jueves, 29 de diciembre de 2022

Sobre belleza y fealdad

 

Sobre belleza y fealdad

 




            Hace no mucho participé en un reto fotográfico cuyo tema era “cosas feas” (estas cosas hacemos a veces los friquis de la fotografía) y el repertorio de fotos presentadas -así como la elección de la mía propia- me hizo plantearme la cuestión de si hay realmente algo (o alguien) objetivamente feo, algo universalmente feo, feo sin paliativos. Y resulta bastante improbable que así sea, porque en realidad consideramos que algo es feo porque no nos gusta lo que representa, y ese desagrado depende de mil factores vinculados a nuestra cultura, en un lugar y en un momento determinado. Había ahí, por ejemplo, fotos feas porque representaban fenómenos que no nos gustan (como la contaminación o la pobreza), y otras que reflejaban objetos que consideramos desagradables por factores diversos, pero que son absolutamente naturales (por ejemplo, una fruta pudriéndose). Por supuesto, si esta relatividad es cierta para la fealdad, también ha de serlo para la hermosura. Consideramos bellas las imágenes o las personas que nos transmiten armonía o agrado visual, y eso también depende de muy variados factores. Tradicionalmente nos resultaban más agradables los rostros de las personas que pertenecían a nuestra cultura, e incluso nos costaba distinguir mucho más entre rostros de otras razas, por la falta de costumbre para apreciar las diferencias individuales. Según la orientación o la atracción sexual, es muy probable que nos parezcan más bellas las personas de un sexo o de otro.


 


Pero diversos factores han ido alterando todo esto. Es bien sabido que la consideración como más estéticas de personas más gordas o más delgadas varía con el tiempo o con la cultura. La Revista National Geographic España llevaba a su portada en febrero de 2020 la necesidad de “redefinir la belleza”, y ahí podía leerse que “el poder de las redes sociales y la industria de la moda contribuyen a crear una cultura inclusiva en la que todas las mujeres pueden considerarse bellas”. Quizá cuesta sostener eso pensando en alguna mujer en concreto -y no digamos si se piensa en algún que otro hombre…-, pero lo cierto es que parece difícil encontrar un canon o parámetro de belleza que universalmente válido, en el tiempo y en el espacio. Es más, incluso para el mismo sujeto la valoración estética de alguien puede variar con el tiempo. A veces me ha pasado que una persona que me parece inicialmente fea, me termina pareciendo hermosa después de conocerla, porque los ojos terminan viendo no solo el físico, sino a la persona considerada globalmente. En fin, cuando tengo que explicar a los alumnos la diferencia entre hechos y opiniones, siempre pongo como ejemplo dudoso el de la fealdad. Sea como fuere, a mis lectores les deseo un año 2023 en el que disfruten de muchas cosas y personas hermosas…

jueves, 22 de diciembre de 2022

Ciudades de Iberoamérica: Río de Janeiro

Ciudades de Iberoamérica: Río de Janeiro




            Como seguramente sucede con tantos lugares míticos, hay dos Ríos de Janeiro: el que está en el imaginario colectivo, y el físico. Los dos, de algún modo, son reales y algo comparten, pero… no son lo mismo. El primero está formado por el poso de toda una vida viendo imágenes, escuchando canciones, soñando escenas… Desde la “garota de Ipanema”, hasta tantas evocaciones musicales y visuales de Copacabana, estas dos playas (y son solo un ejemplo) dan nombre a tantos establecimientos y lugares del mundo, y los lugares más emblemáticos de la ciudad, como el Pan de Azúcar o el Corcovado con su Cristo Redentor, han de ser probablemente algunos de los más reproducidos y fotografiados del mundo. De alguna manera, Río, como Nueva York, París, Roma y no muchas más ciudades, son conocidas antes de ser físicamente conocidas, y eso, por supuesto, puede afectar, positiva o negativamente, en el momento de ese encuentro efectivo. En mi caso, ese encuentro me permitió conocer una ciudad que, por un lado, es tal y como la imaginaba, pero por otro es muy diferente, más amplia, más variada y… obviamente, también con lugares y escenas no tan encantadoras. 




            De momento no deja de ser inesperado llegar a Ipanema y Copacabana en un día lluvioso y nublado, en el que las playas estaban casi vacías. Con todo… su encanto es incuestionable y acaso más discreto en esa ocasión, aunque luego pude verlas con más sol y más ambiente. Pero además, la ciudad ofrece mucho más, y si una palabra pudiera definir y sintetizar todo lo que significa esta es el contraste. Encontramos una gran ciudad ubicada en un espacio natural privilegiado, se diría que paradisíaco, pero, como es bien sabido, no todos sus rincones tienen el mismo atractivo. Como toda gran ciudad, tiene también el frenesí del tráfico a veces infernal, barrios y lugares lujosos junto a otros mucho más humildes, zonas más cuidadas y seguras, y otras más inquietantes. Y, desde luego, es la primera que, además de sus apabullantes atractivos turísticos, que incluyen una de las siete maravillas del mundo moderno, es también mundialmente conocida por algunos de esos lugares más pobres e inseguros, como son las favelas. Afortunadamente, en algunas de ellas las condiciones han mejorado algo, y son incluso susceptibles de visita. Estuve en la de Santa Marta, con un excelente anfitrión, y la visión de un lugar humilde vino acompañada de una sensación de dignidad y de ilusión porque las cosas siempre pueden cambiar y mejorar. En fin, no llego a mencionar tantos otros lugares de interés, que además el lector conocerá. Pero no puedo dejar de hacer referencia a la espectacular gastronomía de la que puede disfrutarse en algunos de sus restaurantes, sobre todo para los aficionados a los rodizios o al pescado. 

