El precio del éxito
Vamos a decirlo claramente: en este país se puede tolerar que algunas
personas famosas sean guapas; más a regañadientes admitimos que, además, vivan
felizmente con una pareja tanto o más guapa que la persona en sí; más
criticable es que tengan éxito personal y profesional. Pero lo que ya es
totalmente inadmisible es que hayan ganado una gran cantidad de dinero, y
además lo hayan hecho lícitamente con su esfuerzo. Ahí ya la gente empieza a
ver cosas raras. Si alguien suma todos estos elementos, algunos sienten que la
situación les da patadas en la boca del estómago. Lo de Brad Pitt y Angelina
Jolie era insoportable para muchos, pero ya que se divorciaron, y además es una
situación lejana, no molesta tanto como otras. Cristiano Ronaldo y Gerard Piqué
encabezan probablemente en ranking de las envidias por éxito, dinero y parejas,
y además se puede añadir la rivalidad deportiva (y algo más que deportiva).
Pero como digo, de todos los factores mencionados, el que más destaca es el
dinero. Para algunos, rico y honrado son adjetivos incompatibles. Si alguien
tiene mucho dinero, será porque algo inadecuado ha hecho. Y si además quiere
emplear parte de ese dinero en fines públicos, sociales, benéficos, o simplemente
invertirlo en actividades que puedan generar al tiempo un beneficio para la
comunidad, algo raro hay ahí. O es poco, o es de procedencia ilícita, o al
menos inmoral, o busca oscuras y ocultas intenciones. No estoy muy seguro, pero
tengo para mí que este rechazo al potentado que realiza alguna acción más o
menos filantrópica o altruista es muy español, y no se da –al menos con la
misma intensidad- en otros lugares. En cualquier caso, recientemente hemos
contemplado dos ejemplos paradigmáticos (y un tanto ridículos) de lo que
afirmo.
(Fuente de las imágenes: http://www.forbes.es/actualizacion/2446/amancio-ortega-sigue-liderando-la-lista-forbes y http://segundoenfoque.com/antonio-banderas-luego-del-infarto-lo-mejor-esta-por-venir-34-338506/)
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