perdonar, una amnistía con estas características es pedir
perdón. En 1977 había razones para hacerlo, en la medida en que las condenas
amnistiadas fueron fruto de un sistema jurídico y político ilegítimo. Y tal y
como se plantea, una amnistía como la que ahora se pone sobre la mesa
implicaría alterar el relato de todo lo sucedido respecto a la independencia de
Cataluña en una década. El relato público que venían sosteniendo el Estado y la
inmensa mayoría de los españoles. Según este, España es un Estado democrático
que, de acuerdo con una legislación plenamente legítima, condenó a algunas
personas por delitos graves contra valores esenciales del sistema
constitucional. Algunos fueron indultados, e incluso el principal de esos
delitos (la sedición) ha sido derogado y sustituido, pero permanece la idea de
la licitud de las condenas. El prófugo de Bruselas es exactamente eso, un prófugo
que ha huido para no afrontar las consecuencias de sus delitos. Pero ahora…
Ahora, después de que la
vicepresidenta del Gobierno haya ido a ver al prófugo, ha empezado el proceso
de legitimación del relato alternativo. Un relato en el que el Estado es
opresor, las condenas fueron ilícitas y el prófugo (todos los prófugos) son en
realidad exiliados que han sido “represaliados”. Es el discurso del prófugo y
sus negociadores, no cuestionado por el momento por el candidato a presidente.
Y que pasaría a ser relato oficial en caso de otorgarse esa amnistía. El prófugo
proclamó en 2017 una imaginaria independencia de una imaginaria República, que
duró unos segundos, pero ni siquiera debe responder por eso, sino por otra
serie de actos, y ahora principalmente por actos de corrupción económica, como
es la malversación. El caso es que ahora la presidencia del Gobierno de España
depende no ya del imaginario presidente de la imaginaria República Catalana,
sino del voto imaginariamente democrático de los miembros del imaginario
Consejo de la República. El mero hecho de que alguien supuestamente
comprometido con la Constitución esté dispuesto a ser presidente del Gobierno a
ese precio resulta inconcebible. Porque ese precio implica dar plena
credibilidad y legitimidad a todo ese relato hasta ahora ridículo e imaginario.
(Fuente de la imagen: https://www.elnacional.cat/es/politica/puigdemont-reivindica-el-1-o-pero-admite-cosas-han-empezado-cambiar-buena-direccion_1102860_102.html )
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