lunes, 19 de diciembre de 2022

Traspasar la frontera

Traspasar la frontera




            En este mismo espacio he venido desde hace tiempo señalando la degradación que se viene produciendo en la renovación de instituciones constitucionales esenciales, como el Consejo General del Poder Judicial, y especialmente el Tribunal Constitucional. Me suelen preguntar cómo podría evitarse eso con reformas jurídicas, y no es fácil, aunque alguna idea cabe aportar. Pero hoy el tema no es ese, sino más bien cómo de ninguna manera se va a evitar ese problema, sino que se va acrecentar, dando carta de naturaleza a esa degeneración e intensificándola hasta dañar, acaso de forma irreparable, a las instituciones esenciales del Estado de Derecho. Demasiadas veces he dicho que no hay nada que vaya tan mal que no pueda empeorar, y es lo que estamos viendo. En esta línea, el actual intento de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y la del Tribunal Constitucional me parece abiertamente inconstitucional en algunos aspectos, pero además es probablemente el mayor “jaque” a la independencia del Tribunal Constitucional que hemos vivido desde su creación. Algunos colegas (todavía muy pocos) han denunciado públicamente este abuso; muchos más lo vienen haciendo en privado. Aún no he leído ninguna defensa que entre en el fondo del asunto, aunque… de todo encontraremos. 

            Aquí solo me queda apuntar telegráficamente los importantes quebrantos que plantea esta operación: el procedimiento se lleva a cabo en una enmienda a una ley que nada tiene que ver con el tema, en evidente contradicción con la clara doctrina del propio Tribunal Constitucional sobre la cuestión; el intento de legitimar una renovación parcial de solo una sexta parte de los magistrados constitucionales, por mucho que lo pueda recoger una futura ley, es abiertamente contrario a la Constitución; privar al mismo Tribunal Constitucional del poder de verificación de ciertos requisitos que deben cumplir los magistrados entrantes afecta de lleno a una de sus funciones esenciales, y convierte a los órganos proponentes en los únicos garantes de la corrección de la propuesta; la regulación de un nuevo procedimiento para que el CGPJ elija a los dos magistrados del TC que le corresponden directamente bloquea las opciones de consenso para imponer las cuotas, ataca al propio CGPJ y probablemente a los derechos de sus vocales; las amenazas penales para los vocales son tan insostenibles como si hubiera que exigírselas a los propios diputados cuando han tardado a veces gasta tres años en la renovación que les corresponde. En conjunto, la propuesta traspasa esa frontera que separa la (ya de por si preocupante) rebaja de la calidad del funcionamiento institucional, del ataque a la esencia más medular del Estado de Derecho. Si no se para ahora, es muy posible que la misma reforma logre asegurar que todo esto no se corrija nunca. 


(Fuente de la imagen: https://www.heraldo.es/noticias/nacional/2022/12/19/constitucional-decidirasi-admite-recurso-pp-parar-reforma-busca-renovar-tribunal-1619543.html )

jueves, 1 de diciembre de 2022

Competencia jurídica e independencia

 

Competencia jurídica e independencia

 


            Vaya por delante que ni la Constitución ni la ley impiden que quien ha sido recientemente ministro de justicia pase a desempeñar el puesto de magistrado del Tribunal Constitucional. Tampoco está vedado que se nombre a quien ha sido diputado, e incluso un magistrado del Tribunal Constitucional en activo puede seguir militando en un partido político, mientras no desempeñe cargos directivos; y, por cierto, en esto la norma es menos exigente en este caso que en el de los jueces y magistrados del poder judicial, a quienes sí se les prohíbe esa militancia simultánea. En realidad, el único requisito constitucional para poder llegar a ser magistrado constitucional es el de que estos “deberán ser nombrados entre (…) juristas de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio profesional” (art. 159.2). Hay dos requisitos más o menos objetivos aunque no exentos de cierto margen de interpretación (el de la condición de jurista y, sobre todo, el de los más de quince años de ejercicio profesional), junto a otro bastante subjetivo y, por tanto, difícilmente controlable (el de la reconocida competencia).

 

            Pero… una cosa es lo jurídicamente admisible, y otra lo más idóneo. Y si hasta ahora se han criticado los casos de nombramientos de quienes habían desempeñado antes una actividad política vinculados a un partido, o quienes seguían incluso militando, creo que la actual propuesta del Gobierno sobrepasa todo lo que habíamos visto hasta ahora, en términos de una aparente y probable vinculación política y partidista de quien será futuro magistrado (que, por cierto, solo podrá serlo cuando se complete el tercio que ha de renovar conjuntamente, como ya he explicado en otro lugar). Desde luego, en la práctica la independencia es algo muy subjetivo y personal, y de hecho algunos de quienes han sido nombrados magistrados tras un período de actividad política la han demostrado con creces. Pero, como digo, el contexto de este caso hace bastante improbable una futura actuación independiente, sobre todo en los muchos asuntos en los que puede tener interés el Gobierno o el partido mayoritario de este. Por la misma razón existen las causas de abstención y recusación: alguien puede ser tan imparcial como para juzgar a su hijo o un asunto en el que tenga interés… pero mejor que no lo haga. Y creo que puede haber en el futuro no pocos casos en los que proceda esa abstención. La verdad, durante mucho tiempo he creído que la competencia jurídica demostrada suponía cierta garantía de independencia… pero lo que he visto me ha demostrado que no es así. Siempre hay buenos juristas dispuestos a plegarse al poder e incluso a poner toda su capacidad argumentativa a su servicio. Así que la propuesta del ex ministro tiene muy mala pinta.

(Fuente de la imagen: Los juristas no confían en la independencia del TC | E&J (economistjurist.es)