lunes, 30 de julio de 2018

Nunca indiferente

Nunca indiferente


            Tradicionalmente se destaca la escasez de noticias propia del verano, y especialmente en el mes de agosto, vacacional para la mayoría en España. No es fácil saber en qué medida esa escasez era real, y en qué medida lo que se producía es un menor interés de los ciudadanos por la información, comprensible en momentos en los que se buscar una mayor relajación y desvinculación con la actividad cotidiana del resto del año. Además, por desgracia muchas noticias no son positivas, lo que puede acentuar el deseo de muchas personas de “descansar” también de la información en el mes de agosto. En cualquier caso, ha sido relativamente habitual ver periódicos con menos páginas, noticias o columnas de opinión sobre temas aparentemente menos trascendentes, o informativos más ligeros. Pero creo que esta situación es cada vez menos real. Vivimos en un mundo globalizado, y aunque es posible que -salvo circunstancias excepcionales- las noticias políticas en España bajen su intensidad en el mes de agosto, a la par que lo hace la actividad parlamentaria, de las instituciones y de los partidos, esta situación se compensa con otras noticias que pueden llegar del exterior.


  
          En no pocos casos se trata de noticias terribles. Es imposible ignorar, por ejemplo, el drama de la inmigración, cuando precisamente en verano se acentúa el número de personas que tratan desesperadamente de ingresar en territorio europeo. Ello genera situaciones tristes y dolorosas, no solo para quienes pretenden ingresar en nuestro país, sino también, como hemos visto estos días, para los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad que, cumpliendo con su deber, intentan controlar nuestras fronteras y evitar las entradas ilegales, pero también ofrecen la primera asistencia a quienes ya están en nuestro territorio. Tampoco podemos dejar de lado la dramática situación que se vive en algunos países hermanos, y en estos momentos especialmente en Nicaragua, ese lugar tan querido, cuya población sufre ahora intensamente los excesos y los abusos del poder, que han causado una inmensa violencia en las calles, y no pocos heridos y fallecidos. En estas situaciones cabe preguntarse qué se puede hacer, cómo se puede apoyar. Y cabe pensar que por estar informados no se consigue nada, pero la información es el primer paso para la denuncia, la ayuda, o para cualquier actuación que cada quien pueda llevar a cabo dentro de sus posibilidades. En las próximas semanas, como siempre, seguiré fiel a mi cita con los lectores cada viernes. Puede que aborde cuestiones más trascendentes, u otros aspectos más “ligeros” o relacionados con el ocio vacacional. Pero que ningún lector dude que, ante estos dramas humanos, nunca permaneceré indiferente.

(Fuentes de las imágenes: https://www.clarin.com/mundo/noche-violencia-nicaragua-matan-estudiante-queman-radio-estatal_0_Hku21MugQ.html y https://www.pressdigital.es/texto-diario/mostrar/1147232/grupo-700-inmigrantes-saltan-valla-ceuta-atacan-agentes-guardia-civil)

viernes, 20 de julio de 2018

Elogio de la manzana

Elogio de la manzana

            La manzana es, sin duda, mi fruta favorita. Sus propiedades dietéticas son innumerables, y sus ventajas, incuestionables. Es sobradamente conocido ese dicho inglés (en realidad parece que originario de Gales en el siglo XIX): “an apple a day keeps the doctor away”. Es sana, tiene efecto saciante y se puede comer en cualquier momento y lugar. Vaya a donde vaya, siempre procuro llevar una manzana encima si voy a estar toda la mañana o toda la tarde fuera: así me aseguro una comida que rápidamente puedo degustar en cualquier momento. Además, se pueden conseguir fácilmente, en casi cualquier tienda, o en casi cualquier hotel si uno desayuna fuera de cada. Y aunque me gustan todo tipo de manzanas, me quedo con las rojas… y más aún con las manzanas Golden, de las que me encanta su textura y su impresionante resistencia y duración. A veces, en caso de viaje, algunas me han acompañado días y días, incluyendo desplazamientos en mochilas o maletas, sin estropearse en absoluto.



            La manzana es tan valiosa y codiciable, que no es extraño que prácticamente todos los artistas que han plasmado el árbol de la ciencia del bien y del mal han imaginado que la fruta prohibida era… ¡una manzana roja!, a pesar de que nada dice el Génesis. Y es que, puestos a imaginar a nuestros primeros padres arriesgando su vida paradisíaca por comer fruta, cabe pensar en una que ejerciera un atractivo tan irresistible como para desobedecer la prohibición divina: y a nadie se le ocurre nada más tentador que la fruta del manzano, a ser posible grande y con una piel de intenso color bermejo. Y Dios, que evidentemente tenía que ser justo y cumplir su palabra, expulsándonos del Paraíso, no quiso excederse en su dureza, y nos dejó, incluso en este destierro, seguir comiendo y disfrutando de las manzanas, ya que con un criterio estricto podría habernos privado de ellas para toda la eternidad. Salimos del Paraíso (porque es imposible mantener una vida paradisíaca cuando se es consciente de lo que está bien… y de lo que está mal), pero nos quedan para siempre las manzanas, y además ya no están prohibidas. Y si todo lo anterior no fuera motivo suficiente de elogio, no hay que olvidar que la manzana puede también tener el destino más noble y sublime que imaginarse pueda: convertirse en ese “manjar de dioses” de sabor insuperable y maravillosos efectos sobre el cuerpo y el alma, que es la sidra. Que se consume en muchos lugares del mundo, pero -me permito decir- alcanza su techo insuperable en Asturias. Y es que no es casualidad que, en este destierro terrenal, esa tierra del norte de España es lo más parecido al paraíso…

(Fuente de las imagines: 


miércoles, 18 de julio de 2018

Constitución y ortografía

Constitución y ortografía




            La Constitución española de 1978 contiene faltas de ortografía. Algunas obedecen a defectos o errores más o menos comunes en el ámbito jurídico, mientras que otras son causa de la renovación y actualización de las propias normas de ortografía, y por tanto no pueden imputarse en modo alguno al poder constituyente, que, por cierto, actuó a través de unas cámaras parlamentarias en las que había personas tan cuidadosas con la corrección lingüística como Camilo José Cela. Aun así, el texto constitucional no se libra, como he mencionado, de algunas de las “patologías” más comunes entre los juristas, comenzando por la “mayusculitis”, esto es, la tendencia a una utilización incorrecta de la mayúscula. Así, por ejemplo, el artículo 1.1 proclama que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho” (sobra la mayúscula en “Derecho”); la Constitución escribe también “Decretos Legislativos” (art. 85) o “Decretos-leyes” (art. 86, en este último caso, además, sobra el guion), así como “Jefe del Estado” (artículo 56, que debería escribir “jefe del Estado”, e incluso en “Rey” no sería necesaria ni recomendable la mayúscula), “Presidente” o “Ministros” (art. 98.1). En otros casos, los defectos son más bien de estilo, como sería el supuesto de lo que alguien ha llamado “mismismo”, otra “patología” de los juristas, que consiste en abusar de forma injustificada e innecesaria de las formas “mismo” y sus derivados, construyendo a veces perífrasis tan recargadas como innecesarias. Como muestra, el artículo 90 utiliza hasta tres veces el término “mismo”, para terminar diciéndonos que el Congreso puede levantar el veto del Senado por mayoría simple “transcurridos dos meses desde la interposición del mismo”, evitando así la “simpleza”, acaso poco adecuada para el lenguaje engolado y barroco que gusta a juristas y políticos, de haber dicho “desde su interposición”… (véanse también, como muestra, los artículos 98.2 o 102.2).


 

            En otros supuestos, como he apuntado, los errores ortográficos son consecuencia simplemente de que las normas y criterios de la RAE se han ido actualizando. Téngase en cuenta que la edición vigente de la Ortografía es de 2010, el Diccionario panhispánico de dudas se publicó en 2005, e incluso el Diccionario de la lengua ha alcanzado su última edición (la vigésimotercera) en 2014. Así que, por ejemplo, el texto constitucional de 1978 acentúa todavía el adverbio “sólo” (arts. 13.3, 20.5, 21.2, 22.4, etc.) o los pronombres “éste”, “ése”, “aquél” y sus derivados (arts. 73.2, 90.1, 114.1, entre otros) en casos en los que manifiestamente ya no debe hacerse. Conviene recordar, desde luego, que cambiar la Constitución, incluso una coma o un acento, implica seguir el procedimiento establecido en los artículos 166 y siguientes de la propia norma fundamental. Si alguna vez este se inicia, sería positivo no olvidar la corrección y actualización en este terreno